Tras el devastador paso del huracán “John”, las comunidades indígenas de la Montaña Alta de Guerrero enfrentan una crisis humanitaria alarmante. A 15 días del impacto, decenas de poblados siguen incomunicados, sin acceso a servicios básicos como agua potable y electricidad. Las autoridades comunitarias han elevado un clamor urgente a la presidenta Claudia Sheinbaum y a la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, para que atiendan la emergencia en estas regiones marginadas, las cuales han sido prácticamente invisibilizadas en medio de los esfuerzos de socorro concentrados en el puerto de Acapulco.
El huracán “John”, que tocó tierra el 23 de septiembre de 2024, causó daños significativos en la Montaña Alta de Guerrero, una región donde habitan principalmente comunidades indígenas Me’Phaa (tlapanecas) y Ñuu Savi (mixtecas). Pueblos como Zapotitlán Tablas y Acatepec, entre otros, fueron duramente golpeados, con casas destruidas, cosechas perdidas y caminos bloqueados por deslaves. A pesar de ello, las autoridades locales denuncian que los esfuerzos de ayuda se han centrado en Acapulco, dejando a las comunidades rurales sin la asistencia que tanto necesitan.
María Estela Espinoza Aguilar, representante de las mujeres de Tlacoapa, expresó la frustración de las madres de familia que han visto sus hogares destruidos y carecen de recursos para alimentar a sus hijos. “Señora Presidenta Claudia Sheinbaum y gobernadora Evelyn Salgado, solicitamos su apoyo. Hemos sufrido mucho por este desastre y las mujeres aquí estamos desesperadas. No tenemos alimentos, ni agua potable, y los caminos están completamente destruidos”, declaró durante una conferencia organizada por la organización “Tlachinollan, Derechos Humanos de la Montaña”.
Comunidades incomunicadas y en crisis
Las lluvias torrenciales y los vientos de “John” destruyeron los caminos de acceso a muchas comunidades. Según el Concejo Regional de Autoridades Agrarias en Defensa del Territorio (CRAADT), al menos 70% de las 130 comunidades del municipio de Zapotitlán Tablas han quedado devastadas, y el riesgo de hambruna se cierne sobre la región. “Estamos peor que nunca”, comentó Ángel Aguilar Romero, alcalde de uno de los municipios afectados. “La gente ha tenido que abandonar sus casas y refugiarse en las colinas por temor a deslaves, pero el gobierno no ha brindado el apoyo necesario para restaurar las viviendas o rehabilitar los caminos”, agregó.
El aislamiento geográfico ha complicado aún más la situación. Martín Rosales, uno de los líderes comunitarios, señaló que muchos pueblos están sin electricidad ni medios de comunicación, lo que les impide pedir ayuda o coordinar la distribución de alimentos y medicamentos. “No tenemos forma de comunicarnos con nuestros familiares o con las autoridades. Estamos completamente olvidados”, lamentó.
Emergencia Sanitaria en la Región
La situación no solo ha causado estragos en las infraestructuras y los medios de vida de los habitantes, sino que también ha desatado una emergencia sanitaria. Maribel, dirigente social de Zapotitlán Tablas, denunció que en su comunidad no hay acceso a atención médica adecuada. “El único hospital en la zona está colapsado, y no podemos atender las emergencias de salud. Las enfermedades respiratorias están aumentando, especialmente entre los niños y los ancianos, debido a las malas condiciones en las que estamos viviendo”, explicó.
Maribel también mencionó la desaparición de una niña de nombre Daireni Aburto García y de un hombre llamado Arquímedes Modesto, quienes fueron arrastrados por corrientes de agua durante la tormenta. Hasta el momento, no se han implementado operativos de búsqueda por parte de las autoridades, lo que ha aumentado la angustia en las familias afectadas.
Llamada urgente a las autoridades
Ante esta alarmante situación, los líderes de las comunidades indígenas han enviado un documento a la presidenta Claudia Sheinbaum y a la gobernadora Evelyn Salgado, solicitando una atención inmediata a las necesidades de la población de la Montaña Alta de Guerrero. “Es necesario que dejen de enfocarse solo en Acapulco. Somos cientos de pueblos que también estamos sufriendo y no hemos recibido ninguna ayuda. Ni siquiera somos mencionados en los medios de comunicación”, afirmó Germán Cortes Morales, presidente del CRAADT.
Entre las demandas más urgentes está la reapertura de los caminos bloqueados por derrumbes, la reparación de las líneas eléctricas y la dotación de alimentos básicos como maíz y frijol, ya que las cosechas de milpa y café fueron arrasadas por el huracán. “Sin caminos no podemos recibir ningún tipo de ayuda. Necesitamos maquinaria pesada para despejar las carreteras y permitir el acceso a los servicios de emergencia”, agregó Cortes Morales.
El CRAADT también solicitó la rehabilitación de los sistemas de agua potable, ya que la destrucción de las tuberías ha dejado a las familias sin acceso a este recurso vital. Además, pidieron el establecimiento de refugios temporales para las familias que han perdido sus hogares, muchas de las cuales, incluidos niños y ancianos, se encuentran durmiendo a la intemperie.
Respuesta del Gobierno
En la conferencia de prensa matutina del 4 de octubre, Laura Velázquez, coordinadora de Protección Civil, informó que el gobierno ha desplegado planes de emergencia, como el Plan DN-III y el Plan Marina, para atender a las zonas más afectadas, sin embargo, los esfuerzos se han concentrado principalmente en Acapulco y los municipios costeros, donde el huracán causó inundaciones masivas y dejó a miles de personas sin hogar.
Velázquez detalló que se han evacuado a más de 10 mil personas de las zonas de riesgo y se han distribuido 12 mil despensas y 96 mil litros de agua potable. No obstante, los habitantes de la Montaña Alta aseguran que no han recibido ningún tipo de apoyo hasta el momento.
Clamor de los Pueblos Indígenas
La marginación de las comunidades indígenas y afromexicanas en las políticas de atención a desastres es una constante en la historia de México. A pesar de que se ha reconocido a estos pueblos como sujetos de derecho público en recientes reformas constitucionales, los representantes de la Montaña Alta de Guerrero sienten que siguen siendo invisibilizados. “No es suficiente con ser reconocidos en la ley. Necesitamos acciones concretas que nos protejan y nos ayuden a salir adelante”, concluyó Martín Rosales.
Mientras los habitantes de Acapulco comienzan a recibir ayuda, los pueblos de la Montaña Alta de Guerrero siguen esperando una respuesta. Las autoridades comunitarias insisten en la necesidad de un plan integral de reconstrucción que no solo repare los daños inmediatos, sino que también incluya medidas de largo plazo para mejorar la infraestructura y la calidad de vida en esta región olvidada.
En medio de la devastación, los pueblos indígenas de Guerrero claman por justicia, visibilidad y, sobre todo, ayuda urgente.