En un acto solemne que marcó el inicio del último periodo de sesiones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) con su estructura actual, el ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá lanzó una declaración que resonó con fuerza en el ámbito político y jurídico del país: “Destruir el legado de más de un siglo es tan fácil que resulta sorprendente que no hubiera ocurrido antes”.
Sus palabras, reflejaron el ambiente de incertidumbre que rodea la inminente Reforma Judicial, misma que plantea reducir a nueve el número de ministros –cinco mujeres y cuatro hombres– a partir del próximo mes de septiembre.
A lo largo de la sesión solemne, presidida por la ministra Norma Lucía Piña, el pleno de la Corte guardó el tono de formalidad que caracteriza estos encuentros, pero el trasfondo de tensión fue evidente. El propio González Alcántara Carrancá, sin mencionar directamente el nombre de la reforma, advirtió que la Carta Magna de 1917 ha resistido grandes embates a lo largo de la historia, pero que esta vez todo indica un punto de no retorno.
“Ante la incapacidad de abordarla de frente, de jugarla con las reglas establecidas, tan solo resulta necesario ejercer un poco de presión en la parte más frágil para dinamitar toda la estructura”, afirmó el ministro, pintando un escenario inédito para el Poder Judicial.
Poder de la Constitución de 1917
El ministro Alcántara Carrancá hizo un recuento de los momentos más críticos que ha sorteado la Constitución mexicana, recordando que fue capaz de “soportar golpes, pesos y presiones imposibles de imaginar o de predecir”.
Entre los hechos más significativos, destacó la formación de una estructura de poder paralelo en los años veinte y treinta, el asesinato de un presidente electo en 1928 y el de un candidato puntero en 1994, además de otras crisis políticas y sociales. El mensaje fue claro: la Carta Magna, pese a su fortaleza, podría finalmente verse superada por las circunstancias que hoy se ciernen sobre el sistema jurídico.
Para ilustrar su argumento, el ministro también mencionó la capacidad de la Constitución para preservar la soberanía del país en momentos tan complejos como la Segunda Guerra Mundial y otros conflictos internacionales.
“Nuestra Constitución fue capaz de preservar nuestra vida institucional y nuestra soberanía durante la Segunda Guerra Mundial y las décadas de conflicto internacional que le siguieron; sobrevivió décadas de gobierno autoritario en donde los frenos y contrapesos que establecía en el papel se desvanecían en la vida real”, señaló, destacando la resiliencia de la Carta Magna a la que él mismo considera un pilar fundamental de la vida nacional.
Pleno incompleto y una reforma inminente
Al arranque de este último periodo de sesiones con la actual integración de la SCJN, destacó la ausencia de la ministra Margarita Ríos Farjat y del ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo, integrantes de la Comisión de Receso. Fue precisamente González Alcántara Carrancá, en calidad de miembro de dicha comisión, quien aprovechó la presentación de su informe para emitir este mensaje de alarma.
La presidenta de la SCJN, Norma Lucía Piña, guardó compostura, reiterando que se trata de un “Primer Periodo de Sesiones del Máximo Tribunal” correspondiente a este año, como si se quisiera subrayar la continuidad institucional.
El ministro González Alcántara reconoció que nadie pudo prever con exactitud el momento que está atravesando el Poder Judicial: una suerte de encrucijada donde la historia, la política y la norma se encuentran. En su mensaje, calificó como “especulación” cualquier intento de vaticinar lo que podría ocurrir en los próximos meses. La advertencia está puesta sobre la mesa: la Constitución de 1917 se mantiene en pie, pero los cambios que se avecinan podrían redefinir sus cimientos de manera irreversible.
Queda por ver cómo reaccionará el resto de los actores involucrados: los diputados y senadores que deberán aprobar en su momento la Reforma Judicial, los litigantes que acudirán a la Corte en busca de amparos y recursos y la sociedad civil que exige mecanismos claros de transparencia e información. Entre tanto, la SCJN sigue cumpliendo con su labor cotidiana de resolver los asuntos que llegan a su Pleno y a sus Salas, aun cuando la sombra de la reforma se cierne sobre su futuro inmediato.
Las palabras de Juan Luis González Alcántara Carrancá resonaron en el recinto y casi de inmediato, en la opinión pública, enviando un mensaje de alerta sobre la fragilidad del legado constitucional y la responsabilidad colectiva de protegerlo. En un país donde la Constitución de 1917 ha sido testigo de episodios que pusieron en jaque su propia existencia, la interrogante que hoy se plantea es si la voluntad política y social será suficiente para mantener intactos los principios que han regido la vida institucional de México durante más de un siglo.
El panorama, sin duda, es complejo. La Reforma Judicial avanza, el futuro de la SCJN pende de nuevas determinaciones y la sociedad mexicana observa atentamente cada paso en este proceso. Tal como subrayó el ministro, “no hay marcha atrás”. El destino de la Constitución y en gran medida, de la división de poderes, está a punto de definirse en un escenario que muchos describen como uno de los más importantes en la historia reciente del país.