21 noviembre, 2024

Ahora que suenan los tambores para una nueva contienda electoral y los virtuales candidatos preparan sus campañas, es necesario reflexionar del papel que tendrán los partidos que utilizan la palabra Revolución entre sus siglas.

 

Poderoso en el siglo pasado el Partido Revolucionario Institucional emergió de la Revolución Mexicana, una lucha armada que derramó sangre y en el que hubo miles de muertos, una verdadera lucha armada en la que los ideales de democracia, sufragio efectivo, no relección, tierra y libertad, derechos para los trabajadores, fueron tan solo algunas de las banderas por las que los revolucionarios lucharon.

Y efectivamente, el Partido Nacional Revolucionario, luego el Partido Mexicano de la Revolución, o sea los prolegómenos del PRI, fueron auténticas representaciones populares que dieron sentido al país.

La Revolución se Institucionalizó y el país le dio para adelante, aprovechando la coyuntura de la Segunda Guerra Mundial y la riqueza petrolera. Grandes años postrevolucinarios que se encumbraron en lo que los economistas del siglo pasado llamaron “El milagro mexicano”.

Pero para desgracia del PRI, las nuevas generaciones de mexicanos ya ubican al PRI en la historia y no en la vida real, es decir, el PRI ya es una mera anécdota.
Y del Partido de la Revolución Democrática, que decir. Su punto más alto lo alcanzó precisamente cuando el hoy inquilino del Palacio Nacional, López Obrador, era presidente nacional del Sol Azteca.

PRI y PRD están extraviados incluso conceptualmente, la Revolución ya no es un referente. Es momento de evolucionar o morir, o en un punto medio Regenerars

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