O.J. Simpson, la exestrella de la NFL y figura central del “juicio del siglo” en Estados Unidos, ha fallecido a los 76 años tras luchar contra el cáncer, informó su familia. Conocido por su impresionante carrera deportiva y su posterior vida envuelta en controversias legales, Simpson se convirtió en una figura emblemática y divisiva en la historia americana.
Nacido como Orenthal James Simpson, se destacó primero en el fútbol universitario, ganando el Trofeo Heisman en 1968, antes de brillar en la NFL con los Buffalo Bills, donde estableció récords significativos. Sin embargo, su legado quedó manchado por las acusaciones del brutal asesinato de su exesposa, Nicole Brown Simpson, y su amigo Ronald Goldman en 1994. Los cuerpos, encontrados en Los Ángeles, presentaban heridas de arma blanca, lo que llevó a Simpson a ser el principal sospechoso.
El caso contra Simpson generó un frenesí mediático sin precedentes, culminando en un juicio en 1995 que lo declaró no culpable, gracias en parte a la famosa declaración “Si no ajusta, deben absolverlo” por su abogado Johnnie Cochrane, haciendo referencia a un par de guantes ensangrentados presentados como evidencia. El juicio, que abordó intensas cuestiones raciales y mediáticas, fue seguido por millones, dividiendo la opinión pública estadounidense.
Posteriormente, en un juicio civil, Simpson fue encontrado responsable de las muertes y condenado a pagar una suma millonaria en indemnizaciones, que nunca se saldó. Su vida volvió a tomar un giro dramático en 2007 cuando fue condenado por robo a mano armada y secuestro, cumpliendo casi nueve años de prisión antes de ser liberado en 2017.
La muerte de Simpson marca el fin de una figura que trascendió el deporte, convirtiéndose en un referente cultural permanente de la sociedad estadounidense, sus dilemas raciales, y sus complejidades judiciales. Su fallecimiento no solo cierra un capítulo de la historia americana sino que también revive el debate sobre su legado, tanto en el campo deportivo como en los tribunales de justicia.
