Cultura
“Te amo, pero no tanto”: El amor en tiempos del iPhone
¿Problemas de pareja?, sabemos lo que eso duele, hay heridas profundas que todos hemos tenido en algún momento por ese motivo, y poder ayudar a otros en su proceso de sanación es clave para avanzar y salir de esa oscuridad. Pero tenga cuidado con tanto falso profeta gurú del amor, esos que te dan TikToks y después muestran su lado migajero, contrario a su filosofía promovida, así que si busca soluciones a su estatus sentimental, hay una opción sin riesgo y con éxito comprobado, conozca a Gottman antes de ir con charlatanes.
Si usted ya pasó por un quiebre en su relación y está indeciso si seguir al Temach o a Maricel para elevar y empoderar su autoestima, le recomiendo que primero se acerque a conocer al tío Gottman, este experto verdaderamente conoce del tema, el Instituto Gottman tiene gente que sabe sobre las parejas y cómo pueden mejorar su relación.
El desastre emocional millennial y centennial en México y América Latina
Por décadas, el psicólogo e investigador John Gottman ha estudiado el amor como si fuera una ecuación. Desde su laboratorio del amor en Seattle, el llamado “psicólogo que predice divorcios”, identificó los factores que hacen que una relación dure o se hunda. Suena romántico, pero es pura ciencia. Y lo más triste es que, si Gottman estudiara hoy a la generación millennial y Z en México y Latinoamérica, probablemente daría el diagnóstico más temido: crisis emocional generalizada.
¿Por qué hoy nadie sabe amar (ni separarse) bien?
Si a Gottman le tomaban 15 minutos para predecir una ruptura, en esta época bastaría con ver un par de historias de Instagram. Relaciones que duran menos que un audio de WhatsApp. Parejas que evitan el compromiso con la frase “fluye”, y una alarmante epidemia de irresponsabilidad afectiva, donde se cree que amar es mandar memes y reaccionar con un corazón.
Lo que para Gottman era esencial —la amistad, el respeto, los “pequeños actos cotidianos de amor”— hoy se ha visto reemplazado por la inmediatez emocional. Decimos “te amo” en tres días, “no eres tú, soy yo” en cinco, y “bloqueado” al primer conflicto.
El amor a la mexicana: entre la telenovela y el trauma no resuelto
En la cultura mexicana y latina el amor ha sido históricamente telenovelero: pasional, dramático, celoso y dependiente. Hemos confundido el amor con aguantar todo, y ahora confundimos el desapego con madurez emocional. Vamos de extremo a extremo: antes era sufrir por amor, hoy es huirle como si fuera una deuda con el SAT.
En medio de todo eso, el amor sano —el que Gottman definía con base en empatía, validación emocional, confianza, acuerdos claros y responsabilidad afectiva— parece más una leyenda urbana que un modelo real.
¿Qué dicen los datos?
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En México, el número de divorcios aumentó más del 61% en los últimos 10 años (INEGI).
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Las principales causas: falta de comunicación, celos, problemas económicos y “incompatibilidad de caracteres” (traducción: nadie quiere ceder).
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Cada vez más personas declaran no querer casarse, pero sí desean relaciones… siempre que no impliquen ceder, negociar o mirar al otro como un igual.
El egoísmo emocional como nueva bandera
Muchos millennials y centennials crecieron viendo relaciones rotas, papás ausentes o mamás emocionalmente explotadas. En vez de sanar, adoptaron la fórmula inversa: “no me vinculo para no sufrir”. Pero el precio es alto: soledad, relaciones efímeras, ansiedad por apego, y una incapacidad creciente para construir amor duradero.
Gottman señalaba que el verdadero “veneno” de una relación es el desprecio, y hoy, ese veneno está disfrazado de ghosting, cinismo emocional y frases como “si no te gusta, vete”, “yo no nací para dar explicaciones”, o “a mí nadie me dice qué hacer”.
¿Y la solución?
No hay recetas mágicas, pero Gottman proponía herramientas que aún son revolucionarias:
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Diálogo honesto sin gritos.
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Mostrar aprecio y gratitud a diario.
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Reparar después del conflicto, no huir.
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Validar las emociones del otro, incluso cuando no las entiendes.
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Dejar el ego fuera de la cama.
En la cultura del “self love” y los “vínculos líquidos”, urge regresar al amor con base científica: el que se construye con respeto, presencia y responsabilidad. Porque si bien ya no creemos en los cuentos de hadas, tampoco queremos vivir en una película de terror romántico donde nadie se mira, se escucha ni se cuida.
Gottman lo deja claro: “Las parejas felices no tienen menos conflictos, tienen más habilidades para enfrentarlos juntos”. El problema es que hoy ya no queremos “juntos”, solo “rápido” y “fácil”.
Y así, entre egos heridos, corazones blindados y likes vacíos, seguimos preguntándonos: ¿cuándo fue que olvidamos cómo amar?