En el auditorio Plutarco Elías Calles de la sede nacional del PRI en Ciudad de México, Alejandro ‘Alito’ Moreno celebró su reelección como presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI) hasta 2028, consolidando su influencia en el histórico partido.
Con una votación abrumadora que le otorgó el 97% de los sufragios emitidos por el Consejo Político Nacional, Moreno ha superado las expectativas y ha despejado el camino para un nuevo periodo al frente del partido, a pesar de las críticas e impugnaciones que rodearon el proceso interno del tricolor.
La jornada electoral, que tuvo lugar a puerta cerrada y se extendió por poco más de un mes, ha sido objeto de debate no solo por los participantes sino también por observadores externos y expresidentes del partido como Dulce María Sauri y Enrique Ochoa. Estos últimos han expresado su preocupación por lo que consideran una falta de acción por parte de las autoridades electorales, en particular el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), frente a lo que han denominado un “atraco” al partido.
En su discurso de victoria, Moreno no solo reconoció la crisis interna que enfrenta el PRI, agravada por los malos resultados en las recientes elecciones, sino que también prometió un renacimiento del partido. “No vamos a ocultar que el partido se encuentra en la posición más compleja que hemos tenido en nuestra historia,” afirmó Moreno, señalando que es tiempo de una profunda renovación que abra las puertas a futuras reformas políticas propuestas tanto por el actual gobierno de Andrés Manuel López Obrador como por la próxima administración de Claudia Sheinbaum.
Este nuevo periodo para Moreno también se ve marcado por la eliminación de antiguos candados estatutarios que limitaban la reelección de sus dirigentes, permitiéndole potencialmente mantenerse en el poder hasta 2032 si es reelegido en futuras contiendas. Esta decisión ha sido recibida con escepticismo por parte de algunos miembros del partido, quienes temen que centralice demasiado poder.
La elección interna, que también incluyó a Lorena Piñón y su compañero de fórmula, Cuauhtémoc Betanzos, quienes juntos obtuvieron apenas el 2% de los votos, ha mostrado la clara preferencia de los consejeros por la dirección actual. El ambiente en el recinto fue de un marcado apoyo a Moreno, con arengas como “¡Alito, amigo, el PRI está contigo!”, resonando a través del auditorio.
Además, Moreno ha dejado claro que el PRI seguirá apoyando reformas sociales y programas que beneficien directamente a la población, apuntando errores pasados como las reformas estructurales que afectaron al magisterio, y que según él, dañaron la relación del partido con los ciudadanos. “El PRI es un partido de base, progresista y social, siempre va a apoyar los programas sociales y los apoyos que beneficien a la gente,” aseguró.
La reelección de Moreno no solo significa la continuación de crisis interna, sino que también pone de manifiesto los desafíos internos y externos que el partido deberá enfrentar para reconstruir su base de apoyo y su relevancia en el panorama político mexicano.
En un intento de unidad interna, Moreno anunció la creación de seis nuevas comisiones encargadas de impulsar una reforma integral del partido, prometiendo una era de reflexión y ajuste que, espera devolverá al PRI a su lugar prominente en la política nacional.