
Foto: SICT
El biocarbón o biochar -carbón vegetal que se obtiene de residuos de biomasa- mejora las propiedades del suelo, por lo que es una alternativa para el manejo sostenible de este recurso fundamental para la vida, que está altamente erosionado y sobreexplotado en numerosas regiones del mundo.
Para analizarlo, personas expertas de la academia, la iniciativa privada y el gobierno se reunieron en la UNAM en un esfuerzo conjunto del Programa Universitario de Estudios Interdisciplinarios del Suelo (PUEIS) de esta casa de estudios y la Iniciativa Internacional del Biochar (IBI, por las siglas en inglés de International Biochar Initiative).
Uno de los objetivos del PUEIS es abordar las problemáticas de las superficies de nuestro país; por ello nos ocupamos de su recarbonización, señaló la coordinadora del Programa, Blanca Prado Pano.
El nombre biocarbono es una adaptación castellanizada del término inglés biochar (proveniente de “bio” y “charcoal”) y se refiere al carbón vegetal cuando se emplea como enmienda para el suelo. Es biomasa de origen vegetal procesada por quema o pirólisis.
“Tiene unas propiedades especiales que le confieren la retención de carbón orgánico y una porosidad grande, tanto que 22 gramos de biocarbón extendidos en su superficie equivalen a dos campos de fútbol”, explicó Luisa Marín de Block, representante de IBI.
Esa porosidad le permite crear vida microbiana, la cual cuando se agrega mejora la calidad y las condiciones de los terrenos degradados, contribuye a la recuperación, a evitar la separación de las partes solubles de nutrientes e incrementa su capacidad de retención del agua, detalló.
Además, mantiene el carbón que remueve el dióxido de carbono de la atmósfera y lo concentra para crear esta recarbonización.
Christina Siebe Grabach, investigadora del Instituto de Geología de la UNAM, precisó que estas propiedades coadyuvan a que se mejore la capacidad de retención de humedad, haya más superficies en las que puedan ocurrir la absorción (adhesión) y la desorción de nutrientes (cuando estos se liberan de una superficie), así como que exista mayor número de nichos en los que proliferen organismos benéficos para las plantas.
Todo en su conjunto favorece la fertilidad cuando es adecuada la confección del biocarbón con las necesidades de las plantas. Coopera para que haya más disponibilidad de nutrientes, y en nuestro país nos interesa mejorar la capacidad de retención de humedad -tenemos una época seca bien definida- porque en diversos lugares es la limitante principal para el desarrollo de biomasa.
Es una oportunidad, pues gran cantidad de las tierras en México ha perdido su materia orgánica por la labranza continua y la sobreextracción de rendimiento sin recuperar los nutrientes. Esto ha ocasionado que no tengan el contenido de carbono que podrían poseer si hubieran mantenido su cobertura vegetal natural.
Ese déficit, abundó, también se pretende suplir con aplicación de enmiendas orgánicas en general, en donde el biocarbono ofrece una posibilidad de agregar materia orgánica estable que no se va a degradar rápidamente.