El Museo de la Ciudad de México fue el escenario de una vibrante representación de Xantolo, o Fiesta de las Ánimas, en un homenaje cargado de música, baile y alegría para honrar a los difuntos, como parte de las celebraciones del Día de Muertos. Este evento, realizado durante la tradicional Noche de Museos, transformó el antiguo Palacio de los Condes de Santiago de Calimaya en un pedacito de la región Huasteca, de donde es originaria esta tradición.
La cuadrilla Pixcuhuil, grupo artístico de la Ciudad de México, fue la encargada de dar vida a este evento. Con más de 30 bailarines en escena, ataviados con coloridos trajes de catrinas, charros y novias, así como máscaras de la muerte, demonios y seres fantásticos, el grupo logró transportar al público al misticismo del Xantolo. Al ritmo de sones xantoleros, el trío Sentir Huasteco, proveniente de Huejutla de Reyes, Hidalgo, acompañó las danzas, creando una atmósfera mágica que combinó tradición y festividad.
Gabriela Miranda, directora de la cuadrilla Pixcuhuil, compartió detalles sobre esta tradición que simboliza la unión sagrada entre vivos y muertos. “Xantolo es nuestra manera de recibir a los difuntos y de convivir con ellos a través de música y danza. Es la celebración más importante de la Huasteca, y en ella mostramos respeto y alegría por el retorno de las almas”, explicó Miranda.
El Xantolo es mucho más que un festejo, es un reencuentro espiritual. Originaria de la región Huasteca —que abarca municipios de San Luis Potosí, Veracruz, Hidalgo, Tamaulipas, Puebla y Querétaro— esta tradición es la mezcla de creencias prehispánicas con elementos introducidos por los colonizadores españoles. Desde 2007, ha sido reconocido como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la UNESCO.
Según Miranda, esta festividad comienza el 24 de junio con la siembra del cempasúchil, flor que guía a los muertos en su camino. Cada fase de Xantolo tiene su propio ritual: el 29 de septiembre se realiza “la bajada de las máscaras”, donde se purifican y preparan para las danzas, y el 18 de octubre se coloca ofrendas para aquellos que partieron de forma trágica. Sin embargo, la parte central de la fiesta llega a finales de octubre y principios de noviembre.
El 31 de octubre está dedicado a los niños fallecidos, mientras que el 1 y 2 de noviembre se honra a los adultos. Durante estos días, las ofrendas se llenan de alimentos, bebidas y objetos que recuerdan la vida de los difuntos, creando un espacio de respeto y alegría.
Para los habitantes de la Huasteca, Xantolo es el momento en que los espíritus regresan, y los vivos “prestan” su cuerpo para darles vida a través del baile. Así, entre música, danzas y ofrendas, las familias mexicanas celebran un vínculo especial con sus ancestros.
Este año, el Museo de la Ciudad de México logró que el Xantolo cobrara vida en su patio, transformando el espacio en una verdadera fiesta para las almas.