Alrededor de diez mil habitantes de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, se congregaron este fin de semana para exigir justicia y un alto a la violencia. A casi dos semanas del asesinato del padre Marcelo Pérez, líder comunitario en la región y defensor de los derechos de los pueblos originarios, la llamada “Peregrinación por la Paz” reunió a familias, activistas y religiosos en una manifestación de profundo simbolismo y urgencia.
La marcha partió de tres puntos estratégicos: el Crucero de San Pablo, el Barrio Cuxtitalli, donde ocurrieron los trágicos hechos, y el crucero hacia San Juan Chamula, convergiendo todos en la plaza central de San Cristóbal. Las consignas eran claras y resonantes: “Fuera los narcos”, “Sí a la paz”, “No a la violencia”, reflejando la exigencia de la población por recuperar la tranquilidad que la delincuencia organizada les ha arrebatado.
Voz de una familia dolida y un pueblo que pide justicia
La familia del padre Marcelo Pérez, encabezada por su hermano menor, Romeo Pérez Pérez, encabezó la peregrinación. Con globos y ropa blanca, los manifestantes avanzaron acompañados de estandartes religiosos que simbolizaban la fe y esperanza en tiempos difíciles. Romeo Pérez compartió su sentir frente a los asistentes y medios: “El amor de los pueblos originarios nos reconforta, pero el dolor sigue siendo inmenso. Mi hermano no merecía esto, su lucha siempre fue por el bienestar de todos”.
Su padre, don Miguel Pérez, con palabras entrecortadas, expresó su tristeza y enojo ante la situación: “Mi corazón está muy triste, mi hijo fue lo máximo. No es justo lo que le hicieron, él luchaba por la paz, y hoy lo que pedimos es justicia para él y para Chiapas”. La familia Pérez no ha recibido aún una respuesta oficial sobre el caso, y la falta de acción se suma al dolor de quienes perdieron a un ser querido de manos de la violencia.
Denuncias de corrupción y llamados a la justicia
Durante la manifestación, Romeo Pérez lamentó que la corrupción siga siendo un obstáculo para la justicia, tanto para su hermano como para el pueblo chiapaneco. “La corrupción es el cáncer que impide que la justicia llegue. No solo mi hermano merece justicia, sino cada familia en Chiapas que ha sufrido por esta violencia. Si no eliminamos la corrupción, la paz será un ideal imposible de alcanzar”.
Esta postura fue respaldada por otros líderes religiosos y sociales presentes en el acto, quienes señalaron la falta de acción de las autoridades y la creciente presencia del narcotráfico como los principales factores que han deteriorado la seguridad en la región.
Iglesia y llamado a la paz desde la comunidad
Eduardo Aguilar Navarro, secretario ejecutivo del Episcopado Mexicano, tomó el micrófono para expresar el respaldo de la Iglesia en la búsqueda de paz para Chiapas. “Estamos aquí porque Chiapas y su gente han sufrido demasiado. Este no es un acto de confrontación, sino un llamado a la justicia y al diálogo”, afirmó Aguilar. Según el secretario, la Iglesia está comprometida a mediar en procesos de paz, y aunque no busca enfrentarse con quienes controlan la región mediante la narcopolítica, persiste en su misión de alzar la voz en defensa de la dignidad y derechos de los ciudadanos.
Aguilar mencionó que la situación de violencia en Chiapas es una herida abierta que no solo afecta a la región, sino a todo el país, y enfatizó la importancia de un esfuerzo conjunto para abordar el problema desde sus raíces. “En Chiapas, Guerrero, la sierra Tarahumara y Michoacán, la paz es una necesidad urgente. La paz llegará cuando podamos mezclar justicia y acciones reales contra la corrupción y la impunidad”, concluyó Aguilar.
Ana Paula, representante de Diálogos por la Paz, añadió que la exigencia de justicia en el estado es tan fuerte como en otras regiones afectadas por la violencia en México. “El compromiso es seguir trabajando para que la voz de los pueblos sea escuchada, sin importar los riesgos. Sabemos que la paz no se conquistará de la noche a la mañana, pero estos movimientos nos acercan a ese objetivo”.
La Peregrinación por la Paz fue una manifestación pacífica, pero llena de dolor y angustia. Familias enteras, niños, jóvenes y ancianos participaron en la marcha, portando globos y pancartas que pedían un alto a la violencia. En cada consigna, en cada paso, la comunidad de San Cristóbal de las Casas mostró el desgaste que han provocado años de inseguridad y crímenes sin resolver.
Para muchos, esta marcha fue una expresión de desesperación ante la percepción de abandono por parte de las autoridades. “Estamos cansados de vivir con miedo, de que nuestras familias sufran por la violencia, de que nuestros hijos no puedan salir a las calles sin temor. Queremos un Chiapas seguro, queremos paz”, declaró Lourdes, una vecina del Barrio Cuxtitalli.
La situación en Chiapas no es aislada. Las organizaciones sociales y colectivos de derechos humanos han alertado sobre el aumento de la violencia en la región, atribuyendo gran parte de esta crisis a la presencia de grupos delictivos que han aprovechado la debilidad institucional para expandir sus operaciones. Los manifestantes de San Cristóbal exigieron una intervención más decidida por parte del gobierno federal y estatal, y pidieron una estrategia que devuelva la paz y la justicia a la región.
La marcha concluyó en la plaza central, donde se ofrecieron rezos y palabras de consuelo para la familia del padre Marcelo y para todas las víctimas de la violencia en Chiapas. La manifestación, lejos de ser un simple evento, reflejó la urgencia de una comunidad que anhela recuperar su tranquilidad.
“Es momento de unirnos y exigir que nuestras voces sean escuchadas”, señaló un joven manifestante. Y es que, en San Cristóbal de las Casas, el llamado fue claro: “No más violencia, no más narcos, queremos paz para Chiapas”.