Dos nuevas caravanas migrantes partieron de Chiapas en la que participan alrededor de 3,000 personas de diversos países de Centroamérica, Sudamérica y el Caribe que buscan llegar a la Ciudad de México para visibilizar su situación y exigir mejores condiciones de tránsito y oportunidades de trabajo en el país vecino.
El primer grupo, compuesto por 2,500 migrantes, partió desde Tapachula, mientras que el segundo, de 500 personas, salió desde Tuxtla Gutiérrez. Ambas caravanas tienen planeado encontrarse en Arriaga, a 127 kilómetros de Tuxtla y 250 de Tapachula, antes de continuar su recorrido hacia el norte. El activista Luis García Villagrán, director del Centro de Dignificación Humana, explicó que los migrantes, entre los que hay familias enteras, enfrentan dificultades económicas y de seguridad en sus países de origen, lo cual los impulsa a emprender esta arriesgada travesía.
Heyson Díaz, un migrante venezolano, mencionó que la movilización en tiempos de la elección presidencial tiene el propósito de llamar la atención de los gobiernos de México y EE.UU. sobre la crisis migratoria. “Queremos que ambos gobiernos nos ofrezcan opciones de regularización y empleo para cumplir con nuestro sueño de trabajar legalmente en Estados Unidos”, señaló Díaz.
La caravana también responde a cuestiones de seguridad. Muchos migrantes han sido víctimas de extorsiones por parte del crimen organizado y esperan que viajar en grupo pueda reducir los riesgos. José Moisés de Paz, un guatemalteco de 60 años, comentó que decidió sumarse a la caravana debido a los constantes asaltos y secuestros que ha sufrido en el trayecto. Su objetivo es llegar a Estados Unidos para mejorar las condiciones de vida de su familia.
Las caravanas planean llegar a la Ciudad de México para hacer visible su causa y buscar un respaldo institucional que les permita avanzar de manera segura. Según García Villagrán, una ambulancia de Protección Civil de Tuxtla Gutiérrez acompaña a los migrantes, mientras avanzan en una ruta que se ha vuelto símbolo de sus demandas y esperanza.
Este éxodo resalta el contraste entre la dureza de la travesía y las expectativas de los migrantes, que ven en el resultado de las elecciones en EE.UU. una diferencia en su futuro: el triunfo de Donald Trump implica el endurecimiento de la política migratoria.