Desde el inicio de su mandato, el Presidente Andrés Manuel López Obrador prometió una de las metas más anheladas por los mexicanos: el fin de los altos precios de la gasolina. Durante años y en cada una de sus campañas, se dijo que las gasolinas se venderían a precios más bajos, similares a los de Estados Unidos, gracias a una autosuficiencia energética que el gobierno alcanzaría con la nueva refinería de Dos Bocas, en Tabasco, y la adquisición de la planta Deer Park, en Texas; pero la realidad, ha sido muy diferente.
Fue el 9 de julio de 2024, cuando AMLO afirmó que “se incrementó en 100 mil barriles diarios la producción de petróleo” y que México ya producía “el 90% de la gasolina que consume”. No obstante, estos datos no corresponde y han sido cuestionados. Pemex continúa importando el 56% de la gasolina consumida en el país, lo que contrasta con las declaraciones del presidente. A pesar de la disminución en la compra de gasolina en el extranjero (en 2018, Pemex importaba el 78%), la reducción no es tan drástica como se había sugerido.
Realidad: Costos elevados y poca producción local
Las expectativas de tener gasolina barata en México se desmoronan al analizar las cifras. Aunque la construcción de la refinería de Dos Bocas y la compra de Deer Park generaron esperanza, el impacto en la producción nacional ha sido menor al esperado. Según datos oficiales, la planta Deer Park ha destinado la mayor parte de su producción al mercado internacional, lo que significa que solo una fracción se ha utilizado para cubrir la demanda mexicana. En 2023, el 91% de las gasolinas producidas en Deer Park fueron exportadas.
De acuerdo con un reporte de la Administración de Información Energética de Estados Unidos, México es el mayor mercado de exportación para los productos petroleros estadounidenses. En 2022, el país importó un promedio de 1.7 millones de barriles diarios de productos petroleros, un aumento del 33% respecto al año anterior.
Costo real de la gasolina en México
A pesar de los esfuerzos por reducir la dependencia de las importaciones, los precios de la gasolina en México siguen siendo más altos que en Estados Unidos. En Texas, el litro de gasolina se vende por unos 12.50 pesos, mientras que en México, el precio promedio ronda los 24.15 pesos por litro. Este elevado costo se debe, en parte, al Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), que se suman a los precios de los combustibles.
El gobierno implementó una política de subsidios al IEPS para evitar un aumento abrupto de precios, sacrificando ingresos fiscales estimados en 950,500 millones de pesos. Sin embargo, esta medida se revirtió en septiembre de 2024, cuando la Secretaría de Hacienda eliminó los estímulos fiscales a las gasolinas Magna, Premium y diésel. Esto ha llevado a un incremento inmediato en los precios al consumidor.
La eliminación de los subsidios al IEPS ha causado preocupación entre los consumidores, especialmente las clases medias, que han visto cómo sus gastos en combustible aumentan considerablemente. El 7 de septiembre de 2024, el Diario Oficial de la Federación publicó que no habrá más apoyos para los combustibles durante la semana. Esto dejó el precio del IEPS para la gasolina Magna en 6.17 pesos, mientras que la Premium y el diésel tampoco contaron con estímulos.
Aunque la administración actual ha justificado estas medidas con argumentos sobre la sostenibilidad fiscal, la falta de claridad en las políticas energéticas ha generado incertidumbre. Se esperaba que el nuevo gobierno, liderado por un presidente con perfil ambientalista, priorizara la transición hacia energías más limpias, pero hasta ahora no ha habido un cambio significativo en las estrategias de producción y consumo de combustibles.
Durante un panel reciente organizado por Cámara Mexicana de la Industria del Petróleo (Camexip), se discutió ampliamente el futuro de los precios de la gasolina y la producción energética en México. Ana María Salazar, analista económica, comentó: “La promesa de gasolina barata era insostenible desde el inicio. La estructura de precios en México está altamente influenciada por los impuestos y las limitaciones en la capacidad de refinación”. Según ella, el nuevo gobierno deberá enfrentarse a un escenario complicado, donde el subsidio ya no es una opción viable y la producción nacional no es suficiente para satisfacer la demanda.
Por otro lado, Enrique Campos Suárez, periodista y experto en temas energéticos, mencionó en una reciente columna: “Siempre fue falso aquello de que los precios de las gasolinas habrían de bajar, al menos al nivel de Estados Unidos. El presidente saliente soñó con un panorama que nunca tuvo bases reales”. Campos también destacó el impacto del huachicol fiscal, una práctica de evasión de impuestos que afecta el precio final de la gasolina en el país.
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¿Qué podemos esperar para el futuro?
Los expertos coinciden en que México no alcanzará la autosuficiencia energética en el corto plazo. Aunque AMLO había asegurado que las refinerías nacionales producirían la mayoría de la gasolina consumida, las cifras muestran que la dependencia de las importaciones seguirá siendo una constante. Pemex ha duplicado la frecuencia de accidentes en sus instalaciones y los recortes al presupuesto de mantenimiento han sido una de las principales causas, según informes recientes.
La transición hacia energías renovables y la mejora de la infraestructura energética serán temas clave para la nueva administración. Según analistas, la autosuficiencia energética podría alcanzarse hasta 2030, siempre y cuando se realicen las inversiones necesarias y se fortalezcan las alianzas con el sector privado.
Otra promesa de gasolina barata que se queda en el aire, donde los mexicanos continuarán pagando precios altos por un bien que sigue dependiendo en gran parte de factores externos. La próxima administración enfrentará el desafío de replantear la política energética del país para garantizar un suministro eficiente y sostenible de combustibles, sin comprometer la economía de los ciudadanos.