4 enero, 2025
El campo mexicano: ¿sacrificado por el T-MEC? La historia detrás de un sector en crisis

 

A tres décadas del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), ahora T-MEC, el campo mexicano enfrenta un panorama desolador. Mientras que algunos sectores han prosperado, la agricultura tradicional, particularmente el cultivo de maíz, ha pagado un precio alto por la apertura comercial con Estados Unidos y Canadá. En el corazón de esta crisis están los pequeños productores, quienes ven cómo su sustento es desplazado por importaciones masivas y políticas públicas que han favorecido productos más rentables para la exportación.

 

Maíz: de orgullo nacional a producto importado

El maíz, base de la alimentación mexicana y símbolo cultural, ilustra el impacto del T-MEC en el sector agrícola. Según cifras oficiales, México produce anualmente 23.3 millones de toneladas de maíz, mientras que el consumo interno asciende a 46.6 millones de toneladas. Esto significa que la mitad del maíz que se consume en el país, principalmente el amarillo utilizado para forraje, es importado, en su mayoría de Estados Unidos.

 

Ana de Ita, investigadora del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano, afirmó: “El tratado destruyó políticas públicas que antes protegían la producción nacional. Hoy, México importa maíz transgénico, lo que afecta a los pequeños agricultores y pone en riesgo la salud pública”.

 

El director del Instituto de Agricultura y Política Comercial (IATP), Timothy A. Wise, añadió que el T-MEC limita la capacidad de México para regular su mercado interno. “El acuerdo favorece a las grandes trasnacionales estadounidenses. México debería poder decidir cómo manejar sus cultivos estratégicos sin interferencias externas”, declaró Wise.

 

Una dependencia que crece

En 1994, México destinaba más de 9 millones de hectáreas al cultivo de maíz; para 2023, esa cifra cayó a 6.9 millones, una reducción del 24%. Durante el mismo periodo, las importaciones de maíz amarillo crecieron un 468%, alcanzando un récord de 23.9 millones de toneladas en 2024, según el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP).

 

A pesar de las alarmas, el gobierno ha priorizado productos más rentables para la exportación, como aguacates, frutos rojos, y cerveza. Estas decisiones han inclinado la balanza agroalimentaria hacia un superávit de 7,677 millones de dólares, pero a costa de la autosuficiencia alimentaria.

Papel de las políticas públicas

El impacto del T-MEC no solo se refleja en cifras. Productores de maíz en estados como Puebla y Sinaloa enfrentan sequías y falta de apoyos gubernamentales. En Sinaloa, por ejemplo, la producción cayó de 6.6 millones de toneladas a menos de 2 millones este año.

 

Durante un reciente foro en la Ciudad de México, organizado por la Asociación Nacional de Productores de Maíz, campesinos y expertos debatieron los retos actuales. Guadalupe Martínez, agricultura de Milpa Alta, señaló: “Nos sentimos abandonados. Las políticas del gobierno están enfocadas en exportar, no en apoyar a quienes producimos para el consumo interno”.

 

En respuesta, representantes de la Secretaría de Agricultura argumentaron que se están implementando programas para incentivar la producción local, aunque reconocieron que los avances han sido limitados.

Conflictos internacionales y el futuro del maíz

La disputa por el maíz transgénico añadió otra capa de tensión. En 2023, México prohibió el uso de maíz transgénico para consumo humano, una medida que Estados Unidos llevó a un panel de resolución de controversias bajo el T-MEC. El fallo, emitido en diciembre de 2024, determinó que México violó el tratado al no justificar científicamente su decisión.

 

El secretario de Economía, Raquel Buenrostro, defendió la posición de México: “No podemos comprometer la salud de nuestra población. Seguiremos buscando alternativas para proteger nuestra soberanía alimentaria”. Sin embargo, críticos señalaron que el fallo debilita aún más la capacidad de México para regular su mercado interno.

 

¿Qué sigue para el campo mexicano?

El campo mexicano está en una encrucijada. Por un lado, el T-MEC ha abierto mercados para productos de exportación como aguacates y berries, pero ha debilitado sectores esenciales como el del maíz.

 

Especialistas coinciden en que es necesario un replanteamiento de las políticas públicas. Ana de Ita sugirió priorizar la autosuficiencia alimentaria sobre la dependencia de importaciones: “No se trata solo de comercio, sino de seguridad nacional. México debe invertir en infraestructura, investigación y apoyo directo a los pequeños productores”.

 

El futuro del campo mexicano dependerá de decisiones políticas estratégicas que equilibren las exigencias del comercio internacional con las necesidades de la población y los agricultores locales. La pregunta es si el gobierno estará dispuesto a cambiar el rumbo antes de que el impacto sea irreversible.