Mi abuelo decía “lo que tus ojos no han de ver, en tu casa lo has de tener” como si fuera una maldición gitana sobre sus nueras flojas, que estaban pendientes de lo mal puesto en otros lados mientras en su propia casa estaban peor. Parece que Morena le está pasando así con los líos que se han venido destapando a su al rededor y demostrando el modus operAndy de la enviciada 4T, mientras se llenaban de orgullo que “ellos eran diferentes”.
Con semanas de muchas noticias, escándalos revelados, cajas chinas que distraen, redimidos y uno que otro flashback político que nos deja un sabor de boca Salinista tropical. La Dra. Sheinbaum trató de que no se le salieran del guacal sus pollitos, a pesar que se ventilaran trapos sucios que incomodaron a la mandataria en vísperas de los festejos patrios, con A de mujer diría ella, pero vamos por partes.
Mire don Andrés Manuel no siempre fue el pastor de la “izquierda moral”, es de esos empleados que se llena la boca diciendo “que sabe hacerlo mejor que el jefe”, con su carisma encantador de bobos y la lengua floja para decir mentiras con aderezo nacionalista, hizo que su perfil encajara bien en la maquina de políticos más grande y tranza de México, el PRI.
Fue en los años 70 cuando empezó como buen priista, todavía soñaba con el petróleo de Tabasco y con discursos de Carlos Pellicer. En esa época, la Dirección Federal de Seguridad (antecesor del Cisen) lo acusaba de “ideologizar campesinos”. O sea, lo regañaban por hacer lo que ahora se hace en cadena nacional todas las mañanas, pero con menos YouTube y más café de olla.
En 1988, mientras Salinas hacía de las suyas con el “se cayó el sistema” -spoiler, el responsable hizo de las suyas ahora en CFE-, ¿dónde estaba AMLO en ese entonces? En el PRI, aprendiendo del maestro Salinas. Militaba, respiraba y sudaba tricolor. ¿Quién diría que ese “joven marxista-leninista tropical” acabaría copiándole las mañas a su némesis?
El que con lobos anda, ¿a mangonear se enseña?
AMLO militó en el PRI en los 70 y 80, fue operador en Tabasco y terminó rompiendo con el régimen cuando la casa ya olía a fraude con aire acondicionado. La vida es redonda: aquel joven priista que detestaría al “jefe de la mafia del poder” terminó gobernando con tics parecidos.
Aunque no les guste reconocerlo, AMLO le aprendió todo a Salinas, a manejar la popularidad por las nubes, a darse el lujo de ningunear a la oposición al estilo “ni los veo ni los oigo”. ¿Resultado? 1994 fue la piñata del apocalipsis: estallidos sociales, magnicidios, crisis económica, y una alianza PRI-PAN para arrinconar a la izquierda. Treinta años después, la 4T mostró su verdadero ADN, el Salinismo: si el INE no gusta, se reforma; si la Corte no complace, se lincha en el prime time; si la prensa incomoda, se exhibe en la sección “cómprate un espejo” de la mañanera. Control es control, sólo que ahora con hashtags.
Si usted vivió el sexenio del chupacabras, entonces este déjà vu no es nomás literario y sabe el desenlace. Lo que si es que a diferencia del 94, el crimen organizado opera a plena luz, la polarización se cocina a fuego alto en redes y la sociedad ya probó la democracia; no está dispuesta a devolverla como si fuera prenda sin ticket.
Solidaridad vs. Sembrando Vida: cambia el logo, no el libreto
Salinas presumía Solidaridad; AMLO, Sembrando Vida. Aquel hablaba de modernización; éste, de transformación. Los dos con popularidades récord y narrativas épicas. Y, aun así, la pobreza sigue ahí, tercota. Porque seamos realistas, tener pobres es una forma de asegurar el poder, de tener preferencias y promesas que pueden dar otros años al mando.
El INEGI reportó recientemente que 38.5 millones viven en pobreza multidimensional y 7 millones en pobreza extrema; al mismo tiempo crecen los vulnerables por carencias sociales. ¿Contradicción? No: es el viejo truco de presumir récords macro (remesas, IED, salario mínimo, peso fuerte) mientras la mesa del comedor trae la macro-ansiedad de cada quincena.
Comunicación: el superpoder… y el talón de Aquiles
Aquí sí hay que conceder el mérito a quien con el sudor de su traje aguado llevó la agenda nacional, AMLO enseñó cómo se evitaba un tema incómodo, ¡cortina de humo!. Si un dato lo exhibía, ¡cambiar el marco!. Si un periodista lo critica, ¡sección de “quién es quién”!. ¿Funciona? Sí, para su base. ¿Cobra factura? También: las agresiones a la prensa subieron en su sexenio según organizaciones especializadas. El mensaje diario desde Palacio se volvió realidad oficial, y todo lo demás, “narrativa conservadora”. Manual 94, actualizado a versión 4T.21.
Mientras tanto la oposición como utilería
En los 90, PRI y PAN se dieron la mano para marginar a la izquierda. Hoy, Morena aprendió el truco: cooptar, fracturar, absorber. La oposición ayuda con su autogol crónico: el PRI atrapado por su dirigencia; el PAN sin brújula; el PRD en terapia intensiva. Resultado: una cancha sin árbitro, con el presidente de entrenador-jugador-dueño-narrador. ¿Les suena a Salinas? A mí también.
AMLO presumió baja en huachicol y corrupción, “contención” de algunos delitos y “atención a las causas”. Pero feminicidios, extorsión y robo en transporte mostraron tristes números y alzas o persistencias que el discurso clasificó como “otros datos”. Si a eso se suma la normalización del rentismo criminal en regiones enteras, el cóctel 94 tiene ahora Red Bull: el crimen no sólo disputa territorios; disputa legitimidad. Y cuando el poder polariza por deporte, el que agradece es el que dispara.
¿El alumno superó al maestro?
Comparativo express:
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Control institucional:
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Salinas: árbitros electorales domésticos y alianza con PAN.
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AMLO: reformas al andamiaje electoral, narrativa contra contrapesos, bullying mañanero y alianzas con PT y Verde.
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Programa insignia:
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Salinas: Solidaridad (obra, cemento, tarjetita).
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AMLO: Sembrando Vida/Becas (transferencia directa, lealtad política).
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Relato hegemónico:
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Salinas: “modernización”.
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AMLO: “transformación”.
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Relación con prensa:
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Salinas: cerco/negación.
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AMLO: estigmatización pública diaria.
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Clímax de riesgo:
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1994: magnicidio + crisis financiera.
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2024-2025: criminalidad empoderada + polarización en red + economía de dos velocidades.
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¿Entonces? Sí: en manejo de la conversación, AMLO superó a Salinas; en control simbólico del Estado, también. ¿En resultados? La respuesta está en el súper, la calle y la app del banco.
Si 1994 nos estalló en la cara con tantas realidades que parecen lejanas, no olvidemos que ya vimos esta película. La buena noticia: sabemos cómo no repetirla. El problema es que, para lograrlo, la extensión de AMLO con doctorado debe dejar de actuar como el innombrable y la oposición debe dejar de actuar como su público.
¿El alumno superó al maestro? creo que sí. La realidad Metronautas, es que en una época de tanto refrito y remake no es válido aceptar una falsa transformación cuando en realidad es repetición con un elenco más quemado y de bajo presupuesto como los políticos en turno.

