Quizás le han reclamado últimamente en casa debido a que no alcanza el dinero para todo lo que hay que comprar. Pues para el gobierno tampoco es fácil hacer su trabajo -favor de encender el modo sarcástico- con lo poco que reciben de presupuesto y todo lo que deben pagar para cumplir sus promesas. El Presupuesto de Egresos 2025 fue de 9.3 billones de pesos (Un 9 y doce ceros después). O sea, cada mes el gobierno tiene unos 750,000 a 780,000 millones de pesos para gastar en todo lo que se necesita en el país.
Al igual que los ciudadanos, el gobierno tiene que pagar sus cositas, como créditos que pidió por andar de caliente queriendo hacer obras que no funcionan y a la mera hora donde el contratista infló las facturas y se fueron al doble o más del presupuesto original, y al igual que tu tía que hace las cuentas chuecas, se terminan redondeando las cuentas para que cuadren, solo que aquí se oculta la información como clasificada (que por seguridad nacional) para que no peguemos el grito en el cielo (ahora entiende tu tía panista por qué convenía quitar a los metiches del INAI).
¿Cuánta lana necesitan?
Pues resulta que una parte importante del presupuesto (29.8 %) se va a cubrir pagos pendientes de años anteriores y el servicio de deuda (intereses, comisiones, etc.). Algo así como unos 3 billones de pesos en créditos, que por supuesto son dinero que aportamos todos los que pagamos impuestos (dinero que viene del pago de los servicios, productos, ganancias, etc). Con el restante se tienen que hacer bolas la doctora y sus cuates para aportar bienestar a sus simpatizantes y callarle la boca a sus opositores, porque claro, aquí se ha convertido en eso, en preferenciar según convenga a los intereses electorales, si aplaudes eres de los suyos, si criticas te apellidas Calderón o Téllez.
Esto es en el mejor de los casos que haya recaudación y no gastos sorpresas, como por ejemplo una catástrofe -que casi no pasa- y que para la de malas rebase la cantidad asignada, por ejemplo el Fondo de Desastres Naturales (Fonden, hoy Fopedren) recibió 18,677 millones de pesos, mientras el proyecto del Tren Maya recibió 157 mil millones de pesos, porque claro, es más prioridad un capricho como un tren que no genera retorno de inversión real mientras otras zonas del país viven afectadas por huracanes, inundaciones o sismos más de 2 veces al año ahora por “culpa del niño” y las lluvias atípicas.
La neta es que el mexicano está acostumbrado a sortear estos temas económicos, si no te alcanza pues pellízcale al presupuesto y ya veremos después cómo lo arreglamos. Algo así pasa con la administración gubernamental actual (a cualquier escala y en cualquier ciudad del país), le quitas dinero a otras áreas y luego vemos, así como AMLO quitó dinero para la Salud, para invertirle a algo que consideraron prioritario, como por ejemplo traer los restos de Catarino Erasmo (otro, no el de la Academia), un líder antiporfirista asesinado hace más de un siglo en Panamá, mientras las madres buscadoras se rascaban con sus uñas para encontrar a sus desaparecidos.
¿Qué fue primero, la deuda o el impuesto?
El negocio de la política es crear dependencia, en especial de las personas en mayor desventaja, así se manipula generando falso progreso con programas sociales y distribución de recursos que no resuelven su problema de fondo, sino que los mantienen ahí, esperanzados a que su nuevo salvador les ayudará. Por eso los políticos en turno ya se están frotando las manos para hacer otras reformas que les permitan tener más dinero para sus ideotas.
Como en todo, se trata de tener recursos sin sufrir en el intento, por eso cualquier ocurrencia es buena para sacar una lanita extra, así pasará con las licencias, placas y regulaciones para los scooters y vehículos eléctricos, porque tal como pasa en nuestra casa, cuando hay que quedar bien (hello Mundial 2026), hay que pedir prestado o ver qué hacemos pero no dejaremos que hablen mal de nosotros -aunque tengan razón para hacerlo-.
Así hemos mal criado al gobierno, que desde muchas administraciones atrás ha gastado irresponsablemente para generar proyectos inútiles y opacos que no generan un retorno económico sano que se traduzca en servicios de alto valor para sus habitantes, escuelas actualizadas, transporte eficiente, hospitales con medicinas y doctores bien pagados, así como en Dinamarca.
Sin dinero, no baila el perro
Vamos rumbo al último cuarto del año, ya lo caido caido, las tiendas empezaron a vender pan de muerto, otros ya organizan el intercambio de navidad y otros estamos habidos de que paguen el aguinaldo porque ya lo debemos. El gobierno hizo económicamente lo que quiso este 2025 y la idea sigue siendo gastar antes que pensar, pedir prestado al que se deje, prometer y en cuanto nos llegue un dinerito volvernos a endeudar para sentirnos merecedores.
Los impuestos son una de las invenciones más canijas para controlar al que los genera, “te cobro para que vivas como yo quiero que lo hagas”, sin importar la civilización que los impuso ni la época en que se aplican, es la mejor manera de empinar a otros a tu voluntad, pregúntenle a Trump y sus aranceles en esta guerra comercial caprichosa que desató.
Al final todos necesitamos entender cómo funcionan los impuestos, se necesitan para hacer funcionar un país, la bronca es que quien los administra muchas veces no son los más apropiados, los del poder se despacharán con cuchara grande cada que puedan, pero depende de nosotros actuar con mayor responsabilidad para crear ese México que merecemos.
Mientras tanto, aunque sigamos en la fila, pagando IVA hasta de las pepitas y del pedido de Shein, hay que evitar que nuestros impuestos se transformen en monumentos al ego, porque la bronca es simple: o dejamos de actuar como si “no pasa nada” y exigimos cuentas claras, o seguiremos aplaudiendo mientras nos vacían la cartera con sonrisa de villano de caricatura. Porque al final, no es que el dinero no alcance… es que nunca llega a donde debe.

