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La urbanización de la zona alta del Ajusco, a pesar de ser una zona protegida, contribuye a la contaminación de la reserva subterránea.
Al hablar sobre la vulnerabilidad de un acuífero, es esencial considerar factores como el cambio climático, la infraestructura que se utiliza para extraer el agua subterránea, la contaminación, la sobreexplotación o la disponibilidad del recurso, aseguró Eugenio Gómez Reyes, del Departamento de Ingeniería de Procesos e Hidráulica de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Unidad Iztapalapa.
Para mantener el equilibrio, la extracción del agua debe ser proporcional a la capacidad de recarga, pero en el caso de la Ciudad de México, esto no se cumple, aseguró.
“La creciente demanda de agua que necesitamos, el aumento de la población y el incremento de la industria, resulta que en el depósito subterráneo de la metrópoli tenemos entre 50 y 53 por ciento de sobreexplotación; esto es, que estamos sacando más del doble de lo que podemos recargar”, acotó.
El investigador puntualizó que el acuífero de la Ciudad de México está dividido en siete secciones administrativas. Los pozos de éste están repartidos en organismos operadores; algunos los trabaja la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y otros el gobierno local.
En el Valle de México existen cerca de tres mil pozos de extracción, todos vinculados al mismo acuífero. Sin embargo, la calidad del agua varía de un pozo a otro, a pesar de provenir de la misma fuente; esa situación afecta a otros acuíferos, como el de Chalco o el de Texcoco, porque el líquido subterráneo se va hacia la región con mayor déficit, que suele ser este último, precisó Gómez Reyes.
Con frecuencia se recurre a hacer trasvases entre acuíferos cuando uno no está sobreexplotado, como estrategia para reducir la vulnerabilidad del otro, de la misma manera en que se hacen los trasvases de cuencas. El problema de sobreexplotación del acuífero sigue sucediendo y ni los sistemas Cutzamala o Río Lerma están resolviendo el abastecimiento, explicó el doctor en Oceanografía Física Costera.
Otro factor de vulnerabilidad es la contaminación, ya que una vez que sucede el líquido no se puede ocupar de manera inmediata pues hay que llevarlo a un proceso de saneamiento, lo cual es además mucho más costoso. “Un acuífero debería estar limpio, pues cuenta con un proceso de filtración natural”, dijo.
Está problemática ocurre sobre todo en la zona montañosa del Ajusco, donde a pesar de ser un área protegida, se ha extendido la mancha urbana que no cuenta con una red de drenaje, así que descarga agua sucia directamente sobre el acuífero.
“Hemos acabado con las zonas de recarga natural y tenemos que apoyarnos en los pozos de absorción en algunos puntos para nutrir al acuífero, que tarda al menos un año para poder filtrar el recurso por la vía natural”, resaltó.
Otro problema de vulnerabilidad a destacar es el hundimiento de la ciudad, consecuencia de la sobreexplotación del acuífero que no da oportunidad a una recarga óptima. Esto propicia que cada vez el nivel del agua subterránea esté más bajo. El acuífero se está secando, esencialmente, se está deshidratando y eso provoca que los suelos se estén compactando y que sigan ocurriendo los hundimientos”, advirtió.
Por su parte, María Guadalupe Figueroa Torres, académica del Departamento El Hombre y su Ambiente en la Unidad Xochimilco, rememoró que la Ciudad de México en tiempos prehispánicos era una gran cuenca que conectaba el lago de Chalco con los de Xochimilco y Texcoco, un cuerpo de agua enorme con una vasta riqueza y abundancia de recursos que albergaba también una biodiversidad muy amplia.
Los pueblos originarios convivían en armonía con el agua y construían sus espacios habitables en función de las características del entorno sin romper los ciclos naturales. “Con la llegada de los españoles, los cuerpos de agua se convirtieron en un enemigo que había que controlar, y comenzaron la construcción de drenajes profundos para desaguar la cuenca, con lo que el espíritu lacustre de la ciudad se perdió”, sentenció.
Los expertos participaron en el programa AguaCERO que se transmite martes y jueves a las 9:00 horas por UAM Radio 94.1 FM o también pueden escucharlo en línea: https://uamradio.uam.mx/