Los filmes ganadores del concurso “Miradas sin tiempo”, partícipes del Festival de Cine Antropológico, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), son obras que demuestran la riqueza, diversidad y complejidad de los pueblos y grupos culturales del país.
En la premiación, llevada a cabo en el marco de la 36 Feria Internacional de Antropología e Historia (FILAH), la coordinadora nacional de Difusión del INAH, Beatriz Quintanar Hinojosa, reconoció a los más de 170 trabajos que respondieron a la quinta convocatoria del certamen, “porque confirman que el instituto es un motor del desarrollo de la antropología visual en la nación.
“El concurso ‘Miradas sin tiempo’ es la cristalización de un sueño y el impulso a materiales audiovisuales de cineastas y videoastas contemporáneos que, sea en un ejercicio contemplativo, reflexivo o de denuncia, nos muestran al otro y a los otros”, expresó la antropóloga en la ceremonia que tuvo lugar en el Auditorio Jaime Torres Bodet, del Museo Nacional de Antropología.
El comité organizador reunió, como parte del jurado, a expertos en distintas áreas de la cinematografía y antropología visual, para la selección de las obras ganadoras del Venado de Plata.
En representación del jurado, la antropóloga visual Karla Ballesteros manifestó que “incentivar la realización y difusión del cine antropológico es, hoy más que nunca, una tarea urgente. Aun teniendo mayor acceso a dispositivos de representación, todavía nos enfrentamos al silenciamiento y poco interés por las historias de comunidades y pueblos que tienen mucho que contar”.
Consideró que cada obra vista por el jurado en esta edición, es un recordatorio de que el cine puede ser una herramienta de diálogo, resistencia y sanación: “A quienes han participado, gracias por atreverse a mirar con otros ojos, por narrar desde el corazón y permitirnos asomarnos, aunque sea por unos minutos, a mundos que merecen ser comprendidos y acompañados”.
En la categoría Animación se recibieron 19 propuestas, y resultó ganadora La piedra que vive en la memoria, de Itzel Martínez, dedicada a la “Piedra de los tecomates”, como la gente de Coatlinchan, Estado de México, recuerda al monolito de Tláloc, custodio del Museo Nacional de Antropología, desde 1964. Memorias de Tlaxpana, de Dante Uriel Pineda, recibió mención honorífica.
En el rubro Cortometraje Documental, Mácula, relato sobre la degeneración visual de un adulto mayor, autoría de Mariana Rivera García, se alzó entre 71 filmes con el Venado de Plata. La mención honorífica fue para Las voces del despeñadero, de Irving Serrano, sobre los clavadistas de La Quebrada, en Acapulco.
En Mediometraje el primer lugar fue para Ch’ul Be, senda sagrada, del director Humberto Gómez Pérez, quien expresó que desde hace años guarda las historias de su pueblo, San Andrés, a través de su cámara, “esperando que esta mirada se quedé en el tiempo para las futuras generaciones”. A su vez, Toshkua, de los realizadores Cadalpiotz S.A., obtuvo la mención honorífica.
Por último, la coordinadora nacional de Difusión, Beatriz Quintanar, dio a conocer el Proyecto en Coproducción con el INAH, categoría en la que se recibieron 48 propuestas fílmicas. El jurado calificador se inclinó por El arreglo, de María Candelaria Palma Marcelino, oriunda de San Antonio, pueblo ubicado en la Costa Chica de Guerrero.
Emocionada, la ganadora refirió que su proyecto es una historia que la interpela de forma directa. Con la cámara como herramienta, “quiero cuestionar a mi comunidad”, expuso.
Los premios incluyeron diversos estímulos económicos: 70,000 pesos para Mejor Mediometraje; 30,000 pesos, a Mejor Cortometraje Documental; 20,000 pesos, a Mejor Animación y, en el caso del Proyecto de Desarrollo Documental en Coproducción con el INAH, el incentivo es de 200,000 pesos.

