28 septiembre, 2024

Las devastadoras inundaciones que azotaron el sur de Brasil continúan dejando una estela de destrucción, con un saldo de al menos 100 muertos, 374 heridos y 130 personas desaparecidas hasta el momento. El estado de Rio Grande do Sul, en particular la capital Porto Alegre, ha sido el más afectado por este desastre natural que expertos y autoridades han vinculado directamente al cambio climático.

 

Las intensas lluvias que comenzaron hace varios días han provocado que ríos como el Guaíba se desborden, inundando vastas áreas residenciales y obligando a más de 163.000 personas a evacuar. El impacto ha sido tan severo que un millón y medio de habitantes han resultado afectados de alguna manera, enfrentando no solo la pérdida de hogares sino también la interrupción de sus vidas cotidianas.

 

 

Durante un breve período, los niveles del río Guaíba mostraron una disminución, pero la situación sigue siendo crítica. Las constantes lluvias han hecho que las operaciones de rescate se suspendan temporalmente debido a la peligrosidad incrementada por nuevas precipitaciones y la posibilidad de descargas eléctricas y fuertes vientos, que podrían superar los 80 km/h según alertas recientes.

 

Los rescatistas, que incluyen voluntarios en lanchas y jetskis, se han visto obligados a detener sus esfuerzos mientras muchos residentes, temerosos de saqueos, se resisten a abandonar sus hogares, algunos refugiándose en los techos de sus viviendas inundadas.

 

Además, las autoridades han advertido sobre los riesgos de las aguas contaminadas, que no solo representan un peligro inmediato para la salud, sino que también amenazan con causar inestabilidad en los terrenos afectados. En la zona del estadio del Gremio de Porto Alegre, que ahora funciona como un puerto improvisado, la situación se ha vuelto tan precaria que incluso las embarcaciones de rescate han tenido que retirarse.

 

 

En términos económicos, las pérdidas son colosales, estimándose en aproximadamente 6,300 millones de reales (unos 1,240 millones de dólares), afectando infraestructuras críticas como escuelas y hospitales, cuyos daños ascienden a 351 millones de reales (unos 69 millones de dólares).

 

El gobierno federal ha respondido a la crisis anunciando la importación de 200,000 toneladas de arroz para asegurar el suministro y evitar la especulación de precios, crucial dado que la región afectada provee más de dos tercios del arroz consumido en el país.

 

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, expresando su consternación por las vidas perdidas y destacando este evento como un trágico recordatorio de los efectos devastadores de la crisis climática.