Rusia lanzó un ataque masivo contra infraestructuras energéticas en Ucrania, dejando a más de un millón de personas sin electricidad, en lo que representa el 11° ataque de este tipo desde el inicio de la invasión en febrero de 2022. Según autoridades ucranianas, el ejército ruso disparó 91 misiles y 97 drones explosivos , de los cuales fueron interceptados 79 y 35, respectivamente.
Las infraestructuras energéticas fueron afectadas en nueve regiones del país, intensificando los temores de largos apagones durante los meses de invierno, cuando las temperaturas suelen rondar los cero grados. Serguii Kovalenko, director de la empresa energética Yasno, advirtió sobre las graves afectaciones al suministro eléctrico.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, acusó a Rusia de utilizar bombas de racimo en los ataques, complicando las labores de rescate y reparación. Además, pidió nuevamente a los aliados occidentales acelerar el envío de sistemas de defensa antiaérea para proteger las ciudades y la infraestructura crítica.
Moscú justificó los bombardeos como respuesta al uso de misiles estadounidenses ATACMS por parte de Ucrania en territorio ruso. En una conferencia desde Kazajistán, Vladimir Putin amenazó con usar misiles hipersónicos Oreshnik contra objetivos estratégicos en Kiev y otros países que apoyan militarmente a Ucrania.
El presidente estadounidense, Joe Biden, condenó el ataque y reiteró el compromiso de su administración con Ucrania, destacando los 60 mil millones de dólares entregados a las fuerzas armadas ucranianas. Sin embargo, la transición hacia un posible gobierno republicano genera incertidumbre sobre el futuro de este apoyo.
Desde el inicio del conflicto, Rusia ha destruido casi la mitad de la capacidad energética de Ucrania, lo que ha obligado al país a enfrentar largos apagones y crisis humanitarias . Las amenazas de intensificar los bombardeos añaden presión a una guerra que parece lejos de concluir.