¿Cómo vamos a evitar repetir el pasado si no lo conocemos? Muchas generaciones actuales creen promesas que se vienen diciendo desde hace más de 40 años, donde la tónica es endulzar el oído del votante y después convertirse en su verdugo. En una etapa de transformación profunda es necesario hacer una retrospectiva por más de cinco décadas, donde México ha experimentado cambios de gobierno con promesas de un “nuevo rumbo” y un “mejor futuro” para el país.
Sin embargo, lo que hemos visto es que la historia se repite una y otra vez, administraciones que no logran romper el ciclo de problemas heredados. Desde la presidencia de Luis Echeverría hasta la actual administración de Andrés Manuel López Obrador, los desafíos económicos, sociales, de seguridad y desarrollo han sido recurrentes. A continuación, una mirada sobre cómo ha enfrentado cada sexenio los retos y lo que han dejado a la siguiente administración.
“Ni nos perjudica, ni nos beneficia, sino todo lo contrario”
Luis Echeverría (1970-1976): Promesas y crisis autoinfligida
Luis Echeverría llegó al poder con la promesa de un Estado más incluyente y un país más justo, pero sus políticas de gasto excesivo y endeudamiento llevaron a México a una profunda crisis económica. Echeverría adoptó medidas populistas, incrementando el gasto público de manera insostenible, lo que disparó la inflación y la deuda externa.
En lo social el entonces Presidente, pretendía mostrarse como un defensor de los derechos humanos y la democracia, pero su gobierno estuvo marcado por la represión y la censura. La “guerra sucia” contra movimientos disidentes y los abusos de derechos humanos dejaron una herida profunda en la sociedad mexicana. Al final, Echeverría dejó un país con serios problemas económicos, una desconfianza generalizada hacia las instituciones y una huella de sangre indeleble.
“Defenderé la paridad del peso como un perro”
José López Portillo (1976-1982): Del despilfarro al colapso
Si algo simboliza el sexenio de José López Portillo es la contradicción entre el discurso triunfalista y la realidad. Aprovechando los altos precios del petróleo, López Portillo optó por una estrategia de expansión del gasto, asegurando que México “administraría la abundancia”; no obstante, su gobierno no previó la volatilidad de los mercados internacionales y cuando el precio del petróleo se desplomó, México se sumió en una crisis devastadora.
López Portillo nacionalizó la banca en un intento desesperado de controlar la economía, pero esta medida fue vista como una señal de debilidad y autoritarismo, lo que solo empeoró la fuga de capitales. Su sexenio terminó con una economía colapsada, una devaluación brutal del peso y millones de mexicanos sumidos en la pobreza. La herencia para su sucesor fue una nación quebrada financieramente.
“No dejaré que el país se deshaga en mis manos”
Miguel de la Madrid (1982-1988): El inicio del neoliberalismo y el abandono social
Miguel de la Madrid llegó al poder con la misión de rescatar la economía. Su gobierno implementó las primeras reformas neoliberales en México, con la privatización de empresas estatales y la reducción del gasto público. Si bien estas medidas lograron estabilizar la inflación, lo hicieron a costa del bienestar social.
El terremoto de 1985 puso de manifiesto la incompetencia y corrupción del gobierno, que respondió tarde y mal a la tragedia. La falta de apoyo estatal y la ineficacia administrativa generaron un profundo resentimiento en la población, pero al mismo tiempo un despertar social. Aunque De la Madrid logró algunos avances económicos, su legado fue una mayor desigualdad y un descontento social creciente.
“No se hagan bolas” y “Ni los veo, ni los oigo”
Carlos Salinas de Gortari (1988-1994): Reformas para la modernidad
Carlos Salinas de Gortari llegó al poder tras un proceso electoral altamente cuestionado, lo que generó una crisis de legitimidad desde el principio. Su sexenio estuvo marcado por reformas económicas de gran envergadura, como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y la privatización de empresas clave como Telmex, entre otros, donde México incursionaba en la ruta ecónómica que marcaban los tiempos en el mundo. No obstante, estas reformas beneficiaron principalmente a las élites económicas, dejando a amplios sectores de la población marginados.
El discurso de modernización y apertura económica escondía una realidad de creciente desigualdad. Al mismo tiempo, Salinas intentó centralizar el poder político, pero su sexenio quedó marcado por los asesinatos de los priístas Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu, el levantamiento armado de los zapatistas en Chiapas y persecución política a líderazgos sociales; condiciones, que reflejaban el hartazgo de una parte significativa de la población.
Sin olvidar, el má grande y escandaloso rescate bancario de 1990 que los mexicanos seguimos pagando a la fecha, el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa). Carlos Salinas de Gortari heredó un país al borde de la crisis económica y social.
“No traigo cash”.
Ernesto Zedillo (1994-2000): Salvando la economía, pero olvidando a la gente
Ernesto Zedillo heredó una de las peores crisis financieras en la historia de México, la cual estalló tras el famoso “error de diciembre” de Manuel Bartlett. Si bien Zedillo implementó medidas de austeridad que lograron estabilizar la economía y evitar un colapso mayor; es decir, fue un sexenio que administró la crisis a costa de la población, que vio deteriorar su nivel de vida.
No obstante, en el ámbito político, Zedillo es reconocido por haber impulsado una apertura democrática, pero esto no puede ocultar que las reformas económicas continuaron beneficiando a los sectores más privilegiados. La desigualdad social y la pobreza no mejoraron durante su mandato, dejando a México aún sumido en problemas estructurales.
“Ser presidente de México da ñañaras”.
Vicente Fox (2000-2006): El cambio que nunca llegó
El panista Vicente Fox, primer Presidente de la oposición en más de 70 años, tras la pérdida electoral del PRI, generó grandes expectativas de cambio, sin embargo, su sexenio estuvo plagado de ineficacias y promesas incumplidas. Fox no logró construir consensos políticos en el Congreso, lo que paralizó muchas de sus iniciativas clave, incluyendo su prometida reforma fiscal.
A pesar de la estabilidad económica heredada, Fox no supo enfrentar los crecientes problemas de seguridad. La violencia relacionada con el narcotráfico comenzó a escalar y su administración fue incapaz de implementar políticas efectivas para controlar la situación. Al final de su mandato, Fox dejó un país frustrado por la falta de resultados tangibles y con una violencia en aumento que afectaría gravemente al siguiente gobierno.
“Yo vi a miles de spring breakers en México divirtiéndose y tengo entendido que los únicos ‘shots’ que recibieron eran de tequila”.
Felipe Calderón (2006-2012): Una guerra sin final
Felipe Calderón pasará a la historia como el presidente que desató la “guerra contra el narcotráfico”, una estrategia que, en lugar de contener la violencia, la exacerbó. Calderón decidió militarizar el combate al crimen organizado, lo que resultó en una escalada de enfrentamientos, ejecuciones y desapariciones que marcaron su sexenio.
Paradójicamente, en el sexenio de la lucha contra el narco, se daba uno de los actos de corrupción de más alto nivel, pues el entonces Secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, estaba relacionado con el Cartel de Sinaloa; condición que venía desde la administración de Fox, cuando dirigía la Agencia Federal de Investigación (AFI). Por lo cual, ha sido declarado culpable por un jurado de Nueva York, E.U., de cargos de narcotráfico, delincuencia organizada y otros delitos más. Un escandalo, donde el expresidente Felipe Calderón se ha deslindado, cuando mínimo, tiene una responsabilidad política y de gobierno directa porque era su jefe.
En fin, si bien Calderón logró estabilidad económica, no pudo contrarrestar el impacto social de la violencia. La inseguridad y la polarización social se intensificaron bajo su mandato. Al final, la “guerra contra el narcotráfico” fue un fracaso que dejó un país ensangrentado y una violencia que, hasta hoy, sigue sin resolverse.
“¿Qué hubieran hecho ustedes?”
Enrique Peña Nieto (2012-2018): Reformas sin justicia
Enrique Peña Nieto llegó a la presidencia prometiendo modernizar al país con su ambicioso paquete de reformas estructurales, pero a pesar de las expectativas generadas por la reforma energética y educativa, su sexenio quedó manchado por la corrupción y la impunidad.
El caso Ayotzinapa con la desaparición de 43 estudiantes, reveló la podredumbre del sistema judicial y la colusión entre los tres niveles del Estado y el crimen organizado. A esto se sumaron escándalos como la Casa Blanca, la Estafa Maestra, los casos Odebrecht como Tlatlaya, asesinatos a periodistas y las desapariciones forzadas; contexto que minó la credibilidad de Peña Nieto y su administración. Al final, Peña Nieto entregó un país con instituciones debilitadas y un gobierno completamente desacreditado.
“Yo tengo otros datos”.
Andrés Manuel López Obrador (2018-2024): La Cuarta Transformación en deuda
Andrés Manuel López Obrador llegó con una promesa ambiciosa: transformar radicalmente a México y acabar con la corrupción, pero a casi seis años de su mandato, los resultados son mixtos. AMLO ha implementado una serie de programas sociales y proyectos de infraestructura y ha presentado iniciativas de reforma Constitucional pero su política de seguridad y desarrollo económico han sido fuertemente criticadas.
La violencia, asesinatos y desapariciones sigue en niveles récord; se ha logrado cierta estabilidad económica que ha sido afectada por la pandemia y decisiones políticas cuestionables, no se ha crecido como se esperaba. Aunque mantiene un amplio apoyo popular, muchos cuestionan si la “cuarta transformación” ha cumplido sus promesas o si es simplemente otra repetición de los errores del pasado.
El sexenio de la transformación, encabezado por Andrés Manuel López Obrador (2018-2024) ha sido un periodo de cambios en la política en México, marcado por la consolidación del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) como fuerza dominante. Sin embargo, a pesar de los avances y el fuerte respaldo popular, Morena y su gobierno generaron tensiones sociales, económicas y de seguridad que tendrán implicaciones futuras.
Centralización del poder y falta de diálogo con ciertos sectores
Uno de los principales errores de Morena ha sido la tendencia a centralizar el poder en torno a la figura de López Obrador, lo que debilitó el equilibrio institucional y redujo el margen para el debate político. La desaparición de fideicomisos y la reciente disolución del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) generaron fuertes críticas por parte de la oposición y organizaciones civiles. Esta concentración de poder ha debilitado la transparencia gubernamental y ha socavado la confianza en las instituciones.
El exceso de control desde el Ejecutivo y la falta de disposición para dialogar con la oposición política se evidenció en la polarización del Congreso. Las reformas energéticas y del sistema de justicia fueron aprobadas con mayorías simples y sin la inclusión de voces críticas. Esto creó un ambiente político de confrontación, donde la oposición se consolidó como un bloque contrario a Morena, dificultando la construcción de consensos necesarios para enfrentar los retos del país.
Gestión de la Pandemia
La pandemia de COVID-19 fue uno de los momentos más críticos del sexenio, y la gestión de Morena estuvo plagada de errores. A pesar de que México enfrentaba una emergencia sanitaria de grandes proporciones, el gobierno minimizó en varias ocasiones la gravedad de la situación. Uno de los ejemplos más claros fue la declaración del presidente López Obrador en marzo de 2020, cuando dijo que la pandemia “le quedaba como anillo al dedo” para justificar sus políticas de austeridad. Este tipo de comentarios generaron desconfianza y críticas por parte de la población y los expertos en salud.
El manejo de la vacunación también tuvo fallas. Si bien se alcanzaron niveles aceptables de cobertura, la logística inicial fue lenta y desorganizada, especialmente en zonas rurales. La falta de inversión en infraestructura hospitalaria y la negativa a implementar medidas más estrictas de confinamiento durante los picos más altos de contagio y muertes fueron algunos de los aspectos más señalados por especialistas.
Seguridad: Una estrategia sin convencer
En materia de seguridad, Morena cometió errores graves que han tenido repercusiones devastadoras en la sociedad mexicana. López Obrador implementó la política de “abrazos, no balazos” con la intención de reducir la violencia mediante programas sociales y una estrategia de no confrontación directa con el crimen organizado. Sin embargo, esta política ha sido duramente criticada, ya que los niveles de violencia no han disminuido.
De acuerdo con cifras oficiales, durante el sexenio de López Obrador se registraron más de 140,000 homicidios, una cifra superior a la de administraciones previas. La militarización de la seguridad pública, con la creación de la Guardia Nacional, no ha logrado revertir la creciente violencia en estados como Guanajuato, Michoacán, Jalisco, Zacatecas, Chiapas y recientemente Sinaloa; donde cárteles de la droga continúan ejerciendo un control significativo.
El “Culiacanazo” en 2019, cuando las fuerzas de seguridad capturaron y liberaron a Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, mostró una falta de coordinación y decisión en las políticas de seguridad del gobierno. Este evento dejó en evidencia las limitaciones del Estado para combatir el poder del crimen organizado y afectó gravemente la credibilidad del gobierno de Morena.
Reforma Energética
Uno de los proyectos más ambiciosos de Morena fue la reforma energética, cuyo objetivo era fortalecer a Petróleos Mexicanos (Pemex) y a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), sin embargo la implementación de esta reforma ha sido controvertida. La renacionalización de la energía y la preferencia por combustibles fósiles sobre las energías renovables han generado tensiones con el sector privado y con varios de los principales socios comerciales de México, como Estados Unidos y Canadá.
Sin olvidar la confrontación política e institucional, derivada de las propuestas de reformas Judicial, electoral, de la Guardia Nacional entre otras
El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) ha sido uno de los principales escenarios de disputa, con quejas por parte de empresas extranjeras sobre la falta de competencia y la violación de acuerdos comerciales. La insistencia de Morena en rescatar a Pemex, una empresa altamente endeudada, en lugar de fomentar inversiones en energías limpias, ha sido considerada un retroceso para el desarrollo económico y ecológico del país. Esto ha aislado a México de las tendencias globales de transición energética.
El próximo sexenio, Claudia Sheinbaum tendrá el reto de enfrentar los desafíos que hereda del primer gobierno de izquierda y de aquellas admnistraciones pasadas que heredaron un México desgastado, esperando generar un cambio real que responda a las necesidades de la población, que ha visto cómo la historia se repite, con promesas incumplidas y problemas no resueltos.
La historia de México en los últimos cincuenta años muestra un patrón claro: Administraciones con promesas de cambio, pero perpetúan los mismos problemas. Las crisis económicas, la violencia y la corrupción siguen siendo los temas centrales en cada sexenio, y los desafíos se heredan de un gobierno a otro sin una solución duradera a la vista.
Pero inevitablemente la expectativa persiste respecto a que algún día se rompa el ciclo, donde las posiciones extremadamente divididas encuentren un cause, la economía mejore, la crisis de violencia cambie, la incertidumbre del futuro se aclare y que la democracia de México no se pierda sino se fortalezca.