El silbato de un tren vuelve a escucharse en el norte del país, pero esta vez no como recuerdo, sino como proyecto de futuro. El gobierno federal encabezado por Claudia Sheinbaum dio el banderazo de salida al tren de pasajeros Saltillo–Nuevo Laredo, una obra que promete transformar la movilidad y la dinámica económica de la región.
A diferencia de otras inauguraciones, este banderazo no se limitó al protocolo. En paralelo se abrieron cuatro frentes de obra simultáneos que marcarán el inicio de más de 100 kilómetros de vías dedicadas únicamente a pasajeros. Con ello se busca evitar los históricos retrasos ocasionados por compartir ruta con trenes de carga.
Un corredor que une industria y frontera
El trazado no es casual: Saltillo, Monterrey y Nuevo Laredo forman parte de uno de los corredores industriales y logísticos más dinámicos de México. La conexión ferroviaria permitirá mover a miles de trabajadores, turistas y familias que hoy dependen de carreteras saturadas y costosas.
El plan contempla trenes con velocidades de hasta 200 km/h, capaces de reducir trayectos que hoy superan las cuatro horas a menos de la mitad.
El arranque de obra ya generó empleos en construcción, ingeniería y servicios locales. Se calcula que tan solo en esta primera etapa se crearán más de 15 mil empleos directos e indirectos, además de la derrama en comunidades cercanas a las estaciones.
Una pieza del rompecabezas nacional
Este tren no es un proyecto aislado: forma parte de la estrategia ferroviaria nacional que busca resucitar más de 3 mil kilómetros de trenes de pasajeros en México. El tramo Saltillo–Nuevo Laredo será clave para conectar la capital del país con la frontera norte, uniendo a lo largo de su trayecto a Querétaro, San Luis Potosí y Coahuila.
El banderazo del Tren del Norte también tiene un mensaje político: recuperar el tren de pasajeros como derecho de movilidad y como motor económico. En una zona marcada por la migración, la maquila y la exportación, la llegada de un tren de pasajeros representa modernidad con identidad regional.
El inicio del tren Saltillo–Nuevo Laredo marca algo más que el arranque de una obra pública. Representa la posibilidad de que las nuevas generaciones redescubran el ferrocarril como una opción de transporte segura, accesible y moderna.
Hoy se encienden motores en los talleres, pero lo que se enciende de fondo es la expectativa: que el norte del país se mueva no solo más rápido, sino también con más futuro.

