5 octubre, 2024

En una maniobra política que podría marcar la historia del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Alejandro Moreno Cárdenas, conocido como “Alito”, ha delineado un futuro donde su liderazgo se extendería hasta 2032. Esta posibilidad surge de las próximas reformas estatutarias que se discutirán en la Asamblea Nacional del PRI, cambios que podrían reconfigurar el panorama político del partido históricamente dominante de México.

 

La propuesta más polémica y transformadora es la modificación del artículo 178 de los estatutos del PRI, que permitiría a los líderes del partido, incluido el presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), ser reelectos hasta por tres períodos consecutivos de cuatro años. Actualmente, Moreno y la secretaria general, Carolina Viggiano, están en su primer término extendido, lo cual ya marcó un precedente al prolongarse más allá de lo habitual por las circunstancias electorales.

 

Moreno ha logrado, según reportes, asegurar un dominio considerable dentro del partido, alineando un 75% de la nueva bancada priista del Senado a sus intereses. Este control le facilitaría la implementación de su agenda y la consolidación de su poder, incluyendo la capacidad de designar y remover a los coordinadores de los grupos parlamentarios, un poder que previamente residía en los senadores y diputados federales.

 

Esta consolidación de poder ha generado un debate intenso dentro y fuera del PRI. Críticos argumentan que esta centralización podría obstaculizar la renovación interna y limitar las voces emergentes dentro del partido. Sin embargo, defensores de la reforma alegan que esto permitiría una mayor continuidad en la gestión y ejecución de programas a largo plazo, alineándose con una visión más moderna y profesionalizada de liderazgo político.

 

Parte de las reformas también incluiría cambios significativos en la estructura interna del PRI, con una reducción de los espacios de poder para las organizaciones históricas del partido como la CTM, CNC, y CNOP dentro del Consejo Político Nacional. Esto podría interpretarse como un paso hacia la modernización y adaptación del partido a las nuevas realidades políticas de México, aunque también ha suscitado preocupaciones sobre la pérdida de influencia de estos grupos tradicionalmente poderosos.

 

Las implicaciones de estas reformas son profundas. De ser aprobadas, no solo redefinirían el liderazgo del PRI, sino que también podrían impactar su estrategia política y su relación con la base de militantes y votantes. La promesa de Moreno hacia un PRI más “fuerte, unido y cercano a la ciudadanía” se pondrá a prueba, en la medida que su gestión responda a los desafíos políticos y sociales del México contemporáneo.

 

En resumen, el PRI está en un punto de inflexión. La Asamblea Nacional del próximo domingo no solo decidirá sobre la permanencia de Moreno, sino que también podría marcar el inicio de una nueva era para el partido, con todas las oportunidades y riesgos que eso conlleva.