Una corriente disidente del PRI, liderada por figuras prominentes del partido, ha desafiado la continuidad de Alejandro Moreno, conocido como Alito, en la presidencia nacional del partido. Este movimiento surge en un contexto de resultados electorales desfavorables y de crecientes llamados a la renovación y democratización interna.
El PRI, enfrentando uno de sus peores desempeños electorales en la historia, ve crecer las tensiones internas. Alito Moreno busca reelegirse en una próxima asamblea nacional programada para el 7 de julio de 2024, lo cual ha encendido la mecha entre los sectores que demandan un cambio de liderazgo. La disidencia, agrupada en el “Frente Amplio de Renovación Interna”, argumenta que la continuidad de Moreno podría profundizar la crisis del partido.
Entre los líderes de este movimiento disidente se encuentran figuras como Natividad González Parás, José Reyes Baeza y Héctor Astudillo, apoyados por Dulce María Sauri, ex dirigente nacional del partido. Juntos, han hecho un llamado para la renuncia inmediata de Moreno y la postergación de la Asamblea Nacional, criticando los intentos de modificar los estatutos del partido que facilitarían la reelección de Moreno.
Los exgobernadores y otros líderes del PRI han propuesto no solo la renuncia de la actual dirigencia nacional, sino también la creación de una dirección provisional que asegure un liderazgo más colegiado e inclusivo. Su manifiesto critica la gestión de los recursos del partido y la toma exclusiva de decisiones, lo cual consideran ha deteriorado la confianza y el funcionamiento interno del partido.
El comunicado emitido por los disidentes ha resonado dentro y fuera del partido, marcando un punto de inflexión en la historia reciente del PRI. “El PRI debe repensarse, recomponerse o refundarse”, expresaron, señalando la necesidad de una transformación profunda que responda a los desafíos políticos actuales y recupere la confianza de sus bases y del electorado.
Este movimiento dentro del PRI no solo busca cambiar su liderazgo, sino también influir en la redefinición de sus principios y prácticas. La propuesta de fortalecer el principio de “no reelección de la dirigencia” y de revisar los Documentos Básicos del partido son vistos como pasos esenciales para democratizar el partido y adaptarlo a las nuevas realidades políticas y sociales de México.
La situación actual del PRI es un reflejo de una crisis más amplia que enfrentan varios partidos tradicionales en México, que luchan por mantener su relevancia en un panorama político en rápida evolución.
La resolución de esta crisis interna no solo determinará el futuro de Alito Moreno sino que podría definir la trayectoria del partido en las próximas décadas. Los ojos de la militancia, los electores y los analistas estarán puestos en la Asamblea Nacional, cuyas decisiones podrían iniciar una nueva era para el PRI o sumirlo en una crisis prolongada.