El suministro de agua en la Ciudad de México ha sido un tema de constante preocupación para millones de habitantes, especialmente en los últimos años, donde la sequía y el uso intensivo de los recursos hídricos han puesto al sistema de abastecimiento al borde de una crisis. Aunque las recientes lluvias han aliviado en parte la situación, la realidad es que el agua sigue siendo un recurso escaso, y la crisis hídrica continúa afectando a diversas zonas de la capital.
Presas al 60% pero aún debajo de lo necesario
El Sistema Cutzamala, principal fuente de agua para la Zona Metropolitana del Valle de México, ha mejorado su capacidad de almacenamiento tras las lluvias de los últimos meses. Aun así, Claudia Sheinbaum, presidenta de México, informó que, aunque las presas se han recuperado al 60% de su capacidad, siguen por debajo de los niveles históricos. Esta recuperación parcial ha ayudado a mejorar el suministro de agua en algunas zonas de la ciudad, pero no es suficiente para garantizar un abastecimiento óptimo a largo plazo.
Sheinbaum explicó que “aunque ya hay más agua en las presas, aún no hemos alcanzado los niveles históricos que permitirían una mayor estabilidad en el suministro. Esto ha contribuido a mejorar la distribución en la zona metropolitana, pero seguimos enfrentando retos significativos”.
Impacto de la sequía en el suministro de agua
La Ciudad de México, con una población de casi 23 millones de personas en su zona metropolitana, enfrenta una demanda de agua que supera las capacidades actuales de su sistema hídrico. A principios de 2024, la sequía dejó al Sistema Cutzamala con solo el 26% de su capacidad, lo que llevó a interrupciones constantes en el suministro. Especialistas alertaron sobre la posibilidad de llegar al “día cero”, el momento en que las reservas de agua serían insuficientes para cubrir las necesidades básicas de la ciudad.
Norma Elizabeth Olvera Fuentes, investigadora del Instituto de Ingeniería de la UNAM, explicó que la crisis hídrica se debe no solo a la escasez de lluvias en años anteriores, sino también a una inadecuada gestión de los recursos. “En los últimos meses hemos tenido lluvias torrenciales, pero persiste la sequía en amplias zonas del país. Esto es un reflejo de una mala planificación que no considera el almacenamiento adecuado de agua y no promueve patrones de consumo más racionales”, señaló la experta.
La Ciudad de México consume alrededor de 61 metros cúbicos de agua por segundo, lo que representa más de 5 millones de metros cúbicos al día. Esta demanda es insostenible a largo plazo, dado que la ciudad depende en un 66.3% de sus acuíferos subterráneos, que se están agotando a un ritmo alarmante. El Sistema Cutzamala, por su parte, aporta solo el 25.5% del agua que consume la capital, mientras que el resto proviene de sistemas complementarios como el Lerma y la presa Madín.
La persistente escasez de agua ha afectado a varias delegaciones de la Ciudad de México, que dependen de camiones cisterna o pipas para abastecerse. Esto genera desigualdad en el acceso al recurso, ya que las zonas más pobres son las que más sufren las consecuencias de la falta de agua. La situación es especialmente crítica en el oriente de la ciudad, donde se han reportado numerosos cortes de suministro.
Medidas del gobierno para enfrentar la crisis
Ante esta situación, la actual jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, anunció la creación de un “gabinete del agua” que sesionará diariamente para monitorear y gestionar los recursos hídricos de la capital. Este equipo tiene como objetivo evitar una crisis mayor en los próximos meses, y su enfoque estará en mejorar la infraestructura y la distribución del agua en las zonas más afectadas.
Además, el gobierno capitalino ha lanzado campañas de concientización para fomentar el ahorro de agua entre la población, instando a los ciudadanos a reducir el consumo y evitar el desperdicio. También se están implementando programas para reparar fugas en la red de distribución, que actualmente provocan la pérdida de millones de litros de agua diariamente.
La crisis del agua en la Ciudad de México no es un problema aislado. A nivel nacional, México enfrenta una crisis hídrica que afecta tanto a las zonas urbanas como rurales. Según el Monitor de Sequía de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), al 30 de septiembre de 2024, el 51.3% del país enfrenta sequía extrema, lo que ha provocado una reducción drástica en los niveles de las principales presas y cuerpos de agua.
La investigadora Norma Elizabeth Olvera Fuentes advirtió que la falta de agua tiene repercusiones graves en la salud pública, la agricultura, la economía y la estabilidad social. “Estamos en una situación crítica, donde no solo falta agua, sino que la que tenemos está contaminada o mal distribuida. Esto agrava los problemas de salud y genera tensiones sociales”, indicó.
¿Qué podemos esperar?
Aunque las recientes lluvias han proporcionado cierto alivio, la crisis del agua en la Ciudad de México y en el país sigue siendo una realidad preocupante. Si bien el Sistema Cutzamala ha recuperado parte de su capacidad, los especialistas advierten que es necesario replantear las políticas públicas en torno al manejo del agua. Desde la implementación de tecnologías más eficientes hasta la promoción de una cultura del ahorro, la solución al problema hídrico debe ser integral y a largo plazo.
Para los habitantes de la capital, el panorama sigue siendo incierto. Aunque el gobierno ha tomado medidas para paliar la crisis, la recuperación total del sistema hídrico podría llevar años, y los cortes en el suministro seguirán afectando a miles de personas. Lo que queda claro es que la gestión del agua se ha convertido en una prioridad urgente para la Ciudad de México, y solo un esfuerzo conjunto entre autoridades y ciudadanos podrá evitar que la crisis empeore.
La recuperación parcial de las presas del Sistema Cutzamala es una señal alentadora, pero no suficiente. La Ciudad de México debe prepararse para enfrentar una crisis que va más allá de las lluvias estacionales. La gestión del agua, el ahorro y la infraestructura serán temas claves para garantizar el acceso al recurso más vital en los próximos años.