La realización de conciertos, festivales y eventos masivos en el Autódromo Hermanos Rodríguez, el Palacio de los Deportes y el estadio GNP Seguros ha convertido a las colonias aledañas en escenarios de caos. Vecinos de Granjas México y Cuchilla Agrícola Oriental (Iztacalco), así como Ignacio Zaragoza y Puebla (Venustiano Carranza), enfrentan congestión vehicular, obstrucción de accesos, generación de basura y ruido hasta altas horas de la noche, sin que las autoridades logren poner orden.
Un problema recurrente es el uso indebido de áreas peatonales y espacios restringidos para estacionarse, controlados por franeleros. Estos individuos han generado enfrentamientos con residentes y negocios, como ocurrió en la calle Añil, donde un vehículo estacionado sobre una rampa de cochera bloqueó la salida de camiones de una empresa de alimentos refrigerados.
Mientras algunos vecinos ven en esta situación una oportunidad para generar ingresos, cobrando hasta 300 pesos por estacionar un auto en sus patios o frente a sus domicilios, otros padecen los efectos negativos. “El ruido, la basura y hasta personas orinando en la calle son el pan de cada día después de los eventos”, comenta Agustín, residente de Ignacio Zaragoza desde hace más de 50 años.
La situación es especialmente crítica durante eventos de gran magnitud, como la Fórmula 1, que, pese al despliegue de seguridad, genera el mayor nivel de afectaciones. En contraste, eventos como el concierto de Paul McCartney fueron calificados como más tranquilos en comparación con presentaciones de agrupaciones como Grupo Frontera.
En Granjas México, los franeleros incluso utilizan áreas federales restringidas, como el muro perimetral de la terminal de almacenamiento de Pemex, para estacionar vehículos. Esto ocurre a pesar de los operativos realizados por el gobierno de Iztacalco, que ha llevado a algunos franeleros ante el juzgado cívico, pero las acciones no han logrado frenar el problema.
Además, los vecinos critican la mala planeación de los operativos policiales, que suelen bloquear el acceso a sus calles, permitiendo únicamente el paso de vehículos vinculados a los franeleros.
Mientras tanto, la falta de soluciones estructurales mantiene a los habitantes de esta zona de la CDMX en un constante dilema entre la oportunidad económica y el deterioro de su calidad de vida. La exigencia de los vecinos es clara: mayor regulación y atención de las autoridades para devolver la tranquilidad al oriente de la ciudad.