Metronautas

Metronauta no vayas como si trajeras moto al Metro CDMX

Metro CDMX

Entré al Metro en Buenavista, había sido un día de mucho trabajo y me sentía cansado, únicamente deseaba hallar un asiento, abrazar mi mochila como siempre y viajar tranquilo a casa, quizá sacar mi libro y leer algunas páginas.

Pero quizá hoy no se podría, había mucha gente, más de la habitual y se juntaba más cada vez, así que me formé en un grupo donde aparentemente estaría la puerta al parar el convoy.

Quienes viajamos habitualmente en este transporte ya lo tenemos medido, así que donde hay bolita es que no se subieron los que esperaban hallar un asiento y esperan el siguiente o bien ya tienen marcado donde pararse para estar justo en las puertas y entrar a buscar un lugar.

Claro, es todo un arte, primero ubicar la puerta, luego entrar aprisa porque todos corren a buscar un lugar donde sentarse, como si fueran a vivir eternamente en el Metro.

También los hay justicieros, así los llamo, esos que no quieren sentarse pero quieren acomodar al pasaje como si fuera suyo y paran a los que ganaron su asiento para colocar a la viejita, a la señora que ser cargó al chamaco de siete años para que le den el asiento o al joven con muletas, aunque éste termine diciendo “gracias bajo en la siguiente”, o cosas por el estilo.

Ah, también hay las que quieren heredar, esas que no ceden el asiento, pero cuando van a bajar andan viendo a quién dejar y desde su lugar le llaman a quien elijan, no solo se paran y se marcha, ah, no, quieren heredar el asiento.

Y, por supuesto, las señoras que no logran un asiento pero que echan de habladas y hasta insultan a los que lograron sentarse diciendo cosas como “ya no hay caballeros”, hasta las que de plano dicen: “si, se hacen pendejos, como si fueran dormidos” entre otras lindeces.

A las bastoneras, esas que se acercan a los que van sentados y les van pegando con el paraguas o les ponen la bolsa casi en la cara para que las vean y se paren; en fin hay de todo.

Ya se que hay señalamientos de asientos “reservados”, esos que deben usar principalmente aquellas personas adultas mayores con bastón, mujeres embarazadas o adultas mayores, pero si están libres cualquiera los usa, aunque si hay personas que ceden su asiento.

Luego ya sentado no falta el que quiere que todos escuchen su conversación, los que se creen empresarios, inversores, jefes o seductores y hablan para todos.

No pueden faltar, ahora con el celular en boga que ven videos a todo volúmen, sin respetar la privacidad del resto de gente.

Y, por supuesto, los que se hacen anchos al sentarse, quieren ver el celular sosteniéndolo con ambos brazos y casi sacan al compañero de viaje usando más del espacio que les corresponde, como si llevaran moto.

Ante todo esto nada se puede hacer, solo tener calma, hallar paciencia y pensar que es solo un viaje; así que si eres asiduo viajero del Metro en tu siguiente aventura por este transporte naranja se empático, piensa en los demás, es sólo un viaje.

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