6 noviembre, 2024

 

El Día de Muertos es una de las festividades más queridas y significativas de México, un momento en el que el país se viste de color y tradición para honrar a quienes ya no están. Esta celebración, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, es una mezcla de costumbres indígenas y católicas y cada región del país le da un toque especial. A continuación, exploramos cómo distintas comunidades mantienen viva esta tradición.

 

Ofrenda: Homenaje a los difuntos

La ofrenda, también conocida como altar, es el elemento central de esta festividad. En ella se coloca veladoras, flores de cempasúchil, pan, sal, frutas y agua, elementos simbólicos que sirven para guiar a los difuntos en su regreso al mundo de los vivos. Según el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, la ofrenda es “un reencuentro con un ritual que convoca a la memoria”, una forma de estar cerca de los seres queridos y compartir una vez más sus alimentos favoritos.

 

En cada estado, la ofrenda varía según las tradiciones locales. En la Huasteca, por ejemplo, se ofrecen alimentos a los difuntos hasta tres veces al día durante la celebración, mientras que en regiones como Michoacán y algunos pueblos de la Ciudad de México, la convivencia con los muertos ocurre directamente en los panteones.

 

Chiapas: Una Puerta al Inframundo

En San Juan Chamula, Chiapas, los indígenas tsotsiles tienen una tradición especial: colocar una puerta de madera en las tumbas para simbolizar la entrada de las almas al mundo de los vivos. Desde la noche del 31 de octubre, las familias acuden al panteón de la comunidad de Tres Cruces para adornar las tumbas con cempasúchil, flores de seda, incienso y copal, mientras se preparan para pasar la noche en un ambiente de rezos y danzas.

 

Durante tres días, las “puertas” permanecen abiertas para que las almas encuentren el camino hacia sus familias. Las cruces, de hasta seis metros de altura, son otro elemento que guía a los difuntos en su visita. Los danzantes, conocidos como mashes , brincan de tumba en tumba en un baile que simboliza la vida y el retorno de las almas. Esta celebración es una inmersión en el misticismo indígena, una experiencia que atrae tanto a locales como a visitantes.

 

Xantolo en la Huasteca de Hidalgo: Danzas para los difuntos

En la Huasteca de Hidalgo, el Día de Muertos se celebra con el Xantolo , una festividad marcada por la danza. Cuadrillas de danzantes, vestidos como personajes como el diablo, la muerte y la “embarazada”, recorren las calles en una coreografía lúdica que desafía a la muerte y celebra a los fallecidos. Según la diputada local Paloma Barragán Santos, el Xantolo es tan importante en la región que se compara con la Navidad.

 

La preparación de esta festividad comienza en junio con la siembra de cempasúchil, y los trajes de los danzantes pueden costar hasta 15 mil pesos, mostrando el compromiso de la comunidad para preservar esta tradición. En 2015, el Congreso de Hidalgo declaró al Xantolo como Patrimonio Cultural Inmaterial, reconociendo su valor cultural.

 

Oaxaca: Conmemoración de todo el mes

En Oaxaca, las visitas al panteón no se limitan al 1 y 2 de noviembre; cada lunes del mes, los habitantes de distintos barrios acuden a honrar a sus difuntos. Esta tradición comenzó en el período posrevolucionario y ha sido preservada por las familias de barrios como el Marquesado, San Juan Chapultepec y Xochimilco, quienes cada lunes de noviembre visitan las tumbas de sus seres queridos.

 

Además de la visita al panteón, la tradición incluye verbenas donde se venden antojitos oaxaqueños como empanadas, molotes y quesadillas, permitiendo a los visitantes disfrutar de la gastronomía de la región. La convivencia se extiende así entre vivos y muertos, en un ambiente que fortalece el sentido de comunidad y la herencia cultural de Oaxaca.

 

Día de Muertos: Patrimonio Vivo

El Día de Muertos en México es una festividad que une a las familias en torno a la memoria de sus seres queridos y da muestra de la diversidad cultural del país. Cada región aporta una expresión única a esta celebración, manteniendo viva una tradición que continúa fascinando tanto a los mexicanos como al resto del mundo. A través de ofrendas, danzas y rituales, los mexicanos logran trascender las fronteras entre la vida y la muerte, recordando que el amor y la memoria son eternos.