El 22 de agosto en México no es cualquier fecha, no señor. Es el Día del Bombero, ese momento del año en el que recordamos que hay gente que si vale la pena, esos que se avientan al fuego por el prójimo… pero no en redes sociales ni en la política, sino literalmente a arriesgar su vida por salvar la de otros. Mientras unos se queman con sus declaraciones, ellos lo hacen con incendios, fugas de gas y hasta rescates de gatitos atrapados en la azotea.
¿Quién no quería ser bombero de niño?, caray son de las pocas profesiones heroicas a las que todavía aspira un inocente. Claro, hay señoras que les encantaría un bombero que apague el fuego que llevan por dentro, pero al final son servidores que se han rifado no solo en México sino hasta en los países vecinos, como cuando se lanzaron a echar paro en California con los incendios gabachos, que por cierto ya se les olvidó por lo visto.
En México los salarios más altos que recibieron los Bomberos fueron en Sonora ($32k MX), Guanajuato ($20k MX) y Ciudad de México ($16k MX), algo así lo que se gastan los hijos de Andrés Manuel en un viaje de vacaciones, mientras en las ceremonias oficiales habrá discursos emotivos, aplausos sinceros, desfiles con uniformes planchaditos y, por supuesto, los memes de “aquí con la manguera de fuera”. Recordemos que nuestra flamante jefa de gobierno Clara Brugada Molina, entregó el año pasado 11 vehículos nuevos al Heroico Cuerpo de Bomberos (HCB) para reforzar la atención contra incendios y otras emergencias en la Ciudad de México, regalo que salió de nuestra bolsa, no crea que de Morena o sus políticos.
Héroes de a de veras (no de Photoshop político)
A diferencia de ciertos funcionarios que se autoproclaman “héroes de la patria” por inaugurar una refinería incompleta, los bomberos sí tienen con qué presumir.
Su historia se remonta al 22 de agosto de 1873, cuando en Veracruz se fundó la primera “Compañía de Bomberos”. Sin drones, sin apps, sin gasolina cara: puro valor, cubetas de agua y pulmones de acero. De ahí la fecha oficial.
Ya en 1951, el entonces presidente Miguel Alemán les colgó la medalla de “Heroico Cuerpo de Bomberos” después de que 12 elementos perdieran la vida apagando un incendio en “La Sirena”. Nada de selfies ni mañaneras; aquí el heroísmo se escribió con humo y cenizas.
Hoy, en pleno siglo XXI, los bomberos en CDMX y todo el país no solo enfrentan incendios. También rescatan a los que se quedan atorados en elevadores, los que caen en coladeras abiertas (gracias, obras inconclusas), y hasta a quienes insisten en meter la cabeza en lugares donde no cabe -sin albur-.
Dato duro: en promedio, un bombero atiende entre 7 y 10 emergencias al día. Sí, mientras tú te quejas porque el RTP no pasa o el Oxxo no atiende la otra caja, ellos ya apagaron tres incendios, rescataron a un perro en el Periférico y dieron auxilio en un choque.
Y todo esto, muchas veces, con equipos viejos, sueldos raquíticos y estaciones parchadas. Aunque el Gobierno se parará el cuello agradeciendo “su entrega y valentía” (aunque todavía les deban el agua y las mangueras nuevas), habrá mandos reconociendo “el compromiso inquebrantable”, sabiendo que no se les autoriza todavía gasolina para la siguiente emergencia.
Mientras ellos apagan incendios… los políticos solo los prenden. El Día del Bombero es ese recordatorio de que en México todavía hay profesiones que se viven con vocación, no con cálculo electoral. Que existen personas que sí se rifan de verdad, aunque no acaparen la mañanera.
Así que sí, celebremos a los bomberos. Agradezcamos que existen, que trabajan 24/7, que no preguntan a quién rescatan ni de qué partido son. Y de paso, recordemos que merecen algo más que aplausos y discursos: necesitan presupuesto digno, equipo de calidad y seguridad laboral.

