28 septiembre, 2024

 

La contaminación electromagnética es una forma de energía invisible que ha ido ganando relevancia con el aumento de las telecomunicaciones y la electrificación. Aunque no se puede ver, oler ni sentir, está presente en nuestro entorno debido a torres de telecomunicaciones y redes eléctricas.

 

Según estudios, esta contaminación proviene de campos eléctricos y magnéticos que permiten transmitir información. “Antes del siglo XX, la mayor parte de la energía electromagnética provenía del Sol. Hoy, con la demanda de telecomunicaciones, ha crecido más de 300 veces”, comenta.

 

 

Este fenómeno se ha incrementado significativamente en los últimos 124 años y se prevé que en los próximos 5 a 10 años la situación empeore debido a la expansión de tecnologías como el 5G y el uso de más dispositivos electrónicos. Se advierte que deberíamos medir la contaminación electromagnética como lo hacemos con el agua o el aire, ya que los efectos a largo plazo aún no se comprenden completamente.

 

La OMS reconoce que la exposición a campos electromagnéticos puede causar efectos como el aumento de la temperatura en la piel, aunque estos efectos suelen ser reversibles. Sin embargo, algunos estudios sugieren vínculos con problemas de salud más graves, como ciertos tipos de leucemia en niños.

 

 

En México, la regulación sobre este tema es limitada. El Instituto Federal de Telecomunicaciones tiene disposiciones técnicas para las telecomunicaciones, pero no hay normas claras sobre las torres de alta tensión y subestaciones eléctricas. Por ello, TES América impulsa un sello que permita medir la contaminación electromagnética y ayudar en la toma de decisiones futuras.

 

Recomendaciones:

  • Evitar tener módems cerca de los lugares de descanso.
  • Usar manos libres para reducir la exposición al hablar por celular.
  • Controlar los dispositivos que aumentan la señal en casa.