Movilidad
Aguas estancadas, peligro silencioso que crece con la urbanización
Con la llegada de la temporada de lluvias, la Ciudad de México revive cada año el problema de la acumulación de aguas estancadas y más allá de representar un inconveniente vial o visual, este fenómeno encierra una amenaza seria para la salud y el equilibrio ambiental urbano, apuntó la doctora Claudia Rojas Serna, académica del Departamento de Ingeniería de Procesos e Hidráulica de la Unidad Iztapalapa.
En entrevista, la investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) indicó que, “en muchos casos, el agua acumulada en canales o presas urbanas está contaminada por residuos provenientes de actividades cotidianas, como el uso de productos de limpieza y también por procesos industriales”.
La problemática se agrava cuando estos restos no son tratados adecuadamente y terminan en cuerpos de agua urbanos, afectando su calidad. Detergentes, químicos industriales y desechos orgánicos o fecales forman parte del coctel contaminante, enfatizó.
En casos como el de la presa Los Cuatros Palos, en Naucalpan, la situación se complica por la presencia de asentamientos irregulares que no cuentan con conexión al drenaje. “Pareciera que muchas de estas viviendas vierten sus aguas residuales directamente en la presa”.
El pasado domingo y debido a las intensas lluvias registradas en la región, se produjo el desbordamiento de esa presa, ubicada en el municipio de Naucalpan, Estado de México; lo que provocó severas inundaciones que afectaron viviendas de la colonia Altamira y zonas aledañas. Un hecho que particularmente llamó la atención fue la aparición de una densa capa de espuma sobre la superficie del agua desbordada.
Esa situación despertó tanto la curiosidad como la preocupación de los vecinos, quienes compartieron numerosos videos en redes sociales; algunos incluso interactuaron con la espuma, sin saber en ese momento que esta sustancia resultaría ser tóxica.
Efectos sobre la salud pública, más allá de lo visible
Las consecuencias sanitarias del contacto con agua contaminada son diversas y preocupantes; enfermedades como la gastroenteritis, diarreas, vómitos y hepatitis A y E se originan del contacto o inhalación de bacterias, virus y parásitos presentes en el agua. “Los niños son especialmente vulnerables, ya que tienen el reflejo natural de acercarse a jugar con el agua”, destacó la doctora Rojas Serna.
La especialista también enfatizó que existen efectos crónicos menos visibles, como ciertos tipos de cáncer asociados a la exposición prolongada a contaminantes químicos en el agua; como los de vejiga, hígado y riñón, figuran entre los riesgos comprobados a largo plazo.
Ante esta amenaza latente, la académica de la Casa abierta al tiempo sugiere medidas inmediatas de protección ciudadana como evitar el contacto directo con el agua estancada, visible por su color “chocolatoso”; utilizar cubrebocas al transitar cerca de canales contaminados, sobre todo en días calurosos donde hay evaporación de sustancias químicas.
Además, reportar a las autoridades correspondientes cualquier empresa que descargue aguas residuales sin tratamiento en cuerpos acuáticos urbanos.
Asimismo, remarcó la importancia de asegurar la conexión al drenaje de todos los hogares, incluso en zonas en expansión urbana. “La falta de planeación urbana impide muchas veces que las viviendas tengan acceso al drenaje, lo que contribuye directamente a la contaminación”.
Urbanización descontrolada: desafío estructural
El crecimiento acelerado de la mancha urbana hacia municipios conurbados ha traído consigo problemáticas complejas. “En colonias sin planeación, muchas veces no se cuenta con drenaje, y eso obliga a los habitantes a improvisar soluciones como letrinas sin regulación”. Esta situación genera descargas directas de residuos hacia la parte baja del terreno, donde se encuentran canales y ríos, puntualizó Rojas Serna.
También, la acumulación de basura urbana en estos cuerpos de agua genera taponamientos, agravando las inundaciones. Esto refuerza la necesidad de cultura ambiental y educación hídrica desde todos los niveles sociales.
En una apuesta por la innovación ecológica, el equipo de investigación de la UAM explora el uso del sargazo como agente bioadsorbente. Este material, comúnmente considerado un desecho marino, ha demostrado capacidad para absorber productos químicos del agua. “Ya se han realizado pruebas a pequeña escala, y ahora buscamos expandir su aplicación a ríos urbanos y cuerpos de agua más complejos,” explicó la experta.
Si bien el proyecto se encuentra aún en fase experimental, representa una propuesta promisoria para enfrentar la contaminación desde un enfoque sustentable y multidisciplinario.
La captación de agua de lluvia en techos se ha promovido como estrategia para mitigar la escasez de agua y aporta a aminorar las inundaciones; sin embargo, Rojas Serna señaló sus limitaciones. “El agua que escurre por las calles, que es la que realmente genera los encharcamientos más peligrosos, no se puede captar con este sistema”.
Por ello, propone medidas estructurales adicionales, como la construcción de tanques de regulación para almacenar temporalmente el exceso de escurrimiento y así evitar el colapso del drenaje urbano.
“La educación ambiental es fundamental ya que entender los efectos de nuestras acciones sobre el agua y, por tanto, sobre nuestra salud, es el primer paso para generar cambios colectivos. Complementariamente, las políticas públicas deben establecer normativas claras para la regulación de descargas, la infraestructura urbana y la reubicación de personas que viven en zonas de riesgo”, precisó.
A nivel individual, recomendó colocar barreras físicas en las viviendas para evitar la entrada de agua durante lluvias intensas y, sobre todo, exigir un cambio estructural en las zonas con alto riesgo de inundación. “En algunos casos, lo único viable es la reubicación, con acompañamiento institucional”, finalizó la especialista.