2 julio, 2024

Para nadie es un secreto que Keith Richards tiene un hábito singular por los enervantes. En el mundillo del rock hay cientos, que si no miles, de relatos sobre los excesos de “El Jefe”, como le apodan al guitarrista de los Rolling Stones.

 

El próximo 18 de diciembre Keith cumplirá 80 años, y junto a los Stones ya se alista para que una vez más las piedras rueden, a través de la gira Hackney Diamonds, que comenzará en abril próximo en los Estados Unidos.

 

En 2007, Richards le concedió una entrevista a la revista británica de música juvenil, NME. En ella habló abiertamente de su relación con las drogas y cuando le preguntaron qué era lo más raro que se había metido, contestó:

“¿La cosa más rara que he intentado esnifar? Mi padre. Me esnifé a mi padre”.

“Él fue incinerado y no pude resistir hacerme un tirito con él. A mi padre no le habría molestado, no le importaba una mierda”.

 

Días después, el guitarrista saldría a recomponer la declaración y señaló que la verdad de las cosas es que las cenizas de su progenitor estaban sembradas en un roble inglés.

 

En su libro autobiográfico “Life”, el Stone retomó el tema:

“La verdad del asunto es que después de tener las cenizas de mi padre en una urna negra durante seis años, porque no tuve fuerza para esparcirla a los vientos, finalmente planté un robusto roble inglés para esparcirlo alrededor”.

“Y cuando quité la tapa, un hilo un hilo de las cenizas volaron y cayeron en la mesa. No podía simplemente limpiarlo, así qué pasé mi dedo por encima y me esnifé el residuo. Cenizas a cenizas, de padre a hijo”.

 

Ya para abonar más al tema, en 2015 Richards declaró que no le disgustaría que sus hijas esnifaran sus cenizas “Yo mismo les dejaré la pajita”, dijo.

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