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Tres prodigiosas voces femeninas llevan lo mejor de la ópera a la Casona de Xicoténcatl

Opera en Chicotencatl

Tres distinguidas sopranos, del grupo de Concertistas de Bellas Artes, revistieron con sus prodigiosas voces los muros y pasillos de la Casona de Xicoténcatl la noche de ayer viernes, con un notable recital que, además, acercó a los más de cien asistentes a lo mejor de la ópera nacional y de ultramar.

Las interpretes Guadalupe Millán, Martha Mejía y Nadia Calles, acompañadas en el piano por el maestro Víctor Manuel Hernández, interpretaron en la antigua sede del Senado obras de Beethoven y Puccini en la carta internacional, y de Sandi y Moreno como parte de la selección de melodías de autores mexicanos, entre otros.

Esta velada en el recinto cultural tuvo una particularidad destacable: las artistas invitadas, ataviadas con refinados vestidos satinados y de terciopelo, se valieron de histrionismo y algo de danza para dar vida a las piezas, incluso, interactuaron con el público, alejando al concierto de una especie de rigidez que suele apreciarse en espectáculos operísticos.

Guadalupe Millán inauguró la gala declamando un poema de Pietro Metastasio (Italia, 1698-1782), algo poco común en los Conciertos de Bellas Artes en el Senado de la República, pero que fue preámbulo para una entretenida velada:

“¡Oh, amado mío! ¿Por qué me quieres ver sufrir así? ¿Cuántas noches, cuántos días? ¡Qué sufrimiento el mío, esperando saber dónde estás! ¡Amado mío! ¿Por qué me quieres ver sufrir así?”, recitó la artista que cuenta con experiencia en orquestas de México y Estados Unidos, además de haber sido profesora de canto en la Escuela Nacional de Música, de la UNAM.

La invitada compartió piezas “neuróticas pero que dan salvación”, como las definió, de Ludwig Van Beethoven (Alemania, 1770-1827), entre ellas, “L’amante Impaziente”, y también “Canción Tonta”, de Salvador Moreno (México 1916-1999), donde lució sus dotes actorales con rangos que fueron de lo meloso a lo trágico, además de convidar un poco de baile en el escenario.

El turno de Nadia Calles llegó con “Volveré”, de María Grever (1885-1951) prolífica compositora quien fue la primera mexicana en trascender a nivel internacional; en la voz de la soprano invitada, la más joven, pero no menos talentosa que las tres artistas, pudo apreciarse toda la ternura que imbuye esa pieza de principio a fin.

Fue Martha Mejía, también maestra de canto con amplia trayectoria, quien demostró con sus capacidades vocales que la Casona de Xicoténcatl es un espacio propicio para conciertos de esta naturaleza, al cantar “Un Bel Di Vedremo”, pieza principal de la ópera Madama Butterfly, de Giacomo Puccini (1858-1924).

Previo a interpretarla, Mejía recordó que la trágica obra del compositor italiano versa sobre el romance entre una quinceañera japonesa y un oficial de la Armada de los Estados Unidos; el dramatismo e intensidad de la canción pudo apreciarse en los ademanes y voz de la artista, cuyos tonos agudos cimbraron el recinto como pocas veces ha ocurrido.

La vocación didáctica de las invitadas se hizo patente antes de ejecutar “Canción de la Luna”, de Antonín Dvorak (República Checa, 1841-1904), cuando explicaron que la reconocible pieza se basa en la leyenda de una ninfa del agua que se enamora de un príncipe, historia familiar, pues fue inspiración para otra reconocible fábula: “La Sirenita”, de Hans Christian Andersen.

La interacción con el público de la antigua sede del Senado, aunque también puede considerarse parte didáctica, vino con la interpretación “De Diez Haikais”, de Luis Sandi (México 1905-1996), donde las sopranos explicaron que la canción se basa en la métrica de los haikus japoneses, y enseñaron e invitaron al público a cantar parte de ella:

“Paren la orejita que se lo deben aprender facilísimo: ‘sin cesar gotea, miel el colmenar, cada gota es una abeja’. ¿Ven? Ya nos lo aprendimos”, fue la lección de canto de Guadalupe Millán a una audiencia que, en efecto, aprendió y cantó posteriormente la pieza al unísono con las tres sopranos.

El cierre de la velada se dio con la interpretación de “Las Mañanitas”, canción popular que las tres artistas cantaron con motivo del cumpleaños de Martha Mejía y que también dedicaron, tras preguntar al público quién más lo celebraba, a un joven asistente de Xicoténcatl, cuyo natalicio coincidió con el de la soprano.

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