El Partido Acción Nacional (PAN) se prepara para una contienda interna crucial en su historia política. El próximo 10 de noviembre, Jorge Romero Herrera y Adriana Dávila Fernández, ambos exdiputados federales, se enfrentarán en la elección para definir al nuevo presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del partido. Esta disputa marcará el futuro del principal partido de oposición en México y su rumbo hacia las elecciones generales de 2027.
Con la salida del actual dirigente, Marko Cortés, y ante un panorama político desafiante para el PAN, la elección del nuevo liderazgo adquiere una relevancia estratégica. Los retos que enfrenta el partido son numerosos, desde redefinir su postura frente a Morena hasta consolidar su posición en un electorado que exige renovaciones profundas y un liderazgo efectivo.
Jorge Romero: Un liderazgo en la capital
Jorge Romero Herrera, de 49 años, ha sido un nombre constante en la política del PAN en la Ciudad de México. Inició su carrera en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal entre 2003 y 2006, y en 2012 fue delegado en Benito Juárez, uno de los bastiones más importantes del PAN en la capital. A lo largo de su carrera, ha sido conocido por su habilidad para gestionar alianzas políticas y su capacidad de liderazgo dentro del partido.
En 2016, Romero participó en la Asamblea Constituyente que redactó la Constitución de la Ciudad de México, y desde 2018 ha ocupado un escaño como diputado federal, además de liderar la bancada del PAN en la Cámara de Diputados. Su candidatura para la dirigencia nacional representa una apuesta por un liderazgo fuerte que busca renovar la imagen del partido en la capital y a nivel nacional.
Durante su registro para contender por la dirigencia, Romero declaró que “el PAN debe fortalecerse internamente y ser una oposición real, firme y clara”, una afirmación que refleja su enfoque en reconstruir la estructura del partido para enfrentar al gobierno federal y ser una opción más competitiva en los próximos comicios.
Adriana Dávila: Voz firme pro derechos humanos y la justicia
Por otro lado, Adriana Dávila Fernández es una figura política destacada que ha tenido una carrera centrada en temas de derechos humanos, seguridad y lucha contra la trata de personas. Nacida en Tlaxcala en 1969, Dávila ha desempeñado varios cargos tanto a nivel local como federal, incluyendo dos periodos como diputada y uno como senadora.
Su trabajo en la Comisión Contra la Trata de Personas en el Senado la posicionó como una defensora incansable de los derechos humanos, y aunque fue candidata a la gubernatura de Tlaxcala en dos ocasiones (2010 y 2016), no logró la victoria, pero consolidó su presencia como una política comprometida con su estado y su partido.
Durante el anuncio de su candidatura a la dirigencia del PAN, Dávila afirmó que su enfoque sería “fortalecer el papel de las mujeres en la política y asegurar que el PAN recupere su identidad como un partido que lucha por la justicia social y los derechos de todos los mexicanos”. Su campaña buscará atraer el voto femenino y el de aquellos que creen en una política más incluyente.
El proceso electoral interno para elegir al próximo líder del PAN ha generado gran interés no solo entre los militantes, sino también en el panorama político nacional. La elección se llevará a cabo el 10 de noviembre de 2024, cuando 302,982 militantes del partido acudirán a las urnas para votar en una de las 1,600 casillas distribuidas en todo el país.
Los aspirantes debieron presentar su carta de intención antes del 14 de septiembre y recolectar 30,298 firmas de apoyo o un mínimo de 114 firmas de los más de 500 consejeros del Consejo Nacional del PAN para validar su registro. Tanto Jorge Romero como Adriana Dávila lograron cumplir con estos requisitos, lo que los posiciona como los únicos contendientes en la carrera por la dirigencia.
Uno de los temas que marcarán el debate interno del PAN será cómo enfrentar el creciente poder de Morena y la Cuarta Transformación. Romero ha sido crítico de lo que él llama “la amenaza del centralismo y el autoritarismo” del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, mientras que Dávila ha puesto el acento en “la falta de equidad de género y los retrocesos en los derechos humanos” bajo la actual administración.
Lo que está en juego
La elección de noviembre no solo definirá quién liderará al PAN en los próximos años, sino también la dirección estratégica que tomará el partido en un momento crucial de la política mexicana. Con la mirada puesta en las elecciones de 2027, el nuevo dirigente tendrá que enfrentar una serie de desafíos importantes, como recuperar la confianza del electorado, construir alianzas efectivas y reorganizar la estructura del partido a nivel nacional y estatal.
Romero ha destacado la necesidad de modernizar al PAN y hacerlo más accesible para la ciudadanía, mientras que Dávila ha señalado que el PAN debe “regresar a sus raíces” y enfocarse en “ser una alternativa real de cambio para los mexicanos”. Ambos candidatos buscarán ganarse el apoyo de los militantes a través de una campaña que, según el calendario del partido, se extenderá hasta el 9 de noviembre, e incluirá un debate público entre los contendientes para que los militantes puedan tomar una decisión informada.
Es importante señalar que figuras como Damián Zepeda y Kenia López Rabadán declinaron participar en la contienda interna, lo que dejó a Romero y Dávila como los únicos aspirantes. Zepeda fue uno de los primeros en anunciar en agosto que no competiría, argumentando que era necesario un cambio generacional en el liderazgo del partido, mientras que López Rabadán decidió enfocarse en su actual posición como vicepresidenta de la Cámara de Diputados.
La Comisión Electoral del PAN ha enfatizado la importancia de garantizar que al menos una mujer participe en el proceso, buscando asegurar la paridad de género en las elecciones internas, un tema que ha cobrado relevancia en el partido y en la política mexicana en general.