16 noviembre, 2024

 

En un esfuerzo conjunto por abordar los desafíos que plantea el narcotráfico en la región, representantes de México, Estados Unidos y Canadá concluyeron la Octava Reunión del Diálogo de América del Norte sobre Política de Drogas (NADD, por sus siglas en inglés). Durante dos días, expertos en políticas de drogas, salud pública y seguridad discutieron estrategias para combatir la producción y tráfico ilícitos de drogas, además de sus implicaciones para la salud pública.

El evento, celebrado en la Ciudad de México, permitió evaluar los avances realizados desde la última reunión y planificar acciones conjuntas para 2025. En palabras de la cancillería mexicana, el NADD es un espacio clave para “fortalecer la colaboración trilateral y responder de manera efectiva a las amenazas compartidas que representan las drogas ilegales altamente tóxicas”.

 

Áreas prioritarias de acción

El diálogo giró en torno a cinco áreas clave que marcan el camino hacia una colaboración más efectiva:

  1. Drogas sintéticas actuales y emergentes: El fentanilo y otras sustancias altamente tóxicas fueron el foco de atención, dado su impacto en la salud pública y su prevalencia en los mercados ilícitos.
  2. Demanda de drogas y salud pública: Se discutieron estrategias para reducir el consumo, tratar a los afectados y prevenir futuras crisis.
  3. Modos y métodos del tráfico de drogas: Se analizaron rutas y tecnologías utilizadas por los grupos criminales, incluyendo métodos digitales y de transporte físico.
  4. Flujos financieros ilícitos: Los países compartieron información sobre cómo las ganancias del narcotráfico financian otras actividades ilegales.
  5. Vínculos entre el tráfico de drogas y armas: Se destacó la relación entre ambos fenómenos y su papel en el fortalecimiento de las organizaciones criminales.

Resultados y acuerdos para 2025

Entre los compromisos establecidos, destacan:

  • Pruebas de aguas residuales: Este método permitirá rastrear el consumo de drogas en comunidades específicas y ajustar las estrategias locales.
  • Sistemas de alerta temprana: Los países desarrollarán herramientas para identificar nuevas sustancias y responder rápidamente a su aparición en los mercados.
  • Seguridad postal y fronteriza: Se fortalecerán los controles en estos puntos críticos para interceptar envíos de drogas y armas.
  • Mapeo de tendencias: Un sistema compartido permitirá rastrear y analizar las tendencias emergentes en el tráfico de drogas sintéticas.
  • Revisión de vínculos entre armas y drogas: Las naciones coordinarán esfuerzos para desmantelar redes criminales que operan en ambos mercados.

Impacto en la región

Los acuerdos alcanzados en el NADD no solo buscan frenar la producción y tráfico de drogas, sino también atender las consecuencias sociales y de salud que estas generan. En América del Norte, las muertes por sobredosis han alcanzado niveles alarmantes, lo que hace urgente adoptar enfoques integrales que combinen prevención, tratamiento y represión.

 

En 2025, las estrategias acordadas se implementarán en las tres naciones, con un enfoque particular en el uso de tecnología avanzada para rastrear y detener actividades ilícitas.

 

A casi una década de su creación en 2016, el NADD se consolida como un mecanismo esencial para la cooperación regional. Los delegados coincidieron en que el éxito del diálogo radica en su capacidad para adaptarse a los cambios en el panorama del narcotráfico y para integrar múltiples disciplinas en su enfoque.

 

“El narcotráfico es un enemigo común que exige una respuesta unificada. Solo a través de la cooperación podemos garantizar la seguridad y el bienestar de nuestras comunidades”, concluyó Bárcena.

Oportunidad para salvar vidas

La Octava Reunión del NADD deja en claro que, aunque el narcotráfico sigue siendo un desafío enorme, la cooperación internacional y el uso de tecnología avanzada ofrecen herramientas prometedoras para combatirlo.

 

Con una estrategia renovada y un compromiso compartido, México, Canadá y Estados Unidos se encaminan hacia un futuro en el que las comunidades sean más seguras, la salud pública esté protegida y las redes criminales pierdan terreno.

 

Este esfuerzo trilateral no solo representa un avance en la lucha contra las drogas, sino también un modelo de cómo el diálogo y la colaboración pueden transformar problemas globales en oportunidades para mejorar la vida de millones de personas.