Después de una intensa temporada electoral, la Ciudad de México enfrenta ahora la tarea de deshacerse de las secuelas físicas de la campaña: 56 toneladas de propaganda electoral esparcidas por toda la CDMX.
La Secretaría de Obras y Servicios (Sobse) ha encabezado este monumental esfuerzo de limpieza, una operación que no solo refleja la capacidad logística de la ciudad sino también su compromiso con el mantenimiento de un entorno urbano limpio y ordenado.
Durante las semanas de campaña, pendones, lonas y carteles se hicieron omnipresentes en las vías primarias de la capital, transformando el paisaje urbano en un mosaico de mensajes políticos. Con el cierre de las urnas, estos materiales, que a menudo son colocados en violación de las regulaciones municipales, necesitaban ser retirados rápidamente para devolver a la ciudad a su estado habitual.
El titular de Sobse, Jesús Esteva, aseguró que el proceso está bien encaminado con la mayoría de los materiales de las vías primarias ya retirados. “Lo que son pendones y lonas en vías primarias prácticamente ya está concluido el retiro, eso ya prácticamente fue retirado al 100%”, reportó Esteva.
Este resultado es fruto del arduo trabajo de los equipos de limpieza que, con espátulas en mano, han tenido que lidiar con materiales frecuentemente pegados con adhesivos fuertes como el engrudo.
No obstante, el desafío continúa en áreas donde el material propagandístico fue aplicado de manera más permanente. Según Esteva, la limpieza de postes y bajopuentes, donde el material se adhiere con pegamentos, requerirá de una semana a diez días adicionales de trabajo intensivo.
“Hay que raspar poste por poste, entonces eso se lleva más tiempo, pero vamos a continuar trabajando”, enfatizó el funcionario.
El esfuerzo involucra a un equipo de mil 332 trabajadores del gobierno central, dedicados exclusivamente a esta tarea. La estrategia no solo busca limpiar, sino también reciclar lo retirado. Las lonas y pendones recolectados son enviados a una planta de reciclaje ubicada en la alcaldía Gustavo A. Madero, donde se transforman en combustibles derivados de residuos. Este enfoque no solo resuelve un problema estético y de orden público sino que también contribuye a la sostenibilidad ambiental de la ciudad.
Mientras que Sobse maneja las vías primarias, la responsabilidad de limpiar las vías secundarias recae en las alcaldías individuales. En este nivel, las autoridades electorales son las encargadas de solicitar el retiro de la propaganda. La coordinación entre diferentes niveles de gobierno es crucial para garantizar que toda la ciudad quede libre de residuos electorales en un plazo razonable.
Este proceso de limpieza postelectoral no solo es una cuestión de logística, sino que también plantea preguntas sobre la regulación y el control de la propaganda electoral. La cantidad masiva de desechos generados por las campañas sugiere la necesidad de políticas más estrictas o de métodos alternativos de campaña que minimicen el impacto ambiental y visual.
La situación también refleja el civismo y la responsabilidad tanto de los partidos políticos como de los ciudadanos. La retirada de la propaganda no solo es una cuestión de cumplimiento legal o estético, sino también un acto de respeto hacia el espacio público y la comunidad.
La campaña para limpiar 56 toneladas de basura electoral en la Ciudad de México es un recordatorio de que las elecciones tienen consecuencias que van más allá de los resultados políticos.
Este esfuerzo de limpieza destaca la importancia de la planificación, la cooperación y el respeto por el entorno urbano y natural. Al mirar hacia futuras elecciones, tanto autoridades como partidos políticos están llamados a considerar prácticas más sostenibles que aseguren que la voz del pueblo pueda ser escuchada sin dejar detrás un legado de contaminación y desorden.