No es malo creer, lo peligroso es que sea a lobos vestidos de ovejas. Da coraje mirar cómo se hace creer a los necesitados para sacar provecho, y no hablo de los neoliberales, no señor, hablamos de aquellos que se sienten santos e inmaculados, así como los de tabasco que salieron más mañosos que el mismo Judas.
Comencemos los corajes analizando esto, “vamos bien y vamos a ir mejor”, pregunten a las familias de los afectados por el triste episodio de la explosión en Iztapalapa, si encontraron el sistema de salud danes (para los de escuela nocturna “hecho en Dinamarca”) que nos dijeron en el informe de gobierno.
Y es que la naturaleza mística del mexicano es creer en todo lo mágico, porque es la mejor manera de responsabilizar a otros (divinos o terrenales) de nuestras circunstancias. Nos creemos cuentos como que la refinería de Dos Bocas ya echa Premium a borbotantes, nos creemos que las medicinas para los pacientes de cáncer ya están disponibles, es más, nos volvemos a creer que el gobierno actual “es diferente” aunque salgan los trapos sucios del huachicol fiscal.
Ni modo, nos merecemos el apocalipsis porque así como hay gente que organiza colectas para ayudar y se clavan la lana, también hay políticos que organizan fiestas muy densas con famosos que tienen ciertos gustos culposos, pero lo que no tiene mother son esos apóstoles -autoproclamados- con gustos perversos, así es con La Luz del Mundo (LLDM). Sí, esa iglesia fundada en Guadalajara que presume cinco millones de seguidores en el mundo, hoy presenta una historia que parece escrita de la mano de los guinistas de Narcos, La Rosa de Guadalupe y The Boys.
Del “Apóstol” al apostolado carcelario
Empecemos con el linaje divino: Aarón Joaquín la fundó, Samuel Joaquín la expandió, y Naasón Joaquín la convirtió en franquicia internacional con el lema “entre más fieles, más dólares”. El problema es que ahora el “Apóstol de Jesucristo” no predica desde un púlpito, sino desde la biblioteca de la prisión californiana donde purga 16 años por abuso sexual infantil.
Y como buen guion de Netflix, su mamá, Eva García —mejor conocida como “La Diaconisa”—, también cayó. A sus casi 80 años fue detenida en Los Ángeles acusada de trata de menores y complicidad en los abusos de su difunto esposo, Samuel.
Dato duro: el Departamento de Justicia de EU confirmó que enfrenta cargos por explotación sexual, tráfico de personas y crimen organizado. O sea, la Santa Madre versión “Breaking Bad”.
El clan Joaquín: familia, pero no muy sagrada
Porque no hay serie sin villanos secundarios, también está el sobrino, Joram Núñez, detenido en Chicago por hacerse pasar por abogado de la iglesia. Spoiler: en lugar de defender víctimas, las sobornaba o las amenazaba. Básicamente, el aboganster que todos los narcos querrían tener en su WhatsApp.
Y no olvidemos a las prófugas: Rosa Sosa, Azalia Rangel y Silem García, acusadas de ser las “reclutadoras de la fe”. Traducido: el equipo de casting para que los líderes tuvieran acceso a menores bajo la excusa de “es voluntad divina”.
Víctimas, sobrevivientes y la eterna pregunta: ¿y México?
Exmiembros como Sharim Guzmán y su esposa Sochil Martin llevan años gritando que esto no era iglesia, sino secta con disfraz de “ministerio divino”. Y no les falta razón.
En entrevistas recientes, Guzmán celebró la detención de Eva García, pero advirtió: “faltan más”. Porque, claro, en toda novela de corrupción religiosa siempre hay un “y los demás, ¿cuándo?”.
Lo que preocupa es que el gobierno mexicano parece aplicar la doctrina de “hazte el que no ve”. Pese a denuncias desde 2019, el Estado ha sido más lento que cura bendiciendo agua con gotero. Mientras tanto, Estados Unidos hace el trabajo sucio, ¿habrá algo que no convenga y por eso no se meten?
Lenguaje sectario: cómo te venden humo bendito
Aquí es donde entra la parte cultish. Como explica la lingüista Amanda Montell, las sectas convierten palabras simples en armas de manipulación. En LLDM no faltaban frases como:
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“Los ángeles no tienen sexo” (cuando justificaban violaciones).
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“Sin dolor no hay paraíso” (cuando forzaban a menores).
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“El Apóstol es la voz de Dios” (cuando tocaba pagar diezmo).
O sea, puro cliché diseñado para manipular..
Crónica de un culto anunciado
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1964–2014: Samuel Joaquín, “el Apóstol”, reinó con su esposa Eva como “La Diaconisa”. Traducción: el CEO y la CFO del negocio.
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2014: muere Samuel y sube Naasón, el hijo. Prometía “renovación espiritual”. En realidad, perfeccionó la franquicia internacional.
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2019: primeras denuncias en México. Resultado: memes y silencio.
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2022: Naasón confiesa abusos y recibe 16 años en prisión en EU.
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2025: Eva y Joram detenidos. El clan en jaque.
Al final, la pregunta no es si La Luz del Mundo se apagará, sino cuántos focos quemados necesita México para entender que detrás de cada “apóstol” autoproclamado suele esconderse un depredador en potencia. Porque si algo nos ha enseñado esta historia es que, en México, la fe mueve montañas… pero también encubre monstruos.
Así que si alguien le promete el paraíso a cambio de obediencia ciega, mejor cambien de iglesia o partido político, es mejor ir al gimnasio y fortalecer el cuerpo y el espíritu como ese templo divino que somos, al menos ahí el dolor es de piernas, brazos o pecho y sí tiene sentido, y no termina uno como una estadística más ignorado por la justicia mexicana.

