La problemática que enfrentan niños y adolescentes que viven en situación de calle ha adquirido un preocupante matiz en los últimos años. Las calles se han vaciado de menores en situación de vulnerabilidad no debido a una disminución de este fenómeno, sino a la intervención del crimen organizado, que ha reclutado a muchos de estos menores para sus filas, realizando lo que algunos activistas han llamado una “limpieza social”. Esta situación ha encendido las alertas en organizaciones internacionales y nacionales, quienes piden a México tomar medidas urgentes.
El coordinador de la organización Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe, Juan Martín Pérez, explicó que desde el año 2010 se ha registrado un incremento en el reclutamiento de jóvenes en situación de calle por parte del crimen organizado. Esta “limpieza” de las calles no representa un alivio en la crisis de los menores desprotegidos, sino un agravamiento de la misma, pues muchos de estos niños y adolescentes acaban involucrados en actividades ilícitas.
“Desde hace más de una década, el crimen organizado se ha encargado de ‘limpiar’ las calles, reclutando a menores en situación de calle y así absorbiéndolos en sus redes”, indicó Pérez. “Hoy en día es raro ver niños solos en la calle, y aquellos que quedan están con sus familias y viven siendo perseguidos”.
Una crisis desatendida
México enfrenta una realidad alarmante: se estima que alrededor de 2.3 millones de niños, niñas y adolescentes viven en condiciones de calle. Estas cifras reflejan tanto a menores que viven en la calle acompañados por sus familias como a aquellos que han sido abandonados o que sobreviven sin ningún respaldo. La desatención a estos niños y jóvenes, argumentan los expertos, no solo les niega una oportunidad de un futuro mejor, sino que también los deja expuestos a problemas de salud mental y abuso.
Según Pérez, el problema ha sido ignorado y ha quedado fuera de las agendas de diversas organizaciones y del propio gobierno. “Las organizaciones han perdido financiamiento, tanto público como internacional, y la problemática de los menores en la calle parece haber quedado en el olvido”, comentó. En un contexto de austeridad y priorización de recursos, se han ido recortando fondos esenciales que antes estaban destinados a proteger y ayudar a estas poblaciones vulnerables.
Migración y vulnerabilidad
El fenómeno migratorio, especialmente de menores de países latinoamericanos como Venezuela, ha intensificado la crisis. En su travesía hacia Estados Unidos, muchos niños y adolescentes pasan largas temporadas en la calle, enfrentando condiciones de peligro y precariedad. Las historias de menores migrantes son desgarradoras y revelan las dificultades que viven día a día.
Alexandra, una niña venezolana de nueve años, relata los desafíos de su viaje. “Cuando nosotros salimos de la selva de Panamá me sentí muy mal y me desmayé porque no comíamos. Dormimos en las calles por mucho tiempo y en carpas”. Por su parte, Matías de Jesús, de ocho años, recuerda cómo fue abandonado a la intemperie por agentes de migración: “Llevamos un año viajando y ha sido muy duro; tuvimos que dormir en un toldito, y ahí pasábamos mucho frío”.
Historias como las de Alexandra y Matías reflejan las consecuencias de un sistema de migración que no ofrece una protección suficiente para los menores, dejándolos a merced de circunstancias peligrosas. Sin embargo, para algunos, el refugio en albergues ha sido una esperanza. Alexandra, tras semanas en las calles, llegó a un albergue donde se siente segura. “Aquí me siento bien, nos tratan bien”, mencionó. Jesús Eloy, de ocho años, quien también encontró cobijo en un albergue, se siente aliviado de no tener que dormir más en las calles y valora la oportunidad de estudiar y jugar con otros niños.
Alerta de Organizaciones Internacionales
Distintas organizaciones, como el Comité de los Derechos del Niño de Naciones Unidas y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), han hecho llamados constantes a México para que ponga fin a la violencia que afecta a los menores en situación de calle. Según Pérez, estas recomendaciones no han sido implementadas en su totalidad y los niños siguen siendo ignorados en las políticas de protección y bienestar.
“Estas instituciones han señalado que México no ha cumplido con su obligación de proteger a la infancia callejera, en especial a los niños, quienes deberían tener garantizado un entorno seguro y saludable para su desarrollo”, agregó Pérez.
La situación de los menores en situación de calle, en México y en otros países de América Latina, exige una intervención urgente y coordinada. Para lograr cambios significativos, Pérez y otros activistas subrayan la necesidad de que tanto las organizaciones civiles como el gobierno trabajen en conjunto, recuperen fondos y reintegren a los menores a la sociedad, ofreciendo educación, servicios de salud y programas de rehabilitación.
La labor que realiza el colectivo Tejiendo Redes Infancia y otras organizaciones se centra en visibilizar esta problemática y en lograr un cambio en la percepción y trato hacia estos menores. Al ser niños y adolescentes expuestos a violencia y abuso, los menores en situación de calle requieren apoyo integral que abarque su desarrollo físico y emocional. Sin embargo, para lograr esto, se necesita una inyección de recursos y un compromiso renovado por parte de las autoridades.
Llamado a la solidaridad y a la acción
Los testimonios de los niños migrantes y de aquellos que han quedado bajo el control de grupos delictivos son un recordatorio de la deuda que la sociedad mexicana tiene con ellos. Urge un cambio de perspectiva y un esfuerzo por parte del gobierno y las instituciones civiles para poner en el centro la protección de estos menores.
Mientras el país enfrenta desafíos significativos en cuanto a la delincuencia y migración, la protección de los menores debe ser una prioridad indiscutible. Crear oportunidades de rehabilitación y apoyo, no solo para los menores en situación de calle, sino para sus familias y comunidades, es fundamental para construir una sociedad más justa e inclusiva.
En este contexto, Juan Martín Pérez concluyó con un llamado a la responsabilidad social: “Los niños y adolescentes no pueden ser vistos como problemas de limpieza o como cifras. Son personas con derechos, con historias, y necesitan de todos para salir adelante”.