La gentrificación en la Ciudad de México no solo encarece las rentas, también transforma la forma en que miles de personas se desplazan. Colonias como Roma, Condesa, Juárez y Escandón han experimentado un aumento exponencial en el costo de la vivienda, lo que ha expulsado a residentes de largo plazo hacia la periferia, obligándoles a recorrer distancias mayores para acceder a sus centros de trabajo o estudio.
Con ello, el sistema de transporte público enfrenta una presión adicional: más usuarios en horarios pico, mayor saturación en líneas como la 1, 3 y 9 del Metro, y una creciente dependencia de servicios alternativos como Ecobici, scooters y plataformas de transporte. La movilidad deja de ser una experiencia práctica para convertirse en un reto diario.
Más Airbnbs, menos vecinos, más tráfico
El auge de los Airbnbs y los comercios gourmet dirigidos a visitantes temporales altera el tejido urbano. Muchos edificios han sido reconvertidos en alojamientos de corto plazo, reduciendo la oferta de vivienda permanente y provocando un cambio drástico en los hábitos de movilidad.
La llegada de turistas y nuevos residentes con mayor poder adquisitivo ha incrementado el uso de vehículos privados, lo que genera congestión vial, demanda más estacionamientos y presiona la infraestructura urbana que no fue diseñada para este nuevo perfil de usuario.
¿Qué se puede hacer frente a la gentrificación y sus efectos en la movilidad?
Tips útiles para enfrentar este fenómeno:
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Explorar rutas alternativas: Utilizar líneas del Metro menos saturadas o combinar transporte público con bicicleta para trayectos mixtos.
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Fomentar el arraigo barrial: Apoyar a negocios locales y organizaciones vecinales que promuevan políticas de vivienda asequible.
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Uso inteligente de apps: Plataformas como Waze, Moovit o Mapas CDMX permiten anticipar rutas más rápidas según el flujo diario.
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Participación ciudadana: Exigir a autoridades reglas claras sobre la operación de Airbnbs y servicios de turismo que impactan la dinámica urbana.
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Buscar zonas emergentes: Colonias en transición como Santa María la Ribera, Portales o Lindavista ofrecen buena conectividad sin los costos desmedidos del centro.
La gentrificación no solo transforma calles y fachadas, también cambia los ritmos y accesos a la ciudad. En este nuevo mapa urbano, moverse rápido se ha vuelto un privilegio, y entenderlo es clave para no quedar al margen de la CDMX que se reconstruye cada día.

