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Dembélé arrasa en el Balón de Oro: un voto de confianza global
La edición 2025 del Balón de Oro no dejó espacio para la polémica: el francés Ousmane Dembélé se convirtió en el gran protagonista al ser colocado en el primer lugar por 73 de los 100 jurados. El dato no es menor: la cifra representa un dominio pocas veces visto en la historia del galardón y refleja cómo el atacante del Paris Saint-Germain se ha convertido en sinónimo de desequilibrio, talento y regularidad.
Los números hablan por sí solos:
73 jurados lo ubicaron en el primer puesto.
1,380 puntos acumulados en total.
Ninguna papeleta lo colocó fuera del Top 5.
Este nivel de consenso resulta excepcional, pues incluso leyendas como Messi o Cristiano solían dividir más la opinión de los votantes. En esta ocasión, la victoria de Dembélé no solo fue estadística: fue una declaración de que su fútbol, en 2025, ha convencido de forma transversal a críticos, entrenadores y periodistas.
Yamal y Vitinha: los otros nombres de la gala
Aunque el premio quedó definido desde el inicio de la votación, hubo espacio para nuevas figuras:
Lamine Yamal, con apenas 18 años, fue el favorito de 11 jurados y sumó 1,059 puntos. Su irrupción confirma que el futuro del fútbol europeo pasa por su zurda.
Vitinha, mediocampista del PSG, cerró el podio con 703 puntos, demostrando que el dominio parisino no se limita a un solo jugador.
La narrativa detrás de este Balón de Oro no puede separarse del proyecto del PSG. El club francés, que tantas críticas acumuló por fracasos europeos, encontró en 2025 el año de la consolidación:
Champions League conquistada.
Un ataque liderado por Dembélé que combinó velocidad y eficacia.
Una dirección técnica de Luis Enrique que convirtió el caos ofensivo en un sistema afinado.
Analistas coinciden: sin ese título europeo, el Balón de Oro podría haber tenido otro nombre.
Más allá del trofeo: lo que significa el voto masivo
El premio no solo encumbra a un futbolista; marca tendencias globales. El voto casi unánime a favor de Dembélé señala:
1. Un cambio generacional en la percepción del talento.
2. El reconocimiento de un jugador antes señalado por las lesiones y hoy convertido en referente de constancia.
3. Una narrativa en la que el PSG deja de ser “nuevo rico” para entrar, ahora sí, en la élite histórica del fútbol.
Dembélé, consciente de lo que significa este reconocimiento, se limitó a decir:
“Este Balón de Oro no es solo mío, es del equipo y de quienes nunca dejaron de confiar en mí”.
Pero detrás de la frase de manual se esconde un hecho contundente: el jugador francés ha roto con los fantasmas del pasado y se ha colocado en la vitrina de los indiscutibles de su generación.
Este Balón de Oro no se recordará por la polémica ni por un voto dividido, sino por el respaldo masivo a un jugador que, tras años de dudas, conquistó a todos.