Al momento

Nostros los pobres ustedes los ricos

Por Ricardo Burgos Orozco
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía informó hace unos días que, entre 2022 y 2024, más de ocho millones de mexicanos salieron de la pobreza – algunos medios tomaron el dato del INEGI de todo el sexenio anterior que en total fueron 13.4 millones de personas de 2018 a 2024 para hacer más espectacular el registro –. Cuando reviso esa estadística — casi imposible de comprobar — me imagino a un mexicano, con múltiples carencias, que de pronto amanece con sus problemas resueltos: económicos, de salud, de vivienda, seguridad social, alimentación y educación.

Piensa mal y acertarás. La presidenta Claudia Sheinbaum inmediatamente se ufanó con ese dato en su conferencia diaria y como está próximo el primer informe de gobierno, será un excelente dato para presumir en virtud de la falta de logros oficiales porque seguimos mal en salud, economía, finanzas, educación, seguridad. Da la impresión que el INEGI le hizo un favor a la Cuarta Transformación, a través del Departamento de Medición de Pobreza y Evaluación Integral de la Política de Desarrollo, que sustituyó al desaparecido Consejo Nacional de la Política de Desarrollo Social o Coneval.

Describe el INEGI que en 2018 se encontraban en situación de pobreza 51.9 millones de personas, mientras que en 2024 totalizaron 38.5. El organismo también reveló que la población en pobreza extrema pasó de 9.1 millones a 7.0. Con las buenas nuevas, ahora millones de mexicanos ya tienen acceso a sus necesidades básicas.

Aunque parezca increíble, pero la pensión del Bienestar, es decir los apoyos monetarios directos –que suman cada año 850 mil millones de pesos — que entrega el gobierno a millones de personas de manera indiscriminada sin medir niveles socio económicos, sólo representaron una cuarta parte de los ingresos de los mexicanos más pobres y casi 16 por ciento en los de mayores recursos, según el INEGI.

Pese a la desaparición del Seguro Popular y al Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI), otro fracasotote de Andrés Manuel López Obrador, el INEGI destaca que ahora hay más mexicanos con acceso a los servicios de salud. Lo que no dice es que para conseguir una cita médica hay que esperar semanas o meses, no se diga una operación quirúrgica o la entrega de medicamentos adecuados para atender una enfermedad porque sigue habiendo un desabasto terrible, con todo y que la presidenta diga que se está ocupando de ello y se burle de las marchas de protesta por la falta de biológicos para quienes padecen de cáncer.

A lo mejor para informar de la disminución de la pobreza, el INEGI tomó en cuenta el aumento del salario mínimo en los últimos años – de lo que presume el gobierno –, pero seguramente no puso en su lista a las millones de personas desempleadas con una profesión y que tienen que dedicarse a oficios lejos de su especialidad porque no hay trabajo en lo suyo, con sueldos de miseria y que han pasado de la medianía económica a la pobreza extrema.

Tal vez el INEGI también registró a aquellos políticos que salieron de la pobreza, la marginación y la persecución judicial con el simple cambio de camiseta de la que tenían antes – no importa el partido anterior: PAN, PRI, PRD, Movimiento Ciudadano – a la del poder actual de Morena. Ahora viven en la impunidad, la opulencia, los viajes caros, la ropa y accesorios de marca. Esos políticos nuevos millonarios, que están arrodillados y obedeciendo fieles las órdenes que dicta su patrón desde Palenque, Cuba o España.

Loa datos del INEGI y de los políticos de Morena me recordaron aquellas películas inolvidables de Pedro Infante de la época de oro del cine mexicano: Nosotros los Pobres y Ustedes los Ricos.

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