4 julio, 2024

El panorama laboral en México refleja desafíos y una evolución necesaria hacia nuevas oportunidades. Tras la pandemia la mayoría de las empresas han implementado ajustes significativos en su planta laboral, reducciones de personal, ajuste de sueldos y otras basadas en los cambios y tendencias de consumo y demandas del mercado.

 

Las pequeñas y medianas empresas, quienes contratan generaciones más jóvenes, no son la excepción. Tras la pandemia todos han buscado optimizar costos de operación, fomentando a la informalidad de quienes buscan mejores ingresos.

 

De acuerdo con Observatorio Laboral y del Servicio Nacional de Empleo, actualmente en México hay 30 millones de millennials, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), lo que representa una cuarta parte de la población total de nuestro país, consolidándolos como un motor para la economía y desarrollo de México. Se estima que para 2025 estos jóvenes conformarán el 75 por ciento de la fuerza laboral, en los próximos años su papel será fundamental en el desarrollo del campo laboral.

 

Con este escenario, el tema de las pensiones en México es central para esta generación de mexicanos, por ello el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció su propuesta de reforma que permitirá a las nuevas generaciones acceder a una pensión digna durante su jubilación. Sin embargo, la pregunta que surge es si esta reforma será suficiente para asegurar un retiro tranquilo para los millennials que actualmente son la fuerza laboral más grande del país.

 

¿QUÉ GENERACIONES NO TENDRÁN PENSIONES COMO LAS DE SUS PADRES?

Las generaciones afectadas por esta problemática son los millennials, nacidos entre 1981-1996, y los centennials, nacidos entre 2000 y 2015. La razón detrás de esta realidad se remonta a una modificación de la Ley del Seguro Social en 1997, durante el gobierno de Ernesto Zedillo, que cambió el sistema de pensiones del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) a cuentas individuales manejadas por Administradoras de Fondos para el Retiro (AFORES).

 

La transición se debió a cambios demográficos que hicieron inviable mantener el sistema de pensiones original. La esperanza de vida aumentó, la población trabajadora se volcó hacia el emprendimiento o la informalidad y la base de jóvenes trabajadores disminuyó, haciendo insostenible el sistema de sustento cíclico.

 

PENSIONES SEGÚN LA LEY DEL 73 Y LA LEY DEL 97

Las personas que cotizaron en el IMSS antes del 1 de julio de 1997 tienen acceso a los derechos establecidos en la Ley del 73. Esta ley requería un mínimo de 500 semanas de cotización para solicitar una pensión por vejez vitalicia, calculada según el promedio salarial de los últimos cinco años de cotización y la edad del trabajador.

 

En cambio bajo la Ley del 97, se exige acumular para 2024 un mínimo de 825 semanas cotizadas en el IMSS, aumentando cada año hasta 2031. El monto de la pensión depende del capital acumulado en la cuenta de Afore, que se compone de aportaciones del patrón, el gobierno federal y el trabajador.

 

Existen tres modalidades de pensión: retiro programado, renta vitalicia y pensión mínima garantizada; sin embargo, el esquema actual implica que las pensiones representan aproximadamente el 40% de los ingresos, a diferencia del 100% que ofrecía la Ley del 73.

 

¿QUÉ ES LO COMPLICADO PARA LOS JÓVENES QUE BUSCARÁN UNA PENSIÓN DIGNA EN SU RETIRO?

El esquema actual de AFORES reduce las pensiones aproximadamente al 40% de los ingresos, comparado con el sistema anterior de la Ley del 73. Factores como disminución de aportaciones, dificultades para obtener empleo permanente, trabajos sin prestaciones sociales y el aumento de trabajadores freelancers complican aún más el panorama.

 

Los millennials enfrentan el reto de ahorrar de manera alternativa y buscar ingresos extras para asegurar su bienestar en la jubilación.

 

Aunque la reciente reforma propuesta por el Gobierno Federal es un paso positivo, según expertos, no soluciona completamente los problemas de las pensiones para los millennials. La incertidumbre sobre el futuro financiero en la vejez persiste y las generaciones afectadas deben estar atentas a posibles cambios en el sistema que garanticen una jubilación más justa y digna.