19 septiembre, 2024

 

Ismael “El Mayo” Zambada, uno de los líderes históricos del Cártel de Sinaloa y figura clave en el narcotráfico en México, ha roto el silencio tras su captura el pasado 25 de julio. En una declaración emitida a través de su abogado, Frank Pérez, Zambada afirmó que no se entregó voluntariamente a las autoridades estadounidenses, sino que fue “secuestrado” y llevado a Estados Unidos en contra de su voluntad por Joaquín Guzmán López, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán.

 

En su declaración desde su detención, Zambada, de 76 años, relató que fue engañado para asistir a una reunión en Sinaloa, bajo el pretexto de mediar en un conflicto político. Según Zambada, Joaquín Guzmán López, a quien conoce “desde niño”, lo invitó a participar en una reunión para resolver diferencias entre líderes políticos del estado, en particular una disputa entre el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, y Héctor Melesio Cuen Ojeda, exdiputado federal y rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS).

 

“Joaquín Guzmán López me pidió que asistiera a una reunión para ayudar a resolver las diferencias entre los líderes políticos de nuestro estado”, explicó Zambada. Al llegar al lugar de la cita, un rancho llamado Huertos del Pedregal en las afueras de Culiacán, se encontró con un gran número de hombres armados vestidos con uniformes militares, quienes resultaron ser parte de una emboscada.

 

Emboscada y el Secuestro

Zambada detalló que al entrar a la sala de reuniones fue emboscado: “Un grupo de hombres me asaltó, me tiró al suelo y me colocó una capucha de color oscuro en la cabeza. Me ataron y esposaron, y luego me obligaron a meterme en la caja de una camioneta”. Posteriormente, fue trasladado a una pista de aterrizaje cercana, donde fue obligado a subir a un avión privado.

 

El vuelo, que duró entre dos y tres horas, lo llevó a El Paso, Texas, donde fue entregado a las autoridades estadounidenses. Zambada describió que durante el vuelo fue atado al asiento por Guzmán López y sufrió lesiones físicas, incluyendo daños en la espalda, rodillas y muñecas.

Desde su arresto, han circulado diversas versiones sobre las circunstancias de la captura de Zambada. Inicialmente, se especuló que el capo se había entregado voluntariamente debido a su avanzada edad y problemas de salud; sin embargo, Zambada rechazó categóricamente estas afirmaciones: “La idea de que me entregué o cooperé voluntariamente es completa e inequívocamente falsa. Me trajeron a este país por la fuerza y bajo coacción, sin mi consentimiento y contra mi voluntad”, declaró.

 

Zambada también señaló que, desde su llegada a Estados Unidos, han surgido “muchos informes inexactos” en los medios de comunicación tanto en México como en Estados Unidos, y aseguró que su declaración tenía como objetivo aclarar lo ocurrido.

 

Ismael “El Mayo” Zambada ha sido una figura central en el narcotráfico durante casi cinco décadas, evadiendo la captura por parte de las autoridades mexicanas y estadounidenses durante todo este tiempo. Su detención marca un hito en la lucha contra el narcotráfico en México, ya que Zambada es considerado uno de los últimos grandes líderes de los cárteles tradicionales que aún estaba en libertad.

 

El abogado de Zambada, Frank Pérez, reiteró la versión de su cliente y afirmó que las circunstancias de su captura fueron una traición orquestada por los hijos de “El Chapo” Guzmán. Según esta versión, Joaquín Guzmán López conspiró con su hermano Ovidio Guzmán López, quien fue extraditado a Estados Unidos en 2023, para entregar a Zambada a cambio de beneficios legales, aunque los abogados de los Guzmán niegan que haya existido tal acuerdo.

 

Tras su llegada a Estados Unidos, Zambada fue presentado ante la corte federal en El Paso, Texas, donde se declaró no culpable de los cargos que enfrenta, entre ellos tráfico de drogas, lavado de dinero y conspiración para cometer homicidio. Zambada permanece bajo custodia sin derecho a fianza, y se espera que su juicio se lleve a cabo en el mismo tribunal federal en Brooklyn donde fue juzgado y condenado Joaquín “El Chapo” Guzmán en 2019.