Romeritos: Tradición y sabor que conecta generaciones en Mixquic
La cocina mexicana narra historias y los romeritos son un claro ejemplo de esta riqueza cultural y gastronómica. Este guiso tradicional, emblemático de las fiestas decembrinas y Semana Santa, refleja la fusión de ingredientes y costumbres que han trascendido siglos en México.
Mixquic, corazón de la producción de romeritos
En San Andrés Mixquic, conocido por su icónica celebración del Día de Muertos, la tradición de cultivar romeritos sigue viva. Este 2024, el pueblo ubicado en Tláhuac cosecha cuatro toneladas de este nutritivo quelite, continuando una práctica que data de la época prehispánica. Originalmente acompañados con huevecillos de mosco acuático, los romeritos evolucionaron en la época colonial al conocido “revoltijo”, que combina mole, camarón seco, nopalitos y papas cambray.
Para los agricultores locales, la siembra de romeritos es más que una actividad económica; es un acto de preservación cultural. “Este trabajo viene desde mi abuelo Porfirio Yescas, quien llegó a Mixquic desde Chalco. Es parte de nuestra identidad como familia y como comunidad”, comenta Leobardo Pineda Yescas, productor de romeritos.
Retos y esfuerzos agrícolas
Este año, los agricultores enfrentaron desafíos importantes, como la sequía de verano y las lluvias intensas de octubre, que pusieron en riesgo las cosechas. A pesar de ello, cerca de 800 productores lograron mantener la tradición, abasteciendo romeritos a nivel nacional. “El trabajo es duro, pero ver que los romeritos llegan a tantas mesas en estas fiestas nos llena de orgullo”, afirma Freak Pineda Yescas, otro agricultor local.
Romeritos: salud y sabor
Además de su valor histórico, los romeritos son altamente nutritivos. Son ricos en hierro, fibra, antioxidantes y vitaminas A y C, lo que los convierte en un aliado para el sistema inmune y la salud general.
Cada plato de romeritos no solo lleva el sabor de la tierra mexicana, sino también el legado de generaciones que han trabajado para preservar esta tradición. En Mixquic, las cazuelas de mole y camarón seco hierven no solo con aroma, sino con historia, identidad y unión familiar.