Este lunes, los economistas Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson fueron galardonados con el Premio Nobel de Economía por sus investigaciones sobre cómo las instituciones influyen en la prosperidad o pobreza de las naciones. Sus estudios han sido clave para comprender por qué algunos países logran desarrollarse y otros permanecen estancados.
El Comité Nobel destacó que los países con instituciones que explotan a su población no logran crecimiento ni mejoras significativas. Durante la colonización, las instituciones impuestas en algunas regiones tenían como objetivo explotar los recursos locales, mientras que en otras áreas sirvieron para crear sistemas políticos y económicos más inclusivos. Según los investigadores, las naciones que adoptaron instituciones inclusivas, que respetan el estado de derecho y los derechos de propiedad, prosperaron económicamente. En cambio, los países con instituciones extractivas, que benefician a una élite a costa de la mayoría, han tenido un crecimiento débil.
Este tema no es nuevo para Acemoglu y Robinson, quienes en 2012 publicaron el libro “Por qué fracasan los países”, donde analizaron cómo las instituciones políticas y económicas determinan el éxito o fracaso de una nación. En ese texto, compararon dos ciudades llamadas Nogales: una en Arizona, Estados Unidos, y otra en Sonora, México, para destacar las diferencias entre las instituciones en cada lado de la frontera.
En su libro más reciente, “Poder y progreso” (2023), Acemoglu y Johnson advierten que las innovaciones tecnológicas, como la inteligencia artificial, podrían aumentar las desigualdades si no se implementan con un enfoque inclusivo.
El Premio Nobel de Economía fue creado en 1968 por el Banco Central de Suecia y es el único galardón que no fue establecido por Alfred Nobel. El año pasado, la economista Claudia Goldin fue reconocida por sus estudios sobre la brecha salarial entre hombres y mujeres.