En un notable avance hacia la inclusión y reconocimiento de la diversidad cultural de la Ciudad de México, cinco comunidades han sido oficialmente reconocidas como pueblos originarios, marcando un hecho significativo en la historia contemporánea de la capital. Este reconocimiento no solo reafirma la identidad y las raíces de estos grupos, sino que también garantiza una mayor participación en la toma de decisiones políticas y económicas que afectan directamente a sus comunidades.
Los nuevos pueblos reconocidos son La Candelaria en Coyoacán; Cuautepec en Gustavo A. Madero; Iztacalco en la alcaldía del mismo nombre; Peñón de los Baños y Mixiuhca en Venustiano Carranza. Estos lugares, previamente clasificados como unidades territoriales, ahora disfrutarán de un estatus que les permitirá ejercer mayor autonomía y reconocimiento en el contexto urbano de la ciudad.
El Instituto Electoral de la Ciudad de México (IECM) dio a conocer que se encargará de informar a los representantes y habitantes de estos pueblos sobre sus nuevos derechos. Estos derechos incluyen la organización autónoma, la elección de sus propias autoridades a través de sistemas de usos y costumbres, y una participación más significativa en el manejo del Presupuesto Participativo, que es esencial para el desarrollo de proyectos comunitarios y la mejora de la infraestructura local.
La consejera presidente del IECM, Patricia Avendaño Durán, destacó la importancia de este cambio de categoría de colonia a pueblo, lo que implica no solo un cambio nominal sino el acceso a una serie de prerrogativas que fortalecen la autogestión y la preservación cultural. Avendaño aseguró que el IECM proporcionará toda la información necesaria sobre participación política y ciudadana para asegurar que los residentes puedan ejercer plenamente sus derechos recién adquiridos.
La comunidad de estos nuevos pueblos originarios ha recibido esta noticia con optimismo y expectativas de un futuro en el que puedan salvaguardar mejor su patrimonio cultural, practicar y promover sus tradiciones , lo más importante, participar de manera más efectiva y directa en las decisiones políticas y económicas que afectan sus vidas.
Con el reconocimiento de estos cinco nuevos pueblos originarios, la Ciudad de México no solo aumenta el número total a 55 pueblos originarios distribuidos en 11 alcaldías, sino que también fortalece su tejido social y reafirma su compromiso con la inclusión y el respeto por la diversidad. Este es un paso significativo hacia la rectificación de históricas omisiones y hacia la celebración de la rica herencia cultural que cada uno de estos pueblos aporta a la metrópoli.
La Ciudad de México se presenta como un ejemplo de cómo las metrópolis pueden integrar y valorar sus raíces indígenas y originarias en el contexto de la modernidad y el desarrollo urbano, asegurando que todos los ciudadanos, sin importar su origen, tengan voz en el diseño de su presente y futuro colectivos.