“Las relaciones entre México y Estados Unidos han atravesado periodos complejos marcados por circunstancias sociopolíticas y económicas desafiantes; sin embargo, en la mayoría de los casos, los esfuerzos de cooperación han dado lugar a soluciones que han beneficiado ambas naciones”, aseguró Susana Lizano, presidenta en turno de El Colegio Nacional, durante la inauguración del coloquio “El otro lado: nuevas perspectivas de la relación México-Estados Unidos”.
“Estamos convencidos de que la historia paralela entre nuestro país y Estados Unidos ha enriquecido a las dos naciones, en particular en materia de colaboración científica, académica, cultural y artística”, pues México y Estados Unidos siempre han colaborado intensamente a través de las universidades e instituciones públicas y privadas en múltiples proyectos y acuerdos binacionales, “los cuales han generado muchísimos beneficios para el desarrollo científico, tecnológico y cultural”, enfatizó la astrofísica mexicana.
Ejemplo de ello es el trabajo de miembros de El Colegio Nacional, como el astrónomo Arcadio Poveda, quien estableció el observatorio San Pedro Mártir con el apoyo de científicos norteamericanos; el legado del jurista Alfonso García Robles, Premio Nobel de la Paz, cuya memoria perdura a través de la beca Fulbright-García Robles para estudiantes mexicanos en Estados Unidos, y la trayectoria de Mario Molina, Premio Nobel de Química, cuyas investigaciones fueron desarrolladas en prestigiosas universidades de México y Estados Unidos en tiempos recientes.
Tras describir los trabajos desarrollados por los integrantes de El Colegio Nacional en distintos ámbitos de la Unión Americana, aseguró que estos lazos, “además de fortalecer nuestras relaciones, sirven como base diplomática para la colaboración en otras áreas, como las que se discutirán en este coloquio”, organizado en un conjunto con la UNAM, a través del Centro de Investigaciones sobre América del Norte, y el periódico El Universal.
De las primeras colegiadas en tomar la palabra fue la bióloga Julia Carabias, quien se refirió a la figura del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, destacando que ha logrado, como primer propósito, captar la atención del mundo y “presentarse como el jefe de Estado más autoritario”.
“Con el poder que le otorga el control del Ejecutivo, del Legislativo y de la Suprema Corte, en solo 11 días ha inundado a su gobierno de decretos e instrucciones que afectan a todo el mundo, en todos los temas posibles. Muchas de estas medidas son ilegales, pero eso no le preocupa: algunas lograrán aplicarse antes de ser detenidas por distintas instancias, incluida la Suprema Corte”, entre ellas, algunas vinculadas con la sustentabilidad ambiental.
Así, por ejemplo, hacía mucho que un jefe de Estado no reivindicaba con tanta vehemencia y arrogancia el modelo de desarrollo extractivista, basado en la explotación de hidrocarburos, el crecimiento económico y el consumo ilimitados, Un modelo que en las últimas décadas ha sido duramente criticado “por su impacto devastador en la naturaleza”.
“La visión de Trump contradice a la agenda 2030, adoptada en 2015 por todos los países, incluido el propio Estados Unidos. Trump en la actualidad es el jefe de Estado más activo en cuestionar el cambio climático como consecuencia de las actividades humanas; ha minimizado sus impactos al atacar las instituciones y la acción multilateral construida durante tantos años y, si pudiera, la desmantelaría”.
En cuanto a la otra gran crisis global, la pérdida de la biodiversidad, simplemente la ignora. Una acotación: la gestión ambiental en Estados Unidos está a cargo de la Agencia de Protección Ambiental, del departamento del interior, encargado de la agenda verde, y la Secretaría de Estado que coordina la política exterior, incluye también esa coordinación en la parte ambiental y gestiona el financiamiento de ayuda exterior.
“Actualmente, estas tres entidades están dirigidas por personas sin ninguna calificación en materia ambiental, altamente cuestionadas e incluso identificadas con intereses alineados a la industria petrolera; perfiles completamente opuestos a la administración de Biden. Esto terminará reflejándose en tres asuntos: la declaración de la emergencia energética y sus medidas, el congelamiento del financiamiento de la ayuda internacional, y los impactos de estas medidas en el sector energético, causando una emergencia energética.
Retos en materia cultural y educativa
Claudio Lomnitz, por su parte, habló sobre los retos en política cultural, política educativa y discusión pública, los cuales van a ser temas importantes en México, dado el vertiginoso cambio que ocurre en los Estados Unidos: un vuelco autoritario clarísimo acompañado de una política de identificación de enemigos internos. que siempre aprovecha la posibilidad de volcarse en detrimento de mexicanos, centroamericanos y, en general, de las poblaciones llamadas latinas dentro de la Unión Americana.
“Son los migrantes en general, entre los cuales los mexicanos representan todavía el grupo más grande en los Estados Unidos. Esto supondrá para México un reto importante respecto de hacer realmente conciencia sobre lo que ha significado, después de más de 100 años, la trasnacionalidad; es decir, el hecho de que México y Estados Unidos están social y reproductivamente integrados, algo que no me parecía tan evidente cuando vivía en México y no había mirado a los Estados Unidos”.
Desde la perspectiva del antropólogo social, la experiencia mexicana en Estados Unidos forma parte del aire que se respira en México. Esta metáfora tiene su chiste, pues es una experiencia que quizá no es tan evidente en la discusión pública de la vida cultural mexicana, pero que está por todas partes y forma parte del sustento mismo del México realmente existente.
“Estamos ahora ante un momento en el que va a haber sufrimiento entre esas relaciones. Habrá sufrimiento para la población mexicana en los Estados Unidos, habrá deportaciones, que ya no son una novedad, aunque sí han generado un ambiente de miedo”, agregó Claudio Lomnitz.
A la psicóloga María Elena Medina-Mora, también integrante de El Colegio Nacional, le correspondió reflexionar sobre la crisis del fentanilo en la actualidad, una de las banderas usadas por el gobierno de Donald Trump, frente a la cual, desde hace cinco años se estableció un programa de trabajo en la frontera norte para identificar a las personas que usaban heroína y, después, a quienes hicieron el paso hacia el fentanilo.
“Lo primero que encontramos en los datos de las encuestas es que teníamos heroína en la mayor parte de los estados de México y, entonces, pensamos que deberíamos ir a donde se originó el consumo de heroína y ver si entraba fentanilo; los primeros años no lo encontramos, aunque ya se habían visto destrucciones de laboratorios, probablemente por estar yendo al mercado internacional. Posteriormente empezamos a encontrar el fentanilo”.
Uno de los factores definidos a partir del trabajo fue el inicio temprano en el consumo, siendo los 15 años el punto de mayor riesgo, en el que se observa qué tan alto es en comparación con otras edades. El trabajo con los adolescentes se vuelve muy importante, explicó la colegiada, porque el 51% de las personas que alguna vez en su vida van a tener un trastorno emocional, debieron comenzar durante la infancia, la adolescencia y la primera etapa de la edad adulta joven, o sea, la edad de nuestros estudiantes universitarios.
“¿Qué pasó en términos de la demanda de tratamiento? Estas son personas que pidieron atención, por lo que vemos este crecimiento tan importante de las metanfetaminas como la principal droga por la cual las personas van a tratamiento; el cristal forma parte de este grupo, pero vemos que el consumo de opiáceos es bajo”.
“Ahora, ¿cómo debemos de medir el impacto de las drogas en una población?, porque tradicionalmente se dice que México no tiene problema, porque tiene pocos usuarios, pero si los vemos en número, son muchos a los que hay que atender. Finalmente, pienso que la conducta delictiva uno de los temas con los debemos medir nuestro problema, y desde luego, la violencia con todas sus manifestaciones, además del consumo, que es ahorita la más baja”.
La gran confusión que hay en este tema es que, cuando hablamos de fentanilo, hay dos brazos: el brazo legal y el brazo ilegal. El brazo legal existe desde hace mucho, fue una sustancia que se sintetizó en un laboratorio, porque se estaba buscando un anestésico que entrara rápido y saliera rápido, con lo cual podían hacerse cirugías ambulatorias.
“Pero también tenemos las drogas ilegales, y estas drogas pueden ser semisintéticas y sintéticas: el fentanilo es sintético, la heroína es semisintética”, aseveró Medina- Mora, quien también destacó que “una de las partes que tendríamos que ver es cómo podemos nosotros mejorar nuestro sistema de salud para que permita hacer un cambio”.
Una mirada hacia el futuro
En el coloquio “El otro lado: nuevas perspectivas de la relación México – Estados Unidos”, Leonardo Lomelí Vanegas, rector de la UNAM, ofreció una conferencia magistral en la que se aventuró a señalar la existencia de “un futuro promisorio para las relaciones entre México y Estados Unidos”.
“Si nosotros vemos en una visión de largo plazo el potencial de la región, llegaremos a la conclusión de que sería muy costoso para Estados Unidos ignorar la importancia que tiene la relación con México, económica y comercial”, por lo cual, contrario a lo que se prevé, a largo plazo, la integración económica y comercial de América del Norte se profundizará con la consolidación de diferentes áreas de cooperación regional, como el sector automotriz.
Leonardo Curzio, investigador del CISAN y uno de los coordinadores del coloquio, junto con el colegiado José Ramón Cossío, comentó durante su participación que las relaciones entre México y Estados Unidos han tenido una mirada particularmente fuerte: “Hay una mirada jurídica y política también muy fuerte; tratados, convenios, directivas. Hay una mirada también inter, en este caso, corporativa, sobre cómo se relacionan las empresas, pero hemos dejado de lado nuestras críticas”.
“Las relaciones entre las naciones y las comunidades, que son igual de importantes para entender cómo funcionan las comunidades y cómo se proyectan en los tiempos actuales, se reflejan en la complejidad que vemos desde la campaña de Donald Trump, quien ha reiterado que la frontera sur era el lugar más inseguro del planeta. La idea se repitió en mítines, se replicó en millones de tweets y programas de televisión hasta convertirse en una especie de verdad acuñada y revelada que tenía el eco favorable de la inmensa mayoría”.
Cuando las mayorías engullen alguna fábula demagógica es arduo confrontarlas con cifras y argumentos para decir “oiga, esto no es cierto”, “no importa, nosotros estamos convencidos de que eso es así”. Se ha hablado de una invasión que no es o no se da en sentido literal. “Lo que el presidente Trump propone es una guerra cultural con tres grandes niveles que se deben atender: uno demográfico y racial, el otro es una visión aporofóbica, su odio a los pobres, y el tercer elemento es la deterioradísima imagen de México”.
Por su lado, el colegiado José Ramón Cossío advirtió que, más allá del vuelco autoritario que se vive en Estados Unidos, “cuando el autoritarismo se establece, el derecho sufre muchísimo y, con ello, las personas, las condiciones y las situaciones que el derecho intenta proteger”. Señaló que“no sólo es problema de Estados Unidos y de lo que está pasando con el derecho allá, sino un problema de interrelación jurídica con enormes frecuencias, porque es muy difícil exigirle al otro lo que uno no está dispuesto a dar, o pedirle al otro que cumpla con ciertos estándares jurídicos cuando uno no los va a cumplir o los está destruyendo”.
Y no sólo es Trump, sino un conjunto de pensamientos, un renacimiento de valores en los que creen los estadounidenses: recuperar a la familia, establecer fronteras fuertes, destruir a la administración, volver a un autogobierno y encontrar las formas “de hacer a los Estados Unidos grande de nuevo”.
“Entonces vamos a tener un vuelco autoritario, una hegemonía brutal de la oligarquía tecnológica de nuestro tiempo, como pudieron estar los JP Morgan o los Rockefeller en otra época”, donde es indispensable reflexionar sobre el papel que va a tener el derecho, porque un discurso se hace acción política y mucha desacción política, hasta volverse normas jurídicas: ¿qué hacemos con esas normas jurídicas que se están estableciendo?, ¿vamos a tribunales internacionales? Eso es muy poco posible”, destacó José Ramón Cossío.
“Con el derecho para actuar frente a una potencia o un país que quiere plantear o reelaborar ese fenómeno hegemónico, autoritario, los pocos espacios que nos quedan son para actuar dentro de sus propios ámbitos normativos, tratando de recuperar los temas del lobby, y eso requiere mucho trabajo y mucho talento”.
El coloquio “El otro lado: nuevas perspectivas de la relación México-Estados Unidos” se encuentra disponible en el Canal de YouTube de la institución: elcolegionacionalmx.