La noche del pasado 22 de noviembre, un microsismo de magnitud 1.8 sacudió brevemente a los vecinos de la colonia Narvarte, en la alcaldía Benito Juárez. El evento ocurrió a las 22:58 horas, generando inquietud entre los habitantes por la breve pero perceptible sacudida trepidatoria.
Este fenómeno se suma a una tendencia registrada en lo que va de 2024, con más de 52 microsismos detectados en diversas alcaldías de la Ciudad de México. Las zonas más afectadas incluyen:
- Álvaro Obregón
- Magdalena Contreras
- Benito Juárez
- Miguel Hidalgo
Un ejemplo reciente ocurrió el 19 de noviembre, cuando el Servicio Sismológico Nacional (SSN) reportó cinco microsismos en menos de 24 horas, con magnitudes que oscilaron entre 1.7 y 2.2. Tres de estos eventos tuvieron epicentro en Álvaro Obregón, y dos más en Azcapotzalco.
¿Qué son los microsismos?
Los microsismos son movimientos telúricos de baja magnitud, generalmente menores a 4.0, y se producen a poca profundidad. Aunque no representan un riesgo significativo, generan inquietud en los habitantes debido a la vulnerabilidad histórica de la ciudad ante los sismos.
La Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil (SGIRPC) emitió una serie de recomendaciones:
- Mantener la calma en caso de sentir un sismo, independientemente de su magnitud.
- Revisar estructuras de viviendas y edificaciones tras cualquier movimiento.
- Informarse a través de canales oficiales, evitando la difusión de rumores o información falsa.
Contexto histórico
La actividad sísmica en la CDMX no es un fenómeno reciente pero gracias a los avances en monitoreo del Servicio Sismológico Nacional, se ha logrado identificar eventos menores que antes pasaban desapercibidos.
Estos microsismos destacan la importancia de mantener un sistema de monitoreo eficiente y una ciudadanía informada, para evitar pánico y asegurar la preparación ante posibles emergencias mayores.
La historia sísmica de la ciudad es un recordatorio constante de la necesidad de prevención y educación en materia de gestión de riesgos. El llamado es claro: estar atentos, pero no alarmados.