
Foto: Ricardo Burgos
Por Ricardo Burgos Orozco
Visité el domingo pasado 1 de junio el Zócalo de la Ciudad de México tomado desde hace varios días por los pseudo maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. También están ocupadas varias calles de los alrededores lo que ha provocado caos y conflicto para los visitantes, residentes y comerciantes de la zona que apenas pueden circular.
Los locatarios están desesperados porque tienen pérdidas millonarias y ninguna autoridad los apoya.
La CNTE se ha convertido en las últimas semanas en una enorme roca en el zapato del gobierno de la Cuarta Transformación siendo que en un momento dado fueron alentados por ella misma cuando eran líderes disidentes – como Andrés Manuel López Obrador — porque les servían de punta de lanza para sus fines de presión.
Este movimiento surgió en 1979 como una alternativa al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación; buscaba mayor democracia sindical y mejoras salariales. En ese tiempo, la SNTE estaba alineada al Partido Revolucionario Institucional, poderosa organización en ese tiempo y un grupo de maestros consideró que hacia falta un contrapeso menos cooptado por el gobierno priista de esa época.
La Coordinadora se fundó en el primer Foro Nacional de Trabajadores de la Educación, celebrado en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. En sus inicios su influencia estaba limitada a los estados de Oaxaca, Distrito Federal y Chiapas, pero en los últimos años ha estado creciendo a otras entidades como Michoacán, Guerrero, Zacatecas, Chihuahua, Baja California Sur y Yucatán.
El gobierno de Andrés Manuel Lopez Obrador hizo crecer a la CNTE y tener más influencia a partir de 2018 porque le supuso que con ello podría tener mayor control del sindicato magisterial, considerado el más grande de América Latina y que tiene la titularidad del Contrato Colectivo de Trabajo, aunque extraoficialmente los miembros de la Coordinadora han recibido muchas canonjías, dividendos y beneficios económicos extraordinarios por arriba y por debajo del agua. Quieren más.
López Obrador los tuvo controlados durante los seis años de su administración, pero con el cambio de gobierno no fueron lo mismo las mañas, el colmillo y el control del hombre de Macuspana que la inexperiencia y falta de liderazgo de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo. Por eso, cría cuervo y te sacarán los ojos; el monstruo ha crecido y exige beneficios más allá de lo que el gobierno les puede dar. Por ejemplo, un incremento salarial del ciento por ciento.
Los pseudo maestros de la CNTE – que se la pasan todo el año en movimientos y paros – actúan con total impunidad. Ninguna autoridad es capaz siquiera de hacerles un descuento en sus salarios o penalizarlos por faltas y ausencias; también pueden bloquear aeropuertos, calles, avenidas, edificios particulares y de gobierno. La policía está siempre ausente sin importar lo que hagan los profesores disidentes.
Algunos analistas consideran que el conflicto con la CNTE fue provocado por el propio gobierno de Claudia Sheinbaum al prometerles más de sus posibilidades. Por supuesto la Coordinadora no acepta un aumento salarial del 10 por ciento – quieren el 100 — y exigen la abrogación de la Ley del ISSSTE de 2007, reforma al sistema de pensiones y jubilación por años de servicio (28 para mujeres y 30 para hombres), entre otras cosas.
El misterio es conocer quién o quiénes están financiando el plantón de la CNTE en la Ciudad de México porque miles de pseudo profesores de la Coordinadora requieren alimentos y otros gastos que no se pueden soslayar. Eso significan miles o millones de pesos diarios y ya van para tres semanas de marchas y manifestaciones en la capital.
Ahora, los pseudo maestros disidentes están “jugando” a las vencidas con el gobierno; a ver quién gana, pero, como suele pasar, quienes se afectan son los millones de ciudadanos perjudicados por sus movilizaciones. Y ni quién pueda defenderlos.