15 abril, 2025 11:03 PM
Gofinez

Foto: Columna Sebastian Godinez

Sebastián Godínez Rivera

El mundo de la literatura está de luto por la partida del Premio Nobel, Mario Vargas Llosa quien fue uno de los novelistas más prodigiosos del mundo. Mucho se ha escrito sobre sus textos en los que retrató la desigualdad y la inestabilidad de América Latina, como en su texto Tiempos recios, donde narra el derrocamiento del presidente guatemalteco Jacobo Arbezn; La Fiesta del Chivo, un retrato de la dictadura en República Dominicana de Rafael Leónidas Trujillo; o El Pez en el agua, documento en el cual plasmó su diario de campaña cuando compitió por la presidencia del Perú en 1990.

 

Competir en el Perú

El literato no sólo se hizo conocido por su extensa bibliografía, sino porque fue uno de los políticos que marcó la historia del Perú desde los años noventa. En 1987, fundó el Movimiento Libertad, un partido que reivindicaba el liberalismo político y en temas económicos, estaba alineado con el proceso de desregulación económica que se extendió por todo el mundo; tres años después enfrentaría a un outsider, Alberto Fujimori, un populista que prometía el cambio en la nación andina.

 

Vargas Llosa no logró derrotarlo en la segunda vuelta, puesto que la gente optó por un perfil que no provenía de la política, que entendía sus carencias y que desafiaba al status quo peruano. El autor de acuerdo a varios análisis de la época, encarnaba un rostro de la élite ilustrada y occidentalizada que buscaba impulsar cambios que se alejaban de la realidad peruana. Incluso, durante el debate presidencial de 1990 Fujimori lo señalaba de ser un alfil más de la clase gobernante.

 

Alberto Fujimori triunfó e impuso una dictadura de diez años; Vargas Llosa mostró desaprobación hacia el gobierno del tirano y hacia la familia Fujimori. No obstante, sus posturas fueron cambiando de acuerdo al momento histórico y eso le ganó diversas críticas por parte de varias personas. Por ejemplo, apoyó en su campaña presidencial al izquierdista Ollanta Humala y cuestionó la candidatura de Keiko Fujimori; en 2016 llamó a respaldar a Pedro Kuczynski y tras el indulto que otorgó a Fujimori lo llamó traidor.

 

En 2021, durante la pandemia de Covid-19 y en una de las contiendas más polarizadas en la historia de la nación andina, el autor de Los Jefes llamó a votar por Keiko Fujimori para evitar el ascenso de Pedro Castillo. Esto generó críticas, puesto que su largo historial de denuncia contra el fujimorismo le ganó cierto respaldo de los sectores que se vieron afectados por la dictadura; durante los años 2000 se dedicó a cuestionar a la hija de Fujimori, pero durante la segunda década del siglo XXI llamó a votar por ella y así evitar el ascenso del radicalismo de izquierda.

 

No era un secreto que Vargas Llosa como liberal cuestionó a los líderes de la izquierda o el socialismo del siglo XXI como Hugo Chávez en Venezuela; Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en el Ecuador y a Pedro Castillo en Perú. También llegó a cruzar declaraciones con el expresidente de México, Andrés Manuel López Obrador a quien señaló de llevar al país hacia una deriva autoritaria.

 

La dictadura perfecta 

Vargas Llosa confrontó a López Obrador sobre el camino que seguía México, pero fue en 1990 en una mesa junto al poeta mexicano, Octavio Paz, cuando el peruano acuñó y popularizó la frase “la dictadura perfecta no es el comunismo. No es la URSS. No es Fidel Castro. La dictadura perfecta es México”. El novelista se refirió así a México porque el autoritarismo mantenía la permanencia de un solo partido en el poder; abría espacios para la crítica que le era funcional; y contaba con una retórica de izquierda que le permitió acercarse a los intelectuales.

 

Si bien, la frase se volvió popular, México fue catalogado como un régimen de partido hegemónico que no era lo mismo que una dictadura socialista o militar como las que vivieron varias naciones. Más allá de la categorización política, Vargas Llosa acunó una de las frases que más permanencia ha tenido en el inconsciente colectivo mexicano, puesto que cada que se entrevistan a personas sobre la situación del país, al menos uno menciona esta frase.

 

Entre Colombia y Brasil

El novelista mantuvo ánimos pesimistas respecto al ascenso de los líderes izquierdistas en la región; en 2022 fue invitado a platicar en Uruguay sobre el panorama de América Latina. En su participación llamó a votar bien, puesto que Brasil y Colombia tuvieron elecciones presidenciales ese año; Vargas Llosa declaró que entre Lula y Bolsonaro, él optaría por el segundo, mientras que en el caso colombiano, Gustavo Petro contendía por la presidencia; a lo que el autor declaró que “Colombia es uno de los países más dramáticos en estos momentos porque si Colombia, como desea Venezuela, vota mal en estas elecciones, América Latina se hunde”.

 

Sus cuestionamientos versaban sobre los perfiles de los diversos presidentes que a su concepción frenaban el desarrollo de las naciones. Sus declaraciones durante mucho tiempo molestaron a los simpatizantes de la izquierda, al punto que algunos comenzaron a conjuntar sus declaraciones de apoyo hacia otros candidatos que perdieron en las urnas en diversas latitudes.

 

Entre los nombres a los que les dió su apoyo, pero perdieron se encontraban Mauricio Marci en Argentina, derrotado por Alberto Fernández; Jair Bolsonaro de Brasil que perdió en el ballotage contra Lula Da Silva; llamó a la oposición boliviana a agruparse y derrotar a Luis Arce en Bolivia; en Chile dio su apoyo a Jose Antonio Kast quien perdió ante Gabriel Boric; en 2021 llamó a votar por Keiko Fujimori; y en 2022 se opuso abiertamente al hoy presidente Gustavo Petro.

 

Sus declaraciones dejaban clara su preocupación por el ascenso de populistas, demagogos y líderes limitados en sus propuestas políticas. Incluso llegó a decir que “El liberalismo dentro de la cultura democrática era probablemente la doctrina que había impulsado las reformas más profundas, las mejores transformaciones”. Constantemente llamó a desmontar las ideas tribales y comunistas de las naciones, las cuales frenaban el progreso de las sociedades.