Opinión

El precio de ser soltero en México

Ese pariente o conocido “quedado“, es más que un espécimen que prefirió aguantar y quedarse como eterno hijo chiquito hasta que los abuelos migraran a conocer a cepillín junto a San Pedro. Es una especie en crecimiento que cada vez es más normal y atractiva de ser.

 

Algunos son solteros por elección -o de su ex-, porque tienen un carácter y un kilometraje de travesuras más complicado que el de una Madre Luchona con cruda después de ver al papá del Kevin. Pero otros llegaron a ese estatus por la experiencia de una separación, un divorcio o una viudez, entendiendo que “ser soltero” no es para cualquiera -hay que dominar el arte de las canciones de José José ante una crisis existencial-.

 

¿Es malo ser soltero en estos tiempos de modernidad?

Quizás para tu mamá lo sea después de que a tus 42 años no piensas sentar cabeza, quizás para tu tribu estás en la flor de la niñez, jugando videojuegos a gusto y comprando todo lo que se te antoje sin rendirle cuentas a nadie. Todo depende, si fue una causalidad por temas de convivencia, por enfermedad, por seguridad propia o porque no tienes el ánimo de andar aguantando traumas ajenos y malas costumbres, conviene que lleves una vida más simple para no afectar a la de por si ya lastimada sociedad.

 

¿Egoístas orgullosos? Ni tanto

Si creías que quedarse soltero en México era sólo presunción de libertad, prepárate: el INEGI nos dice que 46.4 millones de mexicanos mayores de 15 años andan “sin compromiso” (34.2 % nunca se casó) y —spoiler— ¡sí, muchos disfrutan su egoísmo! Pero ojo: ese “me encanta mi soltería” convive con el sudor frío de ver la renta sin aval y andar buscando roomies para compartir gastos porque su estado civil no le abre puertas ni para créditos ni para otros compromisos.

Baby Boomers: “Yo me casé porque sí”

Son fácilmente reconocibles por su cara de nostalgia perpetua y camisa de cuadros que todavía usan “porque sigue buena”. Visitan lugares clásicos, toman café sin azúcar, hojean periódicos en físico (sí, todavía existen) y murmuran frases como “en mis tiempos uno se casaba y punto, no como ahora”. Generalmente son expertos en reenviar noticias fakes o memes a familiares para estar en “onda”. Sus selfies suelen tomarse desde abajo mostrando generosamente sus fosas nasales y techo de la sala.

Estas bellas criaturas del Señor, son juniors con Ensure que andan cobrando su pensión del Bienestar y coqueteando con la señora de los tamales, buscan tener dinerito para darse viajes, medicinas con descuento y tener chance de dormir calientitos de vez en cuando. Para ellos, el matrimonio era el pan de cada día: te casas, tienes hijos, y punto! Si ahora están solteros, es más porque la viudez o el divorcio los mandó al club de la soltería, no por filosofías de vida. Y aunque presuman “Casarse es la base de todo”, se han dado cuenta que hay otras posibilidades de convivencia sin tener que depender de una pareja que lo único que le pone duro en las mañanas es al radio para oír las noticias.

Generación X: el ‘tira y afloja’ financiero

Estos solteros se delatan fácilmente por su eterna tensión económica. Los reconocerás por esa eterna duda existencial en sus rostros, preguntándose constantemente si fue buena idea comprarse aquel departamento de 60 metros cuadrados en “zona trendy” que ahora tienen que pagar solos. Son los clásicos que dicen “soltero por convicción”, pero si les presentas a alguien con buen crédito hipotecario y puntos de Infonavit, mágicamente se enamoran. Adoran presumir independencia, pero no pueden ocultar su amor por promociones del Buen Fin y el tarjetazo a meses sin intereses.

La generación X —esa que vivió crisis del 82 y del 94— aprendió a sobrevivir con un boleto de Metro roto y una mochila con lo básico por si se ofrece algo. Decidieron postergar el “sí, acepto” para perseguir doctorados y emprendimientos, pero al final, más de uno acabó soltero porque tras la pandemia llegaron los quiebres emocionales y las hipotecas vencidas y era mejor estar solo que mal acompañado. Para ellos, la soltería fue un pacto tácito de “mejor me dedico a cobrar mis facturas solo que entrar al Home Depot en pareja.”

Millennials y Centennials: adictos al self-care

Ah, los millennials solteros son un show aparte. Si ves a alguien tomando fotos a su comida durante 10 minutos, seguro es un soltero millennial. A estos los identificas por frases motivacionales como “primero mi paz mental” y hashtags interminables tipo #SelfLove #SelfCare #AutoAmor #SoySuficiente. Siempre traen audífonos inalámbricos -aunque sean Chinos piratas-, varias suscripciones a plataformas de streaming y mínimo tres aplicaciones de citas abiertas en segundo plano. No es que no quieran compromiso, es que están “esperando alguien que los inspire” (aunque esa inspiración sea una cuenta de Instagram con más de 10 mil seguidores para vivir de retos virales).

Estos chamacos rompieron el molde: el 72.7 % de jóvenes de 15 a 29 prefiere su soltería como “etapa de empoderamiento”. Talleres de mindfulness, suscripción a Spotify Premium, brunches dominicales, conciertos y festivales sin límite, filtros de Instagram al amanecer son sus credos. ¿Qué sí les quita el sueño? No el amor… ¡sino la próxima quincena, las croquetas veganas de su perro de la calle y el pago de la tarjeta!

Psicología del ‘yo primero’

¿Egoísmo o autodescubrimiento? La Teoría de la Autodeterminación dice que todos necesitamos autonomía, competencia y relación. Resulta que el episodio soltero cubre TODO menos la última, y ahí nos damos cuenta: preferimos invertir en terapia y MasterClasses antes que en una relación que te pide “dale más amor”.

El ‘amor líquido’ made in México
Bauman llamó “amor líquido” a estas relaciones que duran lo que tarda un story en TikTok. Aquí vemos cafés grupales, escapadas de fin de semana y grupos de WhatsApp como “Familia 2.0”, sustitutos de la típica pareja. Y no es casual: el Día del Soltero (13 de febrero) ya mueve más ventas que San Valentín —benditas ofertas para singles—.

¿En qué se va el dinero ‘solo’?:

  • Entretenimiento: hasta 12 % del gasto mensual va a conciertos y bares.

  • Comidas fuera: cocinar solo no vale la pena; prefieren taquizas y sushi.

  • Tecnología: consolas, streaming y gadgets para sentirse acompañados.

  • Self-care: cosméticos, gym premium y retiros holísticos para “sanar el ego”.

No todo es fiesta en la CDMX. Los solteros pagan el 100 % de:

  • Hipoteca y avales imposibles.

  • Seguros de salud que no perdonan.

  • Servicios sin descuento “por familia”.
    Y sí, el 60 % confiesa insomnio pensando en su próximo retiro… ¡y ni a Hacienda le importa si estás casado o no!

¿Qué nos queda?
La soltería no va a desaparecer. Mientras más mujeres estudien y trabajen, y la brecha de género disminuya, más “sistema unipersonal” veremos: microcréditos para uno, co-living para millennials y apps de “roomies” que no te juzguen por dejar la ropa en el piso. ¿Solteros por egoísmo o por necesidad? Al final, es un cóctel: la ilusión de independencia coquetea con la cruda realidad de la economía. Lo que sí sabemos es que la soltería en México es un negocio redondo: te cobra caro, pero te vende (muy bien) la idea de que “eres libre”.

To Top