En la Ciudad de México del siglo XIX, las carpas no solo eran espacios de entretenimiento popular, sino también epicentros de experimentación sonora y social. La exposición “Las músicas de las carpas de México (1890-1930)”, que se inaugurará este viernes en la Fonoteca Nacional, revela cómo estos espacios fueron fundamentales para la vida cultural de la capital, influenciando desde la música clásica hasta los espectáculos más atrevidos.
Curada por Natalia Bieletto-Bueno, especialista en musicología histórica, la muestra reúne 80 objetos, entre registros fonográficos, fotografías, réplicas de títeres y documentos de archivo, muchos de ellos provenientes del Archivo Casasola y la Fototeca Nacional. A través de estos materiales, se devela la rica historia musical de las carpas, que abarca desde la música de Chopin y la zarzuela española hasta las polémicas cancioncillas eróticas del cuplé sicalíptico.
La exposición destaca cómo las carpas surgieron como un fenómeno cultural durante el porfiriato, reflejando los cambios urbanos y sociales de la época. Estos espacios, inicialmente ubicados en zonas centrales de la ciudad, ofrecían una mezcla de entretenimiento que incluía boxeo, títeres, juegos de lotería y magia, pero pronto evolucionaron hacia espectáculos de comedia y música.
A pesar de que las carpas son a menudo vistas como espectáculos para las clases bajas, Bieletto-Bueno explica que no siempre fue así. Durante sus primeros años, las carpas ocupaban lugares prominentes en la capital, atrayendo a públicos diversos, sin embargo, con la llegada del automóvil y la modernización de la ciudad, las carpas fueron desplazadas a zonas periféricas como Peralvillo, La Merced y Tepito, donde adquirieron su reputación como espacios para las clases populares.
La exposición “Las músicas de las carpas de México (1890-1930)” es el resultado de una década de investigación documental, apoyada por el exFonca y la Universidad Mayor de Chile. Esta muestra ofrece una mirada profunda a un capítulo poco explorado de la historia cultural de México, revelando cómo las carpas no solo entretenían, sino que también reflejaban y moldeaban la moralidad y la identidad de la sociedad mexicana en transformación.